El 17 de mayo de cada año se celebra el Día Mundial del Reciclaje, con el fin de fomentar un uso eficiente de ciertos tipos de residuos, como plásticos, papel, orgánicos, o líquidos. El reciclaje consiste en el uso circular de un material o elemento que, mediante una adecuada segregación tras su descarte, puede recuperar con más facilidad su capacidad para satisfacer determinadas necesidades de consumo. Así, se reduce la generación de residuos.
En el ámbito global, el panorama del reciclaje es complejo. Por ejemplo, en el 2016, el continente americano generó más de 572 millones de toneladas (MTON) en residuos y se prevé un incremento de 47.37 % (843 MTON) para el 2050. Se proyecta un crecimiento similar para África (849 MTON), seguida por Europa-Asia Central (540 MTON), Asia del Sur (729 MTON) y Asia del Este-Pacífico (787 MTON).
En materia de gestión de residuos sólidos urbanos (RSU) —según el Foro Económico Mundial— Alemania, Gales y Singapur encabezan la lista global con tasas de reciclaje del 66 %, 64 % y 61 %, respectivamente. En el caso de los plásticos, Estados Unidos, el mayor contaminante plástico del planeta, recicla solo el 5 % de su producción. Asimismo, el 2021, Circularity Gap Report concluyó que solo el 8.6 % de los materiales en el mundo es circular, es decir, el resto de ellos con potencial valor aprovechable simplemente se descarta en botaderos (90 %) o se incinera (10 %).
En este escenario, Ipsos realizó una encuesta a 19 000 personas de 28 países. El 80 % de los participantes consideró que las empresas que producen empaques plásticos deberían reciclarlos por obligación. En el Perú, el 47 % de encuestados califica de ineficiente al servicio de reciclaje en el lugar donde habitan. ¿Cómo revertir esta situación?
CONTEXTO Y NORMATIVA PREVIA
El reciclaje en el Perú advierte un diagnóstico más complejo. Generamos alrededor de 8 MTON de RSU cada año, de los cuales el 48 %, equivalente a 3.5 MTON, se descarta en 1585 botaderos informales distribuidos en el territorio nacional. En resumen, muchos materiales con potencial valor residual son desaprovechados y contaminan el medioambiente. Además, según el Ministerio del Ambiente (Minam), el Perú produjo 708 000 toneladas de plásticos en el 2019, de los cuales solo el 1.9 % se recicló y el 43.7 % terminó en el océano.
Los Gobiernos anteriores buscaron afrontar este desafío medioambiental con implicancias económicas y de salud pública. Por ejemplo, en el 2005 se promulgó la Ley 2811, Ley General del Ambiente. En el 2009 se aprobó la Ley 27314, Ley para la Gestión de Residuos Sólidos, y la Ley 29419, Ley Relacionada a la Actividad de los Recicladores. En el 2019 se aprobó la Ley 30884, Ley que Regula el Plástico de Un Solo Uso y Envases Descartables, y la Norma Técnica Peruana (NTP) 900.058:2019, referida a la segregación responsable de los residuos sólidos. Sin embargo, los marcos regulatorios no representan una solución por sí solos. Esto ciertamente ofrece oportunidades interesantes es la acción coordinada entre la ciudadanía y el sector privado.
ACCIONES URGENTES
Es indudable que la COVID-19 disparó el descarte de desperdicios, especialmente en forma de bolsas plásticas, mascarillas y envases descartables, tras la aplicación de las cuarentenas. En consecuencia, cerca de 180 000 recicladores vieron afectada su fuente de ingresos al no poder trabajar. No obstante, hoy existen oportunidades para robustecer el reciclaje en el país.
En primer lugar, es vital reforzar las campañas de segregación de residuos y que estas sean de largo aliento en los colegios y los Gobiernos locales. Estos esfuerzos deben ir en simultáneo con planes de desarrollo logístico y de infraestructura para el reciclaje. Un ejemplo de ello es la Municipalidad de Santiago de Surco, que cuenta con una planta propia de reciclaje. Similar óptica podría aplicarse a los residuos orgánicos descartados en los mayores centros de abasto del país para la producción y venta de compost o para su uso en áreas verdes públicas.
Segundo; en el caso del sector privado (sobre todo la industria de consumo masivo) debe mostrar un mayor compromiso en materia de diseño de envases (monomateriales/biomateriales) y en su capacidad reciclar el plástico. Para ello, se requieren metas realistas, transparentes y cuantificables, como ya lo hicieron múltiples corporaciones globales. De igual modo, se debe continuar con el empadronamiento, la capacitación y el apoyo a los recicladores, pues esto permitirá no solo potenciar los niveles de reciclaje actuales, sino también elevar los ingresos de estos actores clave.
Tercero; pese a que no existe una fórmula mágica para resolver las limitaciones del reciclaje en el Perú, sí existen esfuerzos articulados y complementarios. Diversos actores de los sectores público y privado, pasando por asociaciones civiles hasta las ONG, han mostrado iniciativas interesantes. Por ejemplo, y sin ningún orden en particular, destacamos la labor de Ciudad Saludable, Sinba, Pamolsa, Recicla,pe!, Aniquem, Kunan, Backus, Cencosud y Recíclame. No obstante, es urgente que todas estas acciones sean constantes y consistentes en el tiempo, que cuenten con una métrica definida y evidencien su verdadero impacto y el valor societal generado.
Por último, la tendencia global en gestión medioambiental se enmarca en el paradigma del green management o la gestión verde. En ese sentido, el reciclaje representa un eslabón clave para el desarrollo de una economía circular en el Perú.
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