El ejemplo de las mujeres de Irán

Occidente debería poner más atención a lo que ocurre en estos momentos en las principales ciudades iraníes

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Niñas de una escuela en
Niñas de una escuela en Teherán, Irán, se sacan sus velos y realizan gestos obscenos contra los ayatolás Khomeini y Khamenei (Twitter)

Quizás por la guerra en Ucrania, en el mundo –y en especial nuestros países– el público en general no se ha fijado en la importancia de las protestas masivas con las que miles y decenas de miles de mujeres han puesto en jaque una de las más terribles dictaduras del mundo, la del ayatollah Khameini en Irán.

Será esa la razón por la cual no se ha visto la reacción que se esperaría del mundo liberal y democrático contra esa teocracia asesina. No de otra manera se puede entender que un mundo cada vez más feminista no se haya manifestado de manera radical contra esa lucha desigual de mujeres desarmadas, cuyo acto de rebeldía es quitarse el hiyab (pañuelo con el que deben cubrirse la cabeza), contra un aparato represivo brutal que ya lleva en estas cuatro semanas de protesta más de 150 muertos.

No deja uno de preguntarse porqué esta batalla heroíca no mueve el alma a todos los movimientos liberales, democráticos y repito, feministas, que se ven protestando por la calles de las ciudades europeas, americanas y latinoamericanas por doquier. ¿Será que los derechos de esas mujeres, por estar en Irán, no son iguales a las de una joven nacida en New York, en París o en Buenos Aires?

A mí se me llenó el corazón de orgullo al ver esa foto de mujeres haciendo pistola, como decimos en Colombia, a un retrato del líder Khameini. O me rompía el alma ver como la policía moral (en pleno siglo XXI) golpeaba brutalmente a una mujer que se quitó el hiyab delante de ellos. Me recordó ese video la imagen del chino que se paró frente a los tanques en la protesta de Tiananmen.

Lo que pasa en Irán es más desigual que David y Goliat. ¡Liderada por mujeres! Que ejemplo, que coraje, que lección le dan hoy al mundo, a los gobernantes y a los hombres y mujeres que por ahora no hacen nada. Y solo piden libertad. No quieren atropellar a nadie ni imponerle sus valores quieren tener el derecho de decidir. Y no que los hombres y unos clérigos anacrónicos decidan por ellas.

Mucho menos se ha pensado en como las consecuencias de lo que allí pasa y como termine, van a afectar esa lucha por la libertad que va a ser el pan diario de las próximas décadas a lo largo y ancho del mundo. No nos engañemos, para Occidente esta batalla es la segunda, Ucrania es la primera, contra ese totalitarismo que hoy se une y quiere imponer su hegemónica visión política, militar y económica a lo largo y ancho del planeta.

Todo comenzó con la muerte de una mujer de 22 años, Massa Ahmini, quien fue capturada por la policía moral por no ir vestida de conformidad con el código religioso. Murió en manos de ellos y esto hizo estallar un sentimiento de injusticia, de inequidad y de hastío que venía de antes. A pesar de la represión, de los muertos, de los heridos, de los arrestados y del control de medios e internet que hace la dictadura iraní, la protesta sigue.

Hay que aprender de Rusia y de Irán. Las dictaduras solo le temen a la libertad y a la información. El mundo democrático debe encontrar la forma permitirle a los ciudadanos saltarse esos controles para poder transmitir, convocar y comunicarse. La tecnología satelital permite esto pero hace falta la voluntad política de Occidente.

¿Se imaginan a Cuba con internet gratis un año y sin controles? Eso tumba la dictadura. ¿O los rusos pudiendo ver el desastre de Ucrania? Putin ya habría caído. La hackeada de la televisión iraní es un pequeño ejemplo de lo que se puede y se debe hacer para defender la libertad. Ojalá los aparatos de inteligencia y de seguridad de las naciones democráticas más poderosas del mundo dejen la ilusión e ingenuidad con que vivían antes de la guerra de Ucrania y entiendan que la libertad hay que defenderla. Obvio, eso cuesta y trae consecuencias pero la alternativa, como lo demostró Putin, es peor.

Pero no es suficiente. ¿Será que una alcaldesa tan activa como Claudia López en Bogotá o Cynthia Vitery de Guayaquil se despiertan y dan ejemplo? Y las organizaciones, comenzando por las feministas, de todo el continente montan protestas frente a las embajadas de Irán y frente a los congresos y los palacios presidenciales exigiendo coherencia. Obvio nada se puede esperar en Argentina donde Cristina Kirchner tiene rabo de paja por su relación con Irán o Morales y compañía en Bolivia por lo mismo. Y ni hablar de Nicaragua o Venezuela. Pero AMLO en México, ese líder progresista, se queda callado. Y Petro en Colombia lucha por esos derechos pero sigue en la cama con el régimen asesino de Irán. Les debería costar ese silencio y esa incoherencia y eso solo lo logra la movilización y la vergüenza pública.

En Irán no necesitan que las mujeres occidentales so corten el cabello en solidaridad. Las necesitan es en la calle. Subiendo el costo político a los Petros y AMLOs del mundo. Y también se puede ayudar como se hace en Ucrania, y esta lección igualmente la debe asumir occidente para facilitar el envío de recursos.

Si quiere ayudar en esta lucha, que vale la pena, hay tres organizaciones que necesitan y merecen apoyo. El Centro para los Derechos Humanos en Irán (CHRI) hace gran trabajo documentando los horrores de lo que allí pasa. Otra organización de derechos humanos ayuda a las víctimas y les facilita contar su historia en Farsi y en inglés. El Centro de derechos Humanos Abdorrahman Boroundman. Y la tercera utiliza herramientas tecnológicas para empoderar a los iranís. Unidos por Irán.

Esta batalla apenas empieza pero en un mundo globalizado que esta lucha sin cuartel de mujeres indefensas contra una dictadura brutal como la iraní no haya convocado más solidaridad me deja perplejo. Nunca es tarde pero en Irán esas valientes mujeres nos necesitan. Ya.

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