El largo y sinuoso camino en busca de fieles compañeros de fe

Guiados por el llamado a la acción de Wiesenthal, recurrimos al diálogo interreligioso. En el camino, aprendimos algunas lecciones importantes

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Juan Pablo II en el Muro de los Lamentos, Israel (AFP)
Juan Pablo II en el Muro de los Lamentos, Israel (AFP)

El difunto sobreviviente del Holocausto y cazador de nazis Simon Wiesenthal perdió a 89 miembros de su familia en el Holocausto. Al ser liberado en mayo de 1945 del campo de concentración de Mauthausen, se arrastró físicamente para agradecer a sus libertadores estadounidenses. Estaba demasiado débil para ponerse de pie.

En 1977, cuando a solicitud del Rabino Marvin Hier aceptó otorgar su nombre a nuestra incipiente institución, Wiesenthal dijo que había aprendido del Holocausto muchas lecciones amargas. “Los judíos estábamos prácticamente solos”, dijo Wiesenthal. “El mundo estaba ciego ante nuestro sufrimiento. El pueblo judío debe buscar nuevos aliados y nuevos amigos”, advirtiendo, “nunca podremos vencer al antisemitismo por nuestra cuenta”.

Guiados por el llamado a la acción de Wiesenthal, recurrimos al diálogo interreligioso. En el camino, aprendimos algunas lecciones importantes.

Primero: Sé fiel a ti mismo. Los amigos y los enemigos te respetarán si eres honesto acerca de tus propias prioridades. Segundo: el diálogo nunca es una calle de sentido único. Si estás buscando socios, debes estar ahí para los demás en momentos de necesidad. Tercero: Roma no se construyó en un día. Olvídate de la inmediatez. La confianza y la cooperación entre religiones demoran en desarrollarse, y tus socios pueden estar del otro lado del mundo.

En su declaración ante una Conferencia Multiconfesional en Bali, convocada en 2007 para contrarrestar los mortíferos ataques terroristas islamistas, el difunto presidente indonesio Abdurrahman Wahid, también líder espiritual de 60 millones de musulmanes, declaró: “Se supone que la religión es una bendición para la Humanidad. Pero, seamos honestos, hoy en día es con demasiada frecuencia una maldición”.

Esa lejana reunión entre musulmanes, hindúes, judíos, cristianos y budistas, mostró que las personas de fe pueden ser una fuente de luz y esperanza. Hubo un notable artículo de opinión del Presidente Wahid y el Rabino Israel Meir Lau -entonces Rabino Principal de Israel-, denunciando la negación del Holocausto patrocinada por el Estado de Irán.

Cientos de jóvenes maestros musulmanes e hindúes se asombraron mientras el sobreviviente del Holocausto Sol Teichman relataba en voz baja la odisea de un adolescente judío atrapado en el infierno. Muchos más vieron a Teichman vía la televisión satelital, transmitida en vivo a todo el mundo musulmán, con traducción simultánea al árabe. Las lágrimas y los abrazos que siguieron mostraron el impacto que implica poner un rostro humano a estadísticas alucinantes.

Más cerca de casa y tras 2000 años de un camino de lágrimas, cruzadas, pogromos y genocidios, buscamos relaciones con el Vaticano, las que incluyeron siete reuniones con Papas. Una palabra para los sabios: las ruedas del cambio giran lentamente en la Ciudad del Vaticano. Pero desde nuestro primer encuentro con Juan Pablo II en 1983 hasta nuestra reciente audiencia con el Papa Francisco, hemos sido testigos de cambios históricos.

Papas anteriores, incluido Pío XII, se opusieron a un Estado judío por motivos teológicos. El Papa Juan Pablo II cambió todo eso, incluso depositando una oración por la paz y la reconciliación entre las grietas sagradas del Muro Occidental (de los Lamentos).

Hace tan solo unos días, durante nuestra audiencia con el Papa Francisco, recibió de nuestras manos un facsímil de la “Carta de Hitler” de 1919, mecanografiada y firmada, en la que Hitler revelaba su creencia fundamental de que Alemania necesitaba una política gubernamental que condujera a la “eliminación intransigente de todos los judíos”.

El día después de nuestra reunión, Francisco ordenó la liberación por parte de los archivos del Vaticano de las súplicas de los judíos a Pío XII en la época de la Segunda Guerra Mundial, rogándole que se pronunciara en contra del genocidio de Hitler, súplicas que en gran medida cayeron en oídos sordos.

Aquí en casa, el imperativo de tener aliados para luchar contra el creciente antisemitismo es fundamental.

Recientemente, hablé con 1000 líderes en la Convención de Cristianos Unidos por Israel (CUPI) acerca de cómo cristianos y judíos pueden trabajar juntos en la era de las redes sociales. CUPI está dirigida por el poderoso e incontenible Pastor John Hagee. Tiene más de 11 millones de miembros, todos amantes y partidarios de Israel.

El orador que me precedió, Joseph Borgen, fue víctima de un ataque violento por parte de manifestantes propalestinos en la ciudad de Nueva York. En voz baja relató el costo personal que conllevó el ataque no provocado. Abogó por una nueva coalición para asistir a todas las víctimas de crímenes de odio, independientemente de su religión.

El orador que siguió a mi presentación, agradeció a CUPI por su subvención de us$ 8 millones para emergencias, que permitió a la Agencia Judía evacuar a miles de judíos del peligro de la invasión de Ucrania por Vladimir Putin.

Apreciamos al pastor Hagee y a todos los cristianos inspirados por el regreso del pueblo judío a Sion. Pero de algún modo también debemos reconocer que a los feligreses se les enseña que es un pecado ser a la vez cristiano y sionista.

En el mundo de hoy, nadie puede garantizar el futuro de ninguna comunidad de fe. Por lo tanto, debemos estar allí los unos para los otros: para protestar cuando cualquier lugar de culto es atacado, cuando los fieles se recluyen en sus casas demasiado temerosos de reunirse para la oración comunitaria. Y todos los hijos de Abraham deben trabajar juntos para profundizar y expandir los primeros signos de paz en el Medio Oriente.

Pude escuchar y ver los primeros frutos del Diálogo Interreligioso brotando de un bloguero saudí, Mohammed Saud, que constantemente publica sobre la paz entre nuestros pueblos. Su visión es la de una paz verdadera. Con la ayuda de Dios y nuestro compromiso colectivo, éste será el futuro.

* El escritor, un rabino, es Decano Asociado y Director de Acción Social Global del Centro Simon Wiesenthal. Es coPresidente de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional.

*Traducción del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.-

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