Hoy en día, ya no se puede pensar que una universidad o una escuela de negocios está solo para ofrecer carreras universitarias o programas de posgrado. Gracias al internet y a las nuevas tecnologías, el conocimiento se ha expandido, se hizo más accesible y está a solo un clic. Así, podemos ver en YouTube o Tik Tok miles de tutoriales sobre cómo entender una fórmula matemática, conocer el significado de un concepto empresarial o cómo realizar un plan de marketing de manera aplicada, solo por citar unos ejemplos.
Otro factor para considerar es que hay nuevos actores en el sector educativo, como son las plataformas de e-learning y las Edtech que han ganado terreno en los últimos años por ofrecer una flexibilidad y dinamismo en el aprendizaje que no había. De esta forma, lograron que estudiar deje de ser visto como una actividad tediosa, larga o estructurada y pase a ser una forma de entretenimiento más, como ver una serie por Amazon Prime o Netflix. Y es que ahora las personas pueden elegir qué estudiar en un amplio catálogo de cursos cortos que pueden ser llevados paulatinamente, de acuerdo con los tiempos que uno disponga. Por otro lado, también los gremios empresariales o las empresas han incursionado en el sector educativo y desarrollan programas de especialización aplicados.
Ante este contexto, y sumado a los cambios que originó la pandemia (aceleración digital tanto a nivel de procesos, oferta de servicios, propuesta de valor y enseñanza), el rol de las universidades y escuelas de negocios en la sociedad ha cambiado y hay nuevos retos que deben asumirse que están vinculados a:
- Asegurar un currículo de calidad, con alfabetización científica, tecnológica y digital, alineado a la formación de un ser humano del siglo XXI.
- Dar paso a las micro credenciales y apilabilidad (stackability) de programas.
- Tener un enfoque de “active learning”: más interacción y aplicación en clase.
- Brindar un aprendizaje personalizado, flexible, experiencial y en cualquier lugar. Así necesitan ofrecer un sentido de singularidad en la comunicación; satisfacer las aspiraciones de los futuros estudiantes; permitir que aprendan a su propio ritmo y apoyar a los estudiantes para lograr la mejor versión de sí mismos.
- Asequibilidad y nuevas prácticas para la diversidad e inclusión: becas parciales y totales; concursos para emprendedores; capacitaciones gratuitas (MOOCS, webinars o seminarios).
- Generar conocimiento de mayor calidad en base a la investigación, tanto teórica como aplicada, que contribuyan a solucionar problemáticas empresariales y sociales.
- Adoptar el cambio social: fortalecer las habilidades blandas, analíticas y el wellbeing de la comunidad
- Contribuir con la incubación y desarrollo de emprendimientos al poner al servicio de las personas el conocimiento de su facultad. Aquí es clave que las incubadoras de negocios o hubs de innovación tengan las puertas abiertas y flexibilicen el uso de sus servicios.
- Generar espacios de networking donde los estudiantes y egresados / graduados puedan entablar relaciones que den origen a nuevos negocios proyectos sociales, investigaciones, entre otros. Esto va más allá de la organización de cócteles o reuniones esporádicas. Necesita ser parte de una actividad recurrente, planificada y orientada a la integración. Hablamos de forjar una comunidad que vaya más allá de las aulas.
También es importante recordar que, en esta nueva normalidad, la oferta de programas académicos trae consigo cambios ligados al concepto de “educación líquida”, donde los estudiantes tienen que poder elegir la modalidad con la que quieran llevar un curso. Si desean tener clases 100 % virtuales, 100 % presenciales o en formato blended, deben poder hacerlo sin que existan limitantes en cuanto a una única modalidad para aprender. Esto es posible en gran medida gracias a nuevas tecnologías, donde destacan las aulas híbridas, que permiten que en los salones de clases los alumnos se hagan presentes física o virtualmente, mientras los profesores desarrollan sus clases. Las pizarras inteligentes y el sistema de multicámaras también son dos aliados fundamentales en esta nueva forma de enseñanza.
Ahora, para que esta tendencia en la educación sea una completa realidad y vaya más allá de normativas temporales, es necesario que los entes gubernamentales se adapten a los cambios que piden los estudiantes y actualicen sus estándares y normas, sin bajar la exigencia y las condiciones mínimas de calidad.
Justamente, es importante que se tome conciencia sobre el nuevo perfil del estudiante. La educación que se nos viene será aún más personalizada y logrará empoderar más a los alumnos para que sean co-creadores y co-partícipes de su capacitación y mejora profesional. Ante esta nueva realidad, las instituciones educativas necesitan velar por la mejora continua de sus servicios, la calidad de estos y lograr que sus programas académicos cumplan con brindar una adecuada experiencia. Las estrategias educativas deben contemplar a los alumnos como aprendices de por vida y orientar su educación hacia aquellos temas que más les competen en el nuevo contexto. Asimismo, la estructura curricular debe ser más flexible, con módulos de talleres intensivos y más breves, así como servicios complementarios como hubs de innovación y emprendimiento, áreas de empleabilidad y networking, entre otros, que puedan ser usados en todo momento.
Aquí es pertinente mencionar el concepto de lifelong learning que hace referencia al aprendizaje continuo de las personas, más allá de la finalización de los programas o carreras que hayan estudiado. Hoy más que nunca las instituciones educativas tienen la responsabilidad de mantener una relación continua y cercana con sus graduados y egresados, para lo cual es necesario un compromiso institucional, que no se base en un enfoque transaccional (venta de programas) sino que se enfoque en el apoyo constante a su desarrollo profesional y personal, que puede reflejarse, por ejemplo, en capacitaciones o espacios de aprendizajes de libre acceso, de modo que sientan que hay un acompañamiento permanente de su alma mater.
Como puede verse, los desafíos de la educación del hoy y el mañana son amplios y profundos. Las instituciones educativas necesitan continuar con su proceso de transformación digital y redoblar esfuerzos para garantizar la excelencia en sus servicios, los mismos que ya no solo se centran en el conocimiento. Las universidades y escuelas de negocios deben cambiarles la vida a las personas al expandir su networking, lograr que den importantes saltos profesionales y contribuir a que sus proyectos se cristalicen y tengan impactos positivos en la sociedad.
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