Por qué falló Boris Johnson en su intento de emular a Winston Churchill

El histórico Premier británico tenía un hondo conocimiento de la historia, algo que no demostró el renunciante líder conservador actual al aconsejar la reconstrucción del Imperio y el Mare Nostrum romanos

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El primer ministro británico Boris Johnson hace una declaración en Downing Street en Londres, Reino Unido, el 7 de julio de 2022. REUTERS/Maja Smiejkowska
El primer ministro británico Boris Johnson hace una declaración en Downing Street en Londres, Reino Unido, el 7 de julio de 2022. REUTERS/Maja Smiejkowska

El polémico Primer Ministro británico deja el poder con un legado controvertido. Hay quienes elogian su decisión para llevar adelante el Brexit y manejar la pandemia. Otros destacan, en cambio, sus fallas en el campo de la moral y la ética, que fueron decisivas en la actitud del Partido Conservador de forzar su renuncia. Pero cuando se escriba la historia, posiblemente será central su actuación como líder de la OTAN -secundando a Joe Biden- en la guerra entre Rusia y Ucrania.

Tradicionalmente, en los países anglosajones, la guerra ha fortalecido políticamente a los líderes mientras ha durado. Las dos visitas de Boris Johnson a Kiev, su explícito apoyo al presidente Vlodomir Zelensky y la presencia en los países de la OTAN más amenazados por Rusia, como son los Bálticos y Polonia, lo mostraron ejerciendo ese rol.

Pero ello no fue suficiente para neutralizar su desgaste político puesto en evidencia en las últimas elecciones locales. Su imagen estaba deteriorada en el promedio de la opinión pública, pero hizo crisis dentro del propio Partido Conservador.

Johnson había sido una suerte de “vocero” de la OTAN en el conflicto con Rusia, en sintonía con el Presidente estadounidense y el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg. El 24 de enero, exactamente un mes antes de la invasión a Ucrania, había anticipado que la respuesta militar de la alianza militar occidental frente a su eventualidad, iba a generar “una Gran Chechenia” en Ucrania, y que iba a desgastar durante largo tiempo a Rusia, como le había sucedido en la guerra de Afganistán.

FILE PHOTO: U.S. President Joe Biden and British Prime Minister Boris Johnson shake hands during the Meeting of the North Atlantic Council Session with fellow heads of state at the NATO summit at the IFEMA arena in Madrid, Spain, June 30, 2022. REUTERS/Jonathan Ernst/Pool/File Photo
FILE PHOTO: U.S. President Joe Biden and British Prime Minister Boris Johnson shake hands during the Meeting of the North Atlantic Council Session with fellow heads of state at the NATO summit at the IFEMA arena in Madrid, Spain, June 30, 2022. REUTERS/Jonathan Ernst/Pool/File Photo

Agregó este caso para neutralizar el hecho de que, finalmente, después de más de una década de conflicto intermitente, Rusia había triunfado sobre la secesión chechena, con tácticas muy semejantes a las que usa hoy en Ucrania.

La apreciación del hoy ex Primer Ministro británico, cuando van a cumplirse seis meses de la guerra, no estuvo tan desacertada. A ello hay que agregar que, días antes, de la Cumbre de la OTAN de Madrid, Johnson dijo que la alianza militar occidental debía prepararse para sostener a Ucrania política y militarmente “durante años”, algo que hoy no parece tan improbable.

Pero paralelamente ha tenido declaraciones que no parecen coherentes para un líder en una contienda bélica. En política interna, Johnson dijo, semanas antes de su renuncia, que iba a gobernar el Reino Unido hasta mediados de los años 30 del siglo XXI, y que iba a ser el Primer Ministro que estuviera más tiempo en el poder de los últimos doscientos años, una declaración desmedida e inoportuna.

Dijo también que, si Putin hubiera sido mujer, no hubiera invadido Ucrania, una declaración incoherente que le permitió al presidente ruso recordar el rol de Margaret Thatcher en la guerra de Malvinas.

Días antes, durante la Cumbre de la OTAN de Madrid -la última a la que habrá concurrido-, sostuvo que la “comunidad política europea” -asume que existe pese al Brexit, porque da a la Unión característica económica-, tendría que inspirarse en el Imperio Romano, ampliándose a Israel y el norte de África y destacando que ya tenía a Turquía como miembro. Tras reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que “deberíamos recrear básicamente el ‘Mare Nostrum’ del Imperio Romano” e incluir a “Ucrania, Turquía y el Magreb”. No advirtió que la primera nunca formó parte del Imperio Romano, lo cual puede haber sido deliberado, para no cuestionar su propia tesis, y que Turquía ya forma parte de la OTAN.

El primer ministro británico Boris Johnson y el presidente de Ucrania  Volodymyr Zelenskiy, durante la visita del primero a Kiev (foto archivo: Ukrainian Presidential Press Service/Handout via REUTERS)
El primer ministro británico Boris Johnson y el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy, durante la visita del primero a Kiev (foto archivo: Ukrainian Presidential Press Service/Handout via REUTERS)

En realidad, el dirigente conservador británico posiblemente no sepa que, hace 2000 años, en el momento de mayor expansión del Imperio Romano, el PBI chino era mayor que el de éste, como también su población y sus redes comerciales. Quizás esto coincida con un empeño que no parece lógico en desatender la advertencia de Henry Kissinger, de que la OTAN no tiene que empujar a Rusia a una alianza militar con China.

Johnson ha querido emular a Winston Churchill y su liderazgo en la Segunda Guerra Mundial. Pero ello no ha resultado así. Churchill tenía un gran conocimiento de la historia. Cuando asumió como Primer Ministro, durante la Segunda Guerra Mundial, había escrito los varios tomos de su “Historia de los Pueblos de Habla Inglesa” y su larga obra sobre el Duque de Marlborough. También tenía una experiencia militar destacadísima. Graduado en la Academia Militar de Sandhurst, fue un joven oficial de Caballería en Sudán y la India. En la Primera Guerra Mundial fue ministro de Marina, Guerra y Municiones, pero además jefe de un batallón durante casi un año en las trincheras de Francia.

Además el líder británico en la Segunda Guerra Mundial siempre tuvo en claro la necesidad de aislar a Alemania. Por eso cuando invadió Polonia en acuerdo con la URSS dividiéndose el país, se evitó ampliar la declaración de guerra a Stalin, que lideraba un régimen totalitario sin precedentes, como el de Hitler. Por el contrario, Churchill trabajó activamente para inducir la invasión nazi a la potencia soviética, una estrategia inversa a la que hoy se desarrolla, induciendo la alianza militar entre Moscú y Beijing. Esa fue la posición del líder británico, pese a que al finalizar la Primera Guerra Mundial, había sido precursor en proclamar la necesidad de terminar con el régimen soviético.

Winston Churchill, el premier que condujo la 2a Guerra Mundial
Winston Churchill, el premier que condujo la 2a Guerra Mundial

Pero puede hacerse una consideración más amplia. Ninguna de las tres figuras de la OTAN, que en los hechos conducen la guerra, Biden, Johnson y Stoltenberg, tienen formación histórica ni experiencia militar, algo que ayuda para comprender el fenómeno bélico y su proyección.

Quizás Johnson sea el extremo de un caso no tan aislado respecto al liderazgo occidental en la mayor crisis de seguridad desde la Segunda Guerra Mundial, como la ha caracterizado la OTAN en Madrid, de esta limitación.

Hasta ahora, los líderes occidentales no han usufructuado políticamente la guerra. El británico ha renunciado, el estadounidense se encuentra en niveles mínimos de aprobación y se encaminaría a una derrota electoral, Emannuel Macron ha sobrevivido, pero perdiendo la mayoría parlamentaria en una elección con un ausentismo sin precedentes, y Mario Draghi tiene un gobierno en crisis.

Podrá decirse que ello no es consecuencia de la guerra, sino de la mala economía. Pero ésta, en gran medida, es consecuencia del conflicto bélico: los incrementos de los precios de los alimentos y la energía, el aumento de la inflación en general, y la amenaza de una recesión muestran que puede no haberse advertido cuáles serían las consecuencias económicas de la guerra. Posiblemente, en esto faltó previsión.

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