Los habitantes de Aomori se preparaban para el descanso cuando las autoridades sonaron la señal de alarma que debía recogerse en edificaciones de concreto solido ante la posibilidad de que resultaran afectados por un misil nuclear proveniente de Corea del Norte. Y aun cuando el misil se hundió en la pacifico, la aterrorizada población solo recupero la calma un día después.
Las investigaciones que han seguido revelan algo realmente escalofriante para cualquier nación vecina de la patria de Kim Jong-un. El ejercito norcoreano realiza estas pruebas nuclearas con harta frecuencia lanzando los misiles al espacio. Pero a raíz de confrontar la necesidad de garantizar la capacidad del cohete para alcanzar el objetivo para el cual estuviese programado están haciendo las pruebas contra blancos terrestres. Y como toda prueba en algunos casos la trayectoria orbital se puede corromper, cuando esto sucede el cohete se marcha en direcciones impredecibles como fue el caso del cohete que aterrorizo a los habitantes de Aomori.
Y luego del incidente siguieron fuertes declaraciones de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea sin que hasta la fecha se hayan podido tomar medidas en la ONU contra Corea del Norte por oponerse Rusia y China a un debate público sobre el tema en el Consejo de Seguridad.
¿Qué sigue entonces? Pues que el señor Kim Jong-un continuará probando sus cohetes y exponiendo a sus vecinos a sufrir un holocausto nuclear.
Mientras tanto el señor Putin nos dice claramente que de no aceptar Occidente la anexión por parte de Rusia de media Ucrania el también puede acompañar a Kim Jong-un en la pirotecnia nuclear.
Esta situación le plantea al mundo uno de los mayores retos existenciales desde la segunda guerra mundial. En ese entonces la única potencia nuclear eran los Estados Unidos y el uso de la bomba atómica estuvo rodeada de una cadena de restricciones y de acciones tendientes a evitar el uso del arma nuclear. Solo cuando fue evidente que la alternativa de ocupar Japón no iba a ser posible sin la inmolación de centenares de miles de norteamericanos y la de lanzar la bomba atómica en una isla relativamente deshabitada del archipiélago Nipón no provocaría la rendición del Japón se lanzó la bomba atómica.
Hoy el arma nuclear está en manos de muchas naciones que cabalgan entre la barbarie y la civilización. Como tales no tienen el menor miramiento por los derechos humanos o respeto por las instituciones internacionales. En consecuencia, la humanidad entera es rehén de los lideres de estas naciones que carecen de sistemas de pesos y contra pesos que garanticen el uso responsable del armamento nuclear. Estamos a la intemperie en un planeta donde las apetencias personales de dos líderes determinaran si continúa la civilización. Porque las naciones arquitectas del orden internacional han declinado intervenir en la prevención de un desastre nuclear inducido por ellos.