¿Para qué cambiar si las cosas siempre han funcionado así? ¿Y si nos equivocamos? ¿Para qué arriesgarse tanto? Estoy segura que muchos de nosotros nos hemos planteado estas preguntas alguna vez o las hemos escuchado en las empresas donde trabajamos, pese a que en los últimos años se habla demasiado sobre la importancia de la innovación. No obstante, es precisamente ese miedo latente al cambio lo que limita nuestra capacidad innovadora y, por lo tanto, nuestro desarrollo personal u organizacional.
Por ejemplo, según el Ranking de Innovación C3, 2020, en el Perú solo el 30 % de trabajadores considera que sus empresas incentivan o premian a quienes aportan nuevas ideas. Por ello, para no equivocarse o ser sancionados, generalmente mantienen un perfil bajo frente a los retos o desafíos que tienen por delante. Esa postura, no obstante, es el reflejo del temor y frustración que sienten sus líderes frente a la innovación, sobre todo cuando se pone en juego la rentabilidad de la empresa.
Personalmente, considero que el miedo es un sentimiento natural que nos conduce a ser prudentes y planificar el resultado de nuestras acciones, pero nunca debe paralizarnos. Por ejemplo, la crisis por la pandemia condujo a muchas empresas al éxito o al fracaso. Las diferencia entre unas y otras fue su agilidad para adaptarse al cambio y proyectarse al futuro. Aquellas que salieron adelante tuvieron que innovar, transformar sus modelos de negocios, abrirse a nuevos mercados y nuevos canales de comunicación y venta, generando así una verdadera propuesta de valor para atender las necesidades de la gente. Lo curioso es que ahora, que estamos volviendo a la presencialidad, deben volver a adaptarse.
El mundo está en constante cambio y el mercado es hoy más dinámico. En este escenario, la cultura organizacional y el liderazgo juegan un rol determinante para vencer la barreras del miedo y promover la innovación a todo nivel, a través de espacios de trabajo donde se reconozca las nuevas ideas, se valoren los nuevos proyectos y se incentive la experimentación sin miedo a equivocarse. El error es parte del aprendizaje y, cuando un equipo aprende de él, desarrolla cambios sustanciales que aportan valor y generan un retorno de inversión ágil y eficiente. Es por eso que hoy en promedio 1 de cada 2 empresas peruanas está invirtiendo en innovación, según la Encuesta Nacional de Innovación.
La innovación es un desafío para generar grandes cambios, pero para lograrlo debemos fomentar una cultura de experimentación libre, donde el miedo sea un componente positivo para salir de nuestra zona de confort, ser más creativos, más arriesgados y transformar realidades. Así lo sostiene también la ONU al señalar en la ODS 9 que la Industria, Innovación e Infraestructura son factores clave para desencadenar las fuerzas económicas y competitivas del mundo, así como la generación de empleo.
En ese sentido, queda claro que la innovación es vital para lograr el crecimiento de las empresas, organizaciones y de nosotros mismos en nuestro proceso de transformación en un entorno cambiante. Amigos, que el miedo no sea un motivo de angustia y, por el contrario, se convierta en esa señal que nos empuje a aprender y generar oportunidades para hacer lo extraordinario posible. Los invito a todos a no quedarse inactivos por temor a equivocarse o por la incertidumbre de no lograr los resultados esperados.
¡Hasta la próxima!
Sobre Ada Kanashiro
Directora de Educación Continua y Postgrado de la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina (UCAL), con más de 15 años de experiencia en Gestión Administrativa y Académica en Instituciones de Educación Superior. Arquitecta por la Universidad Ricardo Palma, con Especialización Técnica en Interiores en Taisei Kensetsu,Tokyo, a través de AOTS (Association for Overseas Technical Cooperation). Asimismo, cuenta con una maestría en Administración de Empresas por la Universidad Tecnológica del Perú, con doble grado por la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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