Filipinas: “Bongbong” Marcos y las consecuencias inesperadas de la necesidad de crecer

El proceso electoral de las Filipinas es un excelente campo de aprendizaje para las fuerzas democráticas a nivel mundial

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Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr, hijo
Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr, hijo del difunto dictador Ferdinand Marcos, saluda a sus partidarios en su sede en la ciudad de Mandaluyong, Metro Manila, Filipinas, durante los festejos por la obtención de la presidencia (Reuetrs)

La victoria electoral de Ferdinand “Bongbong” Marcos, hijo del fallecido dictador Marcos en Filipinas ha sido visto como una nueva derrota para las fuerzas democráticas. En efecto, pese a su valiente lucha contra los abusos y autoritarismo del actual presidente Rodrigo Duterte, Leni Robredo no logró crear una coalición de fuerzas democráticas capaz de impedir el continuismo autoritario en el gobierno. A mi modo de ver, sin embargo, esta derrota es preludio de una victoria futura.

El proceso electoral de las Filipinas es un excelente campo de aprendizaje para las fuerzas democráticas a nivel mundial. Porque muestra claramente cómo las culturas corporativistas heredadas del Medievo español crean poderosísimos grupos de poder que no están dispuestos a dejar de beneficiarse de los múltiples monopolios generadores de rentas que les mantiene vigentes por los últimos cuatro siglos. Esos grupos de poder no están interesados en que instaure la competencia en la política o en la economía. Porque eso significa que tendrían que dedicarse a crear riqueza, ejercicio mucho más complejo y con frecuencia de resultados inciertos en este mundo globalizado.

De manera que los grupos de poder se alinean con quien les garantice la perpetuación de un estado corporativista. Ese estado es el mejor mecanismo de distribución de rentas que se conozca. La nación se organiza en corporaciones como la empresarial, la laboral, la profesional/intelectual y la militar. Cada corporación tiene una cúpula dirigente, las cúpulas tienen acceso a los frutos del crecimiento económico, a los mejores servicios públicos y a la mejor educación. El resto de la población vive en un constante forcejeo para que se le reconozcan sus derechos, se le presten servicios públicos y se les abra el mercado laboral. Este régimen de privilegios para los estamentos dirigentes represa las potencialidades económicas impidiendo el desarrollo.

En Filipinas el cenit de este sistema ha sido representado por Duterte, pero la dictadura del padre del actual presidente electo no fue distinta. En ambas las violaciones a los derechos humanos fueron masivas; la expoliación de los bienes públicos escandalosamente notoria y el poco crecimiento económico evidente.

El joven Marcos viene de otra formación. El exilio le obligó a entrar en contacto con la economía más avanzada del mundo y a hacer los pininos empresariales en ese país. Por tanto, sabe que la libertad económica es fundamental para fomentar el crecimiento y alcanzar el desarrollo. De allí que el joven Marcos haya indicado a lo largo de su campaña electoral que hay que promover el libre mercado y reducir la injerencia del estado en la vida de los ciudadanos. Si esas afirmaciones se concretasen en una realidad tangible a través de políticas públicas adecuadas la supervivencia de las instituciones corporativistas tendría un plazo fijo. Porque la libertad económica terminara por corroer sus cimientos. Y sería una forma inesperada de alcanzar el desarrollo.

Porque si bien es cierto que le joven Marcos probablemente solo desee hacer crecer el tamaño de la renta, la liberación del mercado puede tener consecuencias impensables para el futuro de las Filipinas. Porque en la medida que se liberen las fuerzas económicas estas corroerán los cimientos de las instituciones corporativistas y se abrirían espacios para la libertad. En el proceso las fuerzas libertarias también se fortalecerían y quizás con el tiempo las Filipinas llegue a ser la democracia mas populosa de Asia. Promesa que ni India ni China encierran.

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