Esta muy de moda hablar en estos días de la necesidad de trabajar en generar ambientes de trabajo que promuevan la diversidad e inclusión. Sabemos ya, tanto por estadísticas como por reportes de productividad, que son los equipos diversos quienes más aportan en las organizaciones y quienes traen ideas innovadoras al negocio. Hoy incluso podemos señalar que, siendo una sociedad tan diversa, sería hasta discriminatorio que esta diversidad no se vea reflejada en las organizaciones. Diversidad que está compuesta justamente por la inclusión de personas que forman parte de las poblaciones vulnerables. Ellos son personas que, por su edad, género, estado físico o edad mental, o por circunstancias sociales, económicas, étnicas o culturales, se encuentran con especiales dificultades para ejercer con plenitud sus derechos y no gozan de las mismas oportunidades.
Partiendo de que estamos en la eterna búsqueda del mejor talento, una vez que lo captamos y gestionamos equipos diversos ¿cómo hacemos para liderarlos?
Lo primero que debemos hacer es un análisis de nuestros propios sesgos. Si bien los sesgos suelen ser inconscientes, podemos identificarlos y así gestionarlos. Analiza a profundidad como te hace sentir tal o cual características de los miembros de tus equipos, revisa si estas tienen una base objetiva o subjetiva y con ello analiza si tal vez estas frente a un prejuicio o a un sesgo que debas gestionar. Si no analizamos nuestros sesgos no podemos gestionarlos y eso es una clara barrera hacia un liderazgo inclusivo y respetuoso.
Una vez gestionados nuestros sesgos, tenemos que practicar la empatía. El liderazgo empático parte por ponernos siempre en el lugar de la otra persona. ¿Cómo se sentiría? ¿Cuál sería mi reacción ante determinado hecho? ¿Cómo me gustaría a mí que me tratasen en está situación? Estas son preguntas que nos ayudan a practicar la empatía al momento de ejercer el liderazgo.
Teniendo estas dos ideas en mente, la gestión de sesgos y la empatía, debemos practicar la escucha activa. La escucha activa tiene que ver con la conexión que logramos tener con las personas al momento de oírlas, no solo lo que nos dicen sino lo que nos quieren transmitir. Darle un espacio a nuestro equipo para conectar a través de la comunicación. Te oigo, te escucho, conecto.
Gestionemos espacios seguros. Donde las personas puedan ser quieres realmente son, mostrarse sin miedos ni prejuicios, donde puedan compartir sus ideas, sean o no diferentes a las del resto. Donde no sean criticados por innovar, por ser disruptivos, por tener una visión distinta de la situación. Creemos espacios donde podamos compartir experiencias, visiones, propuestas y con ello construir soluciones. Cuando una persona se siente segura de mostrarse como es, está más enfocada en brindar el 100% de su potencial.
En este punto vale la pena reflexionar sobre la importancia de las formas. Nunca una idea será mala, lo malo sería no compartirla. Nunca una idea diferente, disruptiva o innovadora será negativa, siempre que se exprese con el respeto que todos merecemos hacia nuestras ideas y hacia nuestra identidad.
Y sin duda este es el elemento fundamental para el liderazgo inclusivo, el respeto hacia nuestras diferencias. Todos somos diferentes y ese es nuestro poder. Nuestras diferencias nos definen y nos dan un valor que nadie más que nosotros puede aportar en las organizaciones y también a nivel social. Es importante que podamos nosotros mismos reconocer nuestras diferencias, valorarlas y sacarle el máximo provecho a está esencia única que define a cada ser humano. Como lideres, gestionar nuestros equipos sobre la base del respeto a esa individualidad, practicando la empatía, gestionando nuestros sesgos, que es un trabajo constante, aplicando la escucha activa y generando espacios seguros es la clave para retener al mejor talento y aprovecharlo al 100%.
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