La Contrarreforma universitaria y la tesis del presidente Castillo

Marcel Velázquez, investigador y profesor principal de la UNMSM, resalta que, si bien hay un interés por la tesis con plagio de políticos, “pocos quieren ver el problema sistémico” que afecta a la educación universitaria.

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La investigación de presunto plagio en la tesis de Pedro Castillo avanza en la Fiscalía. | Foto: Presidencia de la República
La investigación de presunto plagio en la tesis de Pedro Castillo avanza en la Fiscalía. | Foto: Presidencia de la República

La sociedad peruana vive asediada y permeada por la ilegalidad y la informalidad. En todos los niveles de gobierno, encontramos corrupción, saqueo del dinero público e imposición de intereses particulares sobre el bien común. Por otro lado, en nuestras prácticas sociales cotidianas, usar el transporte, comprar una mercancía, asistir a una institución educativa, comprar una entrada a un espectáculo, es imposible no estrellarnos contra actos ilegales y servicios informales.

Este proceso viene acentuándose, pues la corrupción política se ha descentralizado en cada pueblo del Perú y la pandemia agudizó la informalidad laboral y económica. En este marco, el presidente Castillo y la mayoría de los congresistas actuales han sellado una alianza entre el populismo y el mercantilismo para desregular, socavar la autoridad de las instituciones técnicas y revertir las incipientes reformas que se habían iniciado en el transporte y la educación.

La aprobación en el Congreso de cambios significativos en la Ley Universitaria implica diversos aspectos: la victoria del populismo que busca masificar y empobrecer a la universidad, la defensa del corporativismo, la guerra al mérito y el rechazo a la supervisión estatal. Así, bailan entrelazados “autonomía” universitaria, prebenda gremial, “representatividad”, mediocridad académica, poder del dinero y mercantilización del servicio educativo.

Con los cambios legislativos, el Minedu pierde la rectoría del sistema universitario y la Sunedu, el órgano supervisor y regulador, es capturado por los regulados. Así se inicia el desmontaje de la única reforma que había logrado legitimidad social. Sunedu negó el licenciamiento a 50 universidades (48 privadas y dos públicas) que no poseían condiciones mínimas de calidad. Hoy ese trabajo se pone en jaque.

Los congresistas quieren retornar al periodo en el que la estafa masiva a los jóvenes campeaba en el Perú, pues se ofrecían servicios de educación universitaria que constituían farsas con ventanas polarizadas, pero que no garantizaban la adquisición de competencias profesionales mínimas entre sus centenares de miles de egresados. Lo que sí generaron fue “plata como cancha” para sus dueños, que ingresaron así a la política.

En 2012, Pedro Castillo y su esposa Lilia Paredes estudiaron una maestría de Psicología Educativa y obtuvieron mediante una tesis el grado de magíster en la Universidad César Vallejo. ¿Fueron dos profesores desinformados, víctimas de una estafa educativa, o se aprovecharon del viciado sistema universitario para obtener prebendas económicas en su ámbito laboral?

UNA TESIS EN TACABAMBA

El poblado rural de Tacabamba, provincia de Chota (Cajamarca) tiene c. 3 000 habitantes. Allí se ofreció por algunos años una maestría en educación de la U. César Vallejo. La maestría fue errante, no tenía un local propio y los profesores solo acudían a enseñar algunos fines de semana, todos los alumnos obtenían notas sobresalientes y se garantizaba el grado académico de magíster a los que cumplían con todos los pagos. El simulacro de universidad en todo su esplendor.

El hoy presidente y su esposa estudiaron allí y presentaron su tesis “La equidad de género y los aprendizajes significativos del área de personal social en los estudiantes del IC ciclo de la institución educativa N.º 10465 Puña-Tacabamba-Chota-Cajamarca, 2011″. El documento tiene 134 páginas y desde la pág. 92 incluye los anexos (pruebas pedagógicas y cuestionarios).

A partir de dos reportajes periodísticos de Vicky Zamora en el programa televisivo Panorama, se puede sostener que la tesis presentada tiene numerosos plagios, incluso copia la cita de sus víctimas; los autores han adulterado las referencias bibliográficas de los artículos copiados; dos validadores académicos del instrumento (cuestionario) no existen; y como cereza del pastel, el asesor que aparece consignado en la tesis niega haberse desempeñado como asesor.

Por definición una tesis de posgrado es una investigación rigurosa y requiere originalidad, integridad académica y relevancia. Por lo observado, la tesis conjunta de Pedro Castillo y su esposa no tiene originalidad, pues depende en su mayoría de otras ideas y argumentos, escritos anteriormente. Además, viola la integridad académica por los plagios y el fraude (falsificación de nombres y DNI de validadores del instrumento, simulación de asesoría que no existió). Por último, sus conclusiones y sugerencias son de una insignificancia aterradora, que avergonzarían a un adolescente despistado.

La defensa del presidente la ha asumido el ministro Salas con una energía envidiable, pero con razones deleznables: los procedimientos y estándares de calidad en ese año eran otros. Que no se usase el Turnitin y que no existiese la Sunedu en el 2012, no legitima una tesis sin originalidad, sin contribución alguna y realizada de forma deshonesta. ¿El ministro Salas quiere ser el primer ministro de Cultura en el mundo en defender la impostura y el plagio?

El presidente probablemente confía en que la UCV termine avalando la obtención de su grado, práctica frecuente entre las instituciones, pues así evitan asumir la responsabilidad que también les corresponde por permitir que trabajos de investigación de muy bajo nivel y con alto porcentaje de plagios se presenten como tesis.

Los medios periodísticos se interesan por la tesis con plagio de políticos, pero pocos quieren ver el problema sistémico: ha habido universidades en el Perú que han permitido el plagio, el fraude e investigaciones insignificantes para obtener el grado de magíster por décadas. Las universidades con menor número de profesores investigadores y con menor capacidad de crear conocimiento son las que tienen más matriculados en programas de posgrado (maestrías y doctorados) y un número monstruoso de tesis registradas en Renati. Esto es insensato en cualquier país del mundo.

En el Perú, la universidad está asediada por Escila y Caribdis; por la monstruosa ilegalidad y el remolino de la informalidad. Solamente la ciudadanía organizada puede defender la esperanza y el futuro del país, y luchar por una universidad de calidad para todos. Esa es la tarea urgente.

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