El país se encuentra en un momento muy complicado. La crisis política e institucional afecta de manera directa la acción del Estado en su conjunto, tal como lo estamos constatando: las compras de fertilizantes no se han realizado de manera oportuna, existe escasez de pasaportes, los pacientes tienen que hacer largas colas para conseguir una cita médica, entre otros ejemplos.
En este sentido, es importante recalcar que la gestión pública no es otra cosa que el proceso que permite operar la maquinaria del Estado para cumplir los fines y ejecutar la estrategia planteada por las políticas públicas.
Ahora bien, el modelo de gestión pública a seguir debe ser de calidad, orientado a promover el desarrollo, y que provea bienes y servicios públicos de manera efectiva, eficiente y oportuna. Para ello, se requiere, entre otros, un uso eficaz y eficiente de los recursos públicos, que garantice los mejores resultados posibles con los recursos públicos gastados.
Hay que considerar que los resultados de este proceso de gestión pública se logran a través de la coordinación entre entidades públicas, y en conjunto con los actores de la sociedad (sector privado, academia, organizaciones sociales, ciudadanos), quienes coproducen los bienes y servicios públicos. Por lo tanto, la gobernanza pública es vital para lograr resultados esperados.
La crisis política e institucional no permite el correcto funcionamiento del Estado. Si no es tarea sencilla en circunstancias normales, ahora resulta extremadamente difícil bajo la situación actual. Me refiero a los cambios permanentes de ministros, viceministros y directores; de perfiles no idóneos para los cargos; y de agendas políticas que anteceden a las prioridades sectoriales y a las necesidades básicas de la población.
El reto más urgente es encaminar nuevamente al país en el rumbo del desarrollo.
* Artículo extraído del especial Retos urgentes para un mejor Perú, de Pacífico Escuela de Gestión Pública
SEGUIR LEYENDO: