Ayer, 17 de mayo, se celebró el Día Mundial del Reciclaje, medida clave para el desarrollo sostenible. ¿Cómo avanzamos en este tema y cuáles son las principales tendencias?
El antiguo modelo lineal y sus consecuencias en nuestro país
Durante los últimos 60 años, buena parte de la humanidad ha entendido el desarrollo desde una perspectiva principalmente económica. Gracias a ella, el modelo usual de progreso en la mayoría de nuestros países —independientemente del contexto— ha sido lineal: extraer, producir, consumir y desechar.
Este modelo ha servido, qué duda cabe, para crecer en múltiples frentes: el ritmo y la multiplicación de la producción han abaratado costos y permitido que recursos más y menos esenciales puedan ser masivos. Sin embargo, también ha generado múltiples consecuencias negativas para el planeta y sus habitantes. Una de ellas es la alarmante cantidad de residuos que producimos día a día, que está llevando al mundo a una crisis ambiental y climática casi irreversible.
Solo en Perú, según el Ministerio del Ambiente (MINAM), generamos diariamente 21 mil toneladas de residuos sólidos, una cifra equivalente a casi 2 mil camiones de basura. La mitad de estos desechos, lamentablemente, termina en lugares inadecuados: botaderos sin plan de reutilización, ríos y lagos que no son tratados, etc. De hecho, según el mismo MINAM, solo el 1% de los residuos se recupera, cuando el potencial real de reaprovechamiento en nuestro país es de 70%.
Más preocupante aun es que las proyecciones sobre este tema no son optimistas. El Banco Mundial (BM) calcula que la cantidad de residuos en la región Latinoamérica y el Caribe se incrementará en 25% al 2050 si insistimos con el modelo lineal de producción.
La importancia del modelo de economía circular y algunos esfuerzos rescatables
Efemérides como el Día Mundial del Reciclaje permiten reflexionar sobre el rol clave de esta actividad contra estas condiciones, pues es quizás una de las formas más conocidas de involucrarse en el cuidado del medio ambiente. En ese sentido, estoy convencida, al igual que gran parte de los especialistas, que es esencial ubicar a esta actividad como un componente parte de un modelo más amplio que incorpora actividades igual de importantes en favor de la reducción de residuos: la economía circular.
A través del modelo de economía circular, se busca replicar los ciclos de la naturaleza, en los que nada sobra y todo es reaprovechado. Con él, podremos abandonar el modelo lineal de extracción, producción, consumo y descarte para pasar a uno nuevo de extracción, producción, consumo y reinserción de residuos, que serán usados como insumos en nuevos procesos.
A la fecha, en Perú ya existen signos alentadores de que esta transición da sus primeros pasos. Un hito importante ha sido la implementación de la “Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en el Sector Industria” (2020), iniciativa del Ministerio de la Producción (PRODUCE) y del Ambiente (MINAM), que promueve a través de múltiples instancias la economía circular en las industrias manufactureras y de procesamiento industrial pesquero.
Otro hito, más a nivel local, ha sido la puesta en marcha de los programas de Valorización de los Residuos Municipales, mediante la cual se busca activar sistemas integrados de recolección y segregación de los residuos en las municipalidades.
El sector privado también ha sido protagonista de esfuerzos importantes a considerar, que se enfocan tanto en los procesos internos de gestión, como Recíclame —iniciativa que promueve la transición a economías circulares por parte de organismos de gobierno y empresas—, así como en los externos, como ReciclaConsciente —que impulsa el reciclaje ciudadano y pone a disposición de la sociedad múltiples estaciones para hacerlo.
Algunos retos que enfrentamos
Lamentablemente, pese a lo que significan estos avances, en el país aún queda mucho por recorrer para que la economía circular adquiera gran escala y resultados tangibles de alcance e impacto. Un primer reto es la brecha en la capacidad de gestión municipal para impulsar programas de reciclaje. Según el Registro Nacional de Municipalidades (RENAMU), en el 2019, solo el 23% de estas señaló incluir al reciclaje como método de disposición final de residuos.
Un segundo reto es la brecha de infraestructura en el Perú. Esto se ejemplifica muy bien en nuestro déficit de rellenos sanitarios, que asciende aproximadamente al 66%. Según el MINAM, deberíamos contar con 190 de estos y apenas tenemos 65. De hecho, algunas regiones como Arequipa, Madre de Dios, Moquegua y Tacna no poseen estas instalaciones esenciales.
Y un tercer reto es la constante inestabilidad política que padecemos y los consecuentes cambios de funcionarios públicos. Solo en este gobierno, que no lleva ni un año instalado, hemos tenido 3 ministros del Ambiente y 4 viceministros. Esto fomenta la discontinuidad en las políticas públicas relativas a la economía circular e incluso que muchos de los avances en la materia sean frenados.
Razones para resolver estos retos
¿Por qué es importante abordar estos retos para acelerar el camino hacia un Perú más circular? En primer lugar, porque nuestro país ha adquirido compromisos importantes con organismos multilaterales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que como parte de los requisitos para nuestra adhesión ha encargado mejorar nuestra gestión de los residuos sólidos. También, con las Naciones Unidas, sobre todo, en lo referente a la Agenda 2030, mediante el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 12, Producción y Consumo Responsables, más puntualmente, a través de la meta 12.1: “la reducción considerable de la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización”.
Y en segundo lugar —tal vez la razón más importante—, porque si no se hace nada hoy, será más costoso en el futuro. El precio de inacción es bastante alto en términos monetarios, de empleo, biodiversidad y cambio climático. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que la economía circular generaría un total de 4.8 millones de puestos de trabajo en América Latina y el Caribe hacia 2030. Esto va tener un impacto muy positivo en países como el nuestro, en el que la informalidad abunda, pues se calcula que en Latinoamérica el 50% de los residuos reciclados vienen de aproximadamente 2 millones de recicladores informales. Asimismo, la implementación global del modelo de economía circular podría eliminar el 45% de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se generan al fabricar y usar bienes, así como producir alimentos.
Empresa y sociedad: dos actores clave de la transición
Luego de dos años de pandemia, creo que es más claro que nunca que es posible encontrar oportunidades en tiempo de crisis. En ese sentido, las empresas desde sus modelos de negocio son capaces de encontrar en la transición a la circularidad ocasiones para crear nuevas eficiencias, productos y atender demandas insatisfechas.
Como parte del equipo Perú Sostenible, que evalúa constantemente y bajo distintos fines la gestión de sostenibilidad de organizaciones de diversos sectores, he tenido la oportunidad de encontrarme empresas que ya tienen implementado este modelo. Dos casos exitosos que resalto son la gestión de residuos transversal de Aceros Arequipa, organización que genera acero completamente reciclable a partir de chatarra metálica y reúsa sus subproductos en otros procesos; y “Un Mundo sin Residuos”, de Corporación Lindley, que implementa la iniciativa original de The Coca Cola Company de proyectar hacia el 2030 la recolección de sus productos al 100%.
Al igual que muchas empresas, la sociedad civil también tiene un papel clave que desempeñar. Nosotros podemos adaptar nuestros hábitos y estilo de vida a la economía circular, comprando conscientemente y a empresas responsables que reaprovechen sus residuos, reparando en vez de desechar, recuperando productos para darles una segunda vida —a través de organizaciones como Recidar—, participando en programas de reciclaje municipales o abiertos —como Reciclaconsiente— y exigiendo a nuestras autoridades generar un contexto favorable para acelerar nuestro avance en este tema.
Hoy tenemos la oportunidad de dar forma a un futuro diferente y mejor. La iniciativa del gobierno por generar entornos favorables, así como la de empresas y ciudadanos apostando por el rediseño, reducción, reutilización, reparación, recuperación y reciclaje será sumamente importante para aprovechar un modelo que tiene la capacidad de generar prosperidad en múltiples frentes para seguir construyendo el Perú Sostenible que todos queremos.
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