Mucho se ha dicho y escrito sobre la Cumbre de las Américas que se realiza en Los Ángeles. La negativa del presidente mejicano Andrés López Obrador (AMLO) a participar de la cumbre debido a la exclusión de las tres dictaduras -Venezuela, Cuba y Nicaragua- dio la impresión de que la cumbre iba a ser un fracaso total. Sin embargo, discrepo de esta percepción.
La decisión del presidente Joe Biden de excluir a estos tres países envía un claro mensaje de apoyo no solo a la democracia regional, que en palabras del propio presidente “es un ingrediente clave en el futuro de las Américas”. Estados Unidos no puede detener las crecientes inversiones de China en América Latina. Asimismo, tampoco podrá derrocar las dictaduras en la región a menos que dé el improbable paso de una intervención militar.
Además, el fracaso de la oposición en Venezuela para actuar en unidad contra el régimen, la traición de los militares al pueblo y la creciente influencia de Cuba y las organizaciones criminales están conduciendo inevitablemente a un nuevo modelo de estado mafioso que se perpetuará en la eternidad. Es probable que Nicaragua vaya en la misma dirección a menos que veamos protestas masivas con unidad de propósito como las hemos visto en Ucrania en 2014.
Además de esto, en América Latina existen problemas de corrupción generalizada, cleptocracia, pobreza y disparidad socioeconómica, los cuales son serios desafíos que podrían generar más populismo y demagogia con falsas promesas de cambio y redención. Basta mirar a Colombia cuya sociedad hace unos años rechazó los acuerdos con las FARC y hace unas semanas 8 millones de personas dieron su voto a Gustavo Petro, ex guerrillero de izquierda.
Para peor, para contrarrestar a Petro los colombianos eligieron a un charlatán populista que carece de un programa claro. Ninguno de estos problemas podrá resolverse en la Cumbre de las Américas. La democracia y el estado de derecho parecen insignificantes a ojos de los ciudadanos de América Latina en comparación con las necesidades materiales más urgentes.
Sin embargo, las propuestas presentadas por la Administración Biden pueden mitigar algunos de estos serios desafíos. Estas iniciativas aun sin proporcionar una solución sólida a corto plazo podrían ser el inicio de un importante proceso. La Administración Biden propone mejorar los servicios de atención médica y prepararse para pandemias en comunidades remotas y marginadas de la región.
Asimismo, anunció el lanzamiento de una nueva iniciativa para establecer cooperación regional para mejorar y potenciar los sistemas de salud y mejorar la “coordinación, transparencia y rendición de cuentas”. El programa brindará capacitación a medio millón de profesionales de la salud pública, científicos y médicos en toda la región en un plazo de cinco años”.
La Casa Blanca también anunció una iniciativa para aumentar la cooperación económica centrada en fortalecer las cadenas de suministro, la energía limpia y el comercio inclusivo. Del mismo modo, la Administración Biden también presentó un proyecto juntamente con el sector privado estadounidense para brindar capacitación y tutorías que brindarían oportunidades comerciales y profesionales a jóvenes en Centroamérica.
También habrá inversión del sector privado estadounidense en Centroamérica con el objetivo de generar empleos. Finalmente, existe otra iniciativa estadounidense para reforzar una colaboración más estrecha entre las ciudades de los Estados Unidos y las ciudades de América Latina con el objetivo de trabajar en temas como el desarrollo económico, los problemas ambientales, la gobernabilidad democrática y las soluciones a la pobreza.
Lo importante en estas iniciativas no es qué tipo de resultados traerán a corto plazo, sino el hecho de que EE.UU. ha reaparecido en una región que es parte de su vecindario y que se ha encontrado sujeta en las últimas décadas a la influencia rusa, china e iraní y donde los valores democráticos han sido sistemáticamente erosionados. Esto debería ser solo el comienzo.
Estados Unidos debería dar seguimiento a estas iniciativas y agregar más cada año. También debería aprovechar la Asamblea anual de la Organización de los Estados Americanos para reforzar estas propuestas e incluso impulsar nuevas. Los países del hemisferio occidental no deberían ser descuidados nunca más.