Votaron 120 millones de brasileños: 56 millones a Lula y 50 a Bolsonaro. La tercera democracia del planeta, después de India y los Estados Unidos.
¡Gran noticia para Argentina! Más allá del resultado definitivo el próximo 30 de octubre, Brasil consolidó su sistema democrático, al que hay que sumarle un crecimiento para este año superior al norteamericano, el europeo y el chino, reservas por más de US $360.000 millones y una inflación inferior al 7 % anual.
Y este Brasil es nuestro principal socio en el mundo.
Y con este socio tenemos muchas otras cosas en común: juntos negociamos un Acuerdo de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (y juntos deberemos impulsarlo para que se ponga en marcha).
Ambos dos somos “principales aliados extra-OTAN de los Estados Unidos”, tenemos como mayor socio extra zona a China, disponemos de una Agencia Común de Control (ABBAC) para monitorear nuestros programas nucleares (y no producir armas nucleares).
¿Por qué, con todo esto en común, hace dos años que congelamos nuestra relación bilateral y con todo el Mercosur? La respuesta es sencilla: de un lado y del otro de la frontera preferimos privilegiar las ideologías, los partidos y las personalidades de nuestros presidentes, un verdadero despropósito.
Esperemos que no tengamos que esperar a diciembre del 2023 para que la nueva administración argentina le proponga a Lula o a Bolsonaro poner los motores en marcha para impulsar la integración regional sudamericana y, con esa plataforma de lanzamiento, abrirnos al mundo y concretar -con el antecedente de nuestra negociación con Europa- acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos y China.
Imaginen las inversiones, los créditos y el turismo que movilizaríamos como Mercosur asociados a China, la Unión Europea, y los Estados Unidos.
Ese es el camino. Como lo propone la consigna estampada en el centro de la bandera brasileña: en orden y progreso. Un orden democrático y republicano, con progreso sostenible y sustentable.
No es un sueño. Es concretar lo que diseñamos hace 40 años y venimos concretando tímidamente.
Es la hora de marchar juntos para adelante.
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