En el Perú los ciudadanos tenemos una amplia gama de derechos en cuanto se refiere a la participación en la vida política del país. Nuestra Constitución reconoce el derecho de toda persona “A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Nación (…)” conforme lo estipula el numeral 17 de su artículo 2.
Este mismo precepto agrega que “los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de remoción o de revocación de autoridades, de iniciativa legislativa y de referéndum”. El enunciado de estos derechos que corresponden a lo que se conoce como “participación popular” es reiterado en el artículo 31 de la Constitución, el cual incluye el “derecho y deber de los vecinos de participar en el gobierno municipal de su jurisdicción”.
El reconocimiento de los derechos a la participación popular es un rasgo distintivo de la democracia, pues en esta el pueblo es concebido como sujeto del Estado y no como mero objeto de sus decisiones y normas. Es el pueblo el que decide quienes gobiernan y legislan en el Estado y, por ello, tienen la facultad de producir las decisiones y normas que rigen nuestras vidas.
De allí la importancia y, al mismo tiempo, la responsabilidad que conlleva la condición de ciudadano y el ejercicio de los derechos políticos que es inherente a esta. Del ejercicio responsable y consciente de estos derechos depende contar con buenos gobernantes y legisladores que prioricen el bien común sobre sus intereses y apetencias particulares.
Entre los derechos políticos el más importante, sin duda, es el derecho de sufragio en sus dos vertientes, esto el, el sufragio activo o derecho a elegir, y el sufragio pasivo o derecho a ser elegido. El sufragio es el fundamento del sistema democrático, la piedra angular del mismo. Pero, al mismo tiempo que un derecho, es un deber no solo en sentido jurídico – en cuanto en el Perú el voto es obligatorio- sino también en un sentido moral ya que supone asumir una responsabilidad con el destino del país que no puede ejercerse de modo ligero o frívolo.
Como electores, si bien gozamos de la libertad de optar por los candidatos que concitan nuestra preferencia, ya sea por identidad ideológica o política o por sus cualidades personales, tenemos la responsabilidad de saber elegir ya que de ello depende la eficacia de los gobiernos que se constituyan. Para ello, es indispensable que nuestro voto sea consciente e informado, que no se base en apreciaciones simplistas o en la mera simpatía o apariencia de los candidatos, muchas veces promovidas por la publicidad o el marketing político. Hay que profundizar en su trayectoria personal, en sus antecedentes en el quehacer público y en la consistencia de sus programas y ofertas electorales. Sólo ello permitirá un voto responsable, con resultados positivos, ya sea para el gobierno nacional o los gobiernos regionales y locales.
Próximos a unas elecciones regionales y municipales debemos esforzarnos para conocer y analizar a los candidatos y tomarnos el tiempo para decidir nuestro voto que determinará el éxito o fracaso de esos gobiernos durante los próximos cuatro años.
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