1963: “Ich bin ein Berliner”. Una ovación pocas veces escuchada sacudió el Ayuntamiento de la entonces ex capital alemana. El Presidente John Kennedy es inmensamente recordado y admirado por su vibrante y firme discurso contra el Muro, ofensa de la humanidad toda.
1987: “Señor Gorbachov: “Abra esta puerta”. “Sr. Gorbachov: derribe Ud. este muro”. El presidente Ronald Reagan, uno de los más grandes estadistas que tuvo los Estados Unidos, sacudió la Puerta de Brandenburgo a sus espaldas y fue uno de los antecedentes políticos más importantes para la concreción del derrumbe de la ignominiosa muralla.
Hoy, 3 de octubre, se cumple un nuevo aniversario del día que el mundo celebró con alegría desbordante la firma definitiva de la Reunificación de Alemania. La Caída del Muro de Berlín ocurrida el 9 de noviembre de 1989 fue un acontecimiento inesperado, ejemplo del fracaso del totalitarismo marxista desde 1918 hasta nuestros días. Sin temor a equivocarnos, se trató del más trascendental de los hitos de la historia reciente ya que fue el detonante para la eliminación de la inmensa mayoría de los regímenes comunistas que existían en el mundo después de II Guerra Mundial. Es importante mencionar que el comunismo expresado conceptualmente como sinónimo de la eliminación total de las democracias, las libertades individuales y la propiedad propiedad privada, ha sido derrotado y tiene una fecha concreta: 9 de noviembre de 1989, con la caída del mencionado Muro de la verguenza. Sin embargo los partidos de la izquierda “aggiornada”, vernácula, populista y extremista siempre están al acecho para conculcar el mayor bien que tenemos todos los seres humanos. La Libertad.
Caía la noche de ese histórico día y fruto de un increíble error de comunicación del portavoz del régimen de la llamada “República Democrática Alemana”, Günter Schabowski, en conferencia de prensa transmitida por televisión para aplacar las protestas, anuncia una nueva regulación más laxa para poder viajar al otro lado del muro y en este contexto cuando fue interpelado preguntándole concretamente en qué momento entraría en vigor la aplicación de los visados de larga duración que acababa de explicar, terriblemente nervioso balbuceó: “Ahora” que en alemán es “Ab Sofort”, traducido, inmediatamente.
El resto ya es historia, nadie, ni los halcones del régimen comunista del Presidente Honecker, ni los más refractarios agentes de la Stasi, la infame policía política, se atrevieron a contener la oleada ciudadana que buscaba desesperadamente aquello que se les negaba durante décadas: Libertad.
Sin embargo la transición no fue sencilla. Por el contrario se trató de una empresa titánica, complicadísima, el volver a la integración de los alemanes en una misma nación por las divergencias que existían desde el punto de vista político, legal, militar, social, etc., sin mencionar la abrumadora suma de dinero que demandó esta cruzada de la libertad por parte de Alemania occidental.
Más de treinta años después de aquellos acontecimientos de 1989, es decir el fin de la “Guerra Fría” y el nacimiento del “Nuevo Orden Internacional” y su correlato, el concepto de seguridad colectiva que condena por un lado e impide por el otro la utilización de la fuerza para la solución de conflictos entre Estados, el mundo libre enfrenta desde febrero de este año una escalada sin límites de Putin, que preocupa sobremanera a la Unión Europea, los Estados Unidos y a todas las naciones esparcidas sobre la faz de la tierra, auténticamente democráticas, o sea liberales.
La incalificable invasión rusa a Ucrania traerá indudablemente un reacomodamiento geopolítico en los próximos meses y ojalá se concrete la ansiada “Reunificación” total de Ucrania, una deuda a ser saldada por Kiev y también por la Comunidad Internacional, afectada en términos superlativos en los últimos años por el increíble resurgimiento de ideas totalitarias de extrema derecha que pensábamos que eran tristes rémoras del pasado cuando el nacional-socialismo fue derrotado por los Aliados el 8 de mayo de 1945 y se restableció en Alemania el sistema liberal de gobierno, con la plena vigencia del Estado de Derecho y el regreso a la Economía de Mercado y a la Democracia como principio político rector. Sin embargo en los cinco continentes, como hongos, esos sectores delirantes, dogmáticos e intolerantes, están decididos terminar con todo resabio democrático, sistema al que aborrecen solapada e íntimamente. Aparentemente tremenda contradicción ya que subestiman y aborrecen el voto universal pero lo necesitan y lo utilizan para eventualmente ser elegidos y desde adentro, cual termitas, destruir el sistema institucional de la libertad.
Que el ejemplo de la Reunificación Alemana sea un potente faro que nos permita distinguir con meridiana claridad la antinomia que representa la civilización de la barbarie, la libertad de la esclavitud. El mundo así fortalecido debe seguir avanzando con coraje y firmeza como lo hizo Alemania después de la derrota de Hitler y su régimen perverso, con convencimiento y perseverancia en los principios, coraje y firmeza en las actitudes activas, para impedir el establecimiento de cualquier tipo de totalitarismo y en sintonía permanente con políticas de Estado perdurables y sustentables en el tiempo que en definitiva es el mejor legado que nos ha dejado el noble pueblo alemán cuando rompió las cadenas de la degradación, de la humillación humana sin límites representada por el tristemente célebre Holocausto. Nunca olvidemos las lecciones de la historia, de lo contrario estaremos condenados a repetir los mismos errores y horrores.
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