A sala llena, ante un público de colegas académicos, profesores, maestros, estudiantes y familiares, el filósofo argentino Carlos Hoevel, en su discurso inaugural como nuevo miembro de número de la Academia Nacional de Educación dijo: “(…) y año tras año -según Peter Sloterdijk- [el sistema educativo] libera cohortes de estudiantes cada vez más desorientados, en los cuales se observa cada vez más claro su adaptación a un sistema escolar errante y desadaptativo sin que los maestros y estudiantes tengan la menor culpa. Ambos se unen en un ecumenismo de desorientación, al que apenas se puede encontrar el equivalente histórico (…)”.
Según el doctor Hoevel, las consecuencias de esta disolución del ideal educativo humanista se pueden apreciar en varios aspectos de la educación actual: primero en la deconstrucción de la tradición que impide ofrecer a los estudiantes una visión unitaria y estructurada de la realidad, lo cual se traduce en una fragmentación y dispersión del contenido curricular, que consiste en una acumulación de contenidos, métodos y datos, sin criterio de selección que permita discernir entre nociones fundamentales y secundarias. Por otra parte, agrega Hoevel, la desaparición de la formación humanista se puede evidenciar en la desaparición de los clásicos, que fueron reemplazados por un modelo que privilegia géneros e identidades, por sobre los grandes autores y textos, analizados de modo fragmentado y pseudo-científico. Este diagnóstico lleva a un tercer punto de reflexión: la crisis de la imagen y de la palabra, reunida en una misma dimensión narrativa, hoy resumida en los productos que ofrece la cultura audiovisual y que colabora, en parte, con el deterioro de las prácticas narrativas tradicionales, sobre todo en los estratos más vulnerables de la población. Para el académico, es en la escuela donde se completa el panorama con un abandono casi total de todo el conjunto de prácticas centrales alrededor de la palabra escrita y oral, reemplazadas actualmente por el múltiple choice, la prueba veloz, el montaje de imágenes o las actividades online en donde rara vez aparece la palabra en forma de narración o argumentación estructurada, escrita u oral, de cada alumno o estudiante frente a un público.
En línea con su exposición, que supo mantener el interés de todos los allí presentes, el flamante miembro de la Academia Nacional de Educación y profesor titular ordinario de la UCA, puso de manifiesto lo que -en su opinión- sería el principal problema que afecta a la educación humanista: “el actual deterioro del vínculo personal entre el docente y el alumno, resultado del cansancio y la desilusión que rodea a la figura del maestro, convertido en un mero “facilitador “o “técnico” transmisor de información y “ahogado” -como explica Borghesi- por una burocratización inútil. Un docente privado de autonomía, remodelado continuamente por los pedagogos que presiden el ‘reformismo’, un mero ejecutor de orientaciones y métodos establecidos desde ‘arriba’.
¿Qué hacer?
¿Representa este escenario la crisis final del ideal educativo occidental? Para el Doctor Hoevel, no termina hasta que termina, sobre todo si existe el compromiso de tomar en serio el problema y emprender algunas acciones e iniciativas que permitan recuperar la tradición educativa perdida.
La fascinación de enseñar. Hacia el final de su exposición en la Academia, y como una forma de iluminar la noche más oscura del sistema educativo, Hoevel enumeró una serie de tareas que podrían llevarse a cabo para recuperar la educación humanista perdida. ¿La primera?, regresar a la experiencia original del ideal educativo que tiene sus inicios en la fascinación del docente por la materia que enseña, por sus alumnos y por la realidad en general.
No puedes cambiar el corazón de alguien sin contar una historia. Por esta razón, la segunda tarea debería consistir- según el profesor- en dar a los alumnos un alimento sólido, es decir, volver a los grandes clásicos de nuestra tradición, a los que habría que sumar los clásicos surgidos de otras culturas y los elaborados por los grandes creadores de nuestro tiempo.
Solo el corazón habla al corazón. La cita del cardenal Newman, que con mano maestra utilizó Hoevel para guiar a la audiencia hacia un camino de esperanza, hizo stop en la tercera acción que, para Carlos, era imprescindible: " restituir al maestro o profesor su lugar de puente y mediador entre la tradición y el alma del alumno. Junto con la aplicación selectiva y personalizada de los métodos de la pedagogía moderna-que desde Rousseau y Pestalozzi,a Montessori, Piaget, Vigotsky y Dewey revalorizaron el lugar de la subjetividad del estudiante- el maestro necesita aprender el arte de leer e interpretar las experiencias primarias que trae el alumno del contexto de su vida familiar y social y de los grandes símbolos de la actual cultura mediática y digital que subyacen en su inconsciente”.
Lo que no se nombra, no existe. Con la frase inspiradora de George Steiner, Carlos Hoevel, avanzó hacia la cuarta tarea fundamental de su recorrido: la reconstrucción de la cultura de la palabra. “Qué mejor que reinsertar los distintos niveles de enseñanza dentro de las grandes imágenes y narrativas de los clásicos y de las prácticas asociadas a ellos, para lograrlo”, asegura. “Volver a enseñar a ver, entender, hablar, leer y escribir- asegura con firmeza en su discurso -En la escuela primaria, a partir de una educación en la atención y la experiencia sensorial e intuitiva de los objetos, las plantas, los animales, las caras, las letras, los números, las figuras geométricas en el marco de la escucha, la lectura y el recitado de las grandes narrativas y la escritura de pequeñas redacciones y poemas. En la escuela secundaria, la comprensión de ecuaciones y teoremas, de las leyes básicas de la materia y de la vida, de las grandes obras de arte y relatos históricos, obras épicas, novelas y biografías, acompañada de la redacción de ensayos y cuentos, del análisis de las imágenes de la cultura actual, del diálogo, la oratoria y el drama. Y en la Universidad, a partir de la comprensión y análisis crítico de grandes obras filosóficas y científicas, del diálogo socrático, la escritura de ensayos y la argumentación oral y escrita.
Se educa cuando se fomenta la capacidad de pensar por cuenta propia, integrados a una comunidad educativa. La máxima de José Manuel Estrada, fue el camino que el académico de número eligió para dar a conocer el último requisito: la reforma de la actual organización y gobierno de la educación. Para Hoevel ,”Tanto en nuestro país como en muchas otras áreas de Occidente, la estructura burocrática piramidal del sistema educativo, basada en la antigua cooperación entre el Estado y la escuela, todavía se mantiene en pie colonizada por múltiples grupos que, haciendo uso de cargos y fondos públicos, imponen desde arriba agendas ideológicas propias que en general tienen en común la demolición de la tradición educativa humanista. Dado que hoy resulta muy difícil un consenso completo en torno a la tradición educativa que debería adoptar por ley el Estado, propongo un cambio a un modelo mixto de gobierno de la educación el cual, manteniendo la laicidad, gratuidad y obligatoriedad ,los contenidos curriculares mínimos y el ideario básico de la Constitución Nacional, permita introducir la libertad de elección de la propia tradición educativa, dentro de un pluralismo de tradiciones culturales de distintas comunidades, en cada escuela y universidad, no solo privadas sino también de gestión estatal.”
LLega a ser quien eres. Ya en el cierre de la ceremonia y minutos previos al aplauso de pie de todos los presentes, el expositor se inspiró en la famosa frase de Píndaro, que – para el Dr. Carlos Hoevel- representa el núcleo del ideal educativo del humanismo occidental: “Ojalá recuperemos la libertad para elegirlo en nuestro país y poder así transmitir nuevamente, a las próximas generaciones, el fuego de lo que alguna vez fue el gran sueño educativo argentino. La juventud -decía Bernardo Houssay- debe tener ideales elevados y pensar en alcanzar grandes cosas, porque si la vida rebaja siempre, y no se logra sino una parte de lo que se ansía, soñando muy alto alcanzaréis mucho más. Las conquistas del presente son sueños juveniles realizados y que alguna vez se tuvieron por imposibles.
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