Pocos meses antes del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas, suceso que cambiaría radicalmente la estrategia geopolítica del gobierno estadounidense encabezado por George W. Bush, el gran ensayista mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) expresaba que “las democracias latinoamericanas, nuevas y frágiles, corren un gran peligro: si no dan resultados de mejoría tangible para los millones de latinoamericanos que viven con cien dólares o menos al mes, es probable que revirtamos a nuestra más vieja tradición política que es el autoritarismo”.
El intelectual mexicano, graduado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México y en Economía en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, fue premiado con el Premio Cervantes en 1987. En su discurso de aceptación pronosticó la masividad del idioma hispanoparlante o castellano (así lo llamaba) en las tres Américas. “Nuestra imaginación política, moral, económica, tiene que estar a la altura de nuestra imaginación verbal”. Y agregaba que la lengua universal de Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Julio Cortázar y Octavio Paz había encontrado un pasaporte mundial.
Hace un tiempo le preguntaron al fundador de Amazon, Jeff Bezos cuál era su visión sobre los cambios tecnológicos y comerciales que se producirían en la próxima década. Respondió que para él resulta más importante saber cuáles son aquellas cosas que no cambiarían. Desde 2013 Bezos es además el accionista mayoritario del diario The Washington Post, periódico cuya investigación periodística sobre el caso Watergate realizada por Bob Woodward y Carl Bernstein fue decisivo para forzar la renuncia del presidente republicano Richard Nixon en el año 1974.
La seguridad jurídica, condición esencial para atraer inversiones productivas a largo plazo, es la materia transversal de la agenda de la cumbre. Sin reglas de juego transparentes sostenidas por los distintos gobiernos no habrá desarrollo con equidad para la mayoría de los ciudadanos. Esto incluye directamente a Venezuela, Rusia y China. Y es un llamado de atención para las empresas e inversores internacionales que buscan ganancias rápidas en países donde no funciona un poder judicial independiente.
Dos interrogantes serán centrales para plantearse durante el desarrollo y las conclusiones de la novena edición de la Cumbre de las Américas que se desarrolla en la ciudad de Los Angeles. En primer lugar, cabe preguntarse si las democracias del hemisferio americano cuentan en la actualidad con instituciones fuertes, capaces de convivir con una prensa independiente que controle al poder político. Concretamente, si hoy es posible que una investigación periodística avalada e investigada por un juez imparcial defina el futuro político de alguno de los presidentes de los países que participan en el encuentro hemisférico que se realiza desde el año 1994.
Por último, un tema no menor. ¿El documento final de la cumbre será redactado originalmente en inglés y traducido al español o viceversa? Según un estudio del Instituto Cervantes publicado el año pasado, se estima que para 2060 Estados Unidos será el segundo país con mayor número de hispanohablantes del mundo, solo por detrás de México, con 127 millones. Se calcula además que para entonces el 27,5 por ciento de la población estadounidense será de origen hispano.
El próximo 12 de octubre se cumplirán 530 años del descubrimiento de América. Carlos Fuentes afirmó que Simón Bolívar se quejó de que los europeos le exigían a los hispanoamericanos hacer en años lo que a los mismos europeos les tomó un milenio. En una revolución, como en una novela, la parte más difícil es inventar el final, escribió el historiador francés Alexis de Tocqueville, autor del clásico ensayo “La democracia en América”. Nuestra región no necesita revoluciones ni relatos de ficción. Sus líderes políticos sólo deberían evaluar el costo político, económico y social que tendrían que pagar por desconocer las virtudes del sistema democrático frente a las falsas promesas de los espíritus autoritarios y populistas que amenazan la libertad y el desarrollo de las repúblicas latinoamericanas. Jean F. Revel siempre lo dice mejor: “La utopía no está sujeta a ningún resultado obligado. Su única función es permitir a sus adeptos condenar lo que existe en nombre de lo que no existe”.