El gobierno de lo absurdo

El experto en comunicación política advierte que la Asamblea Constituyente es un señuelo político para distraer a la opinión pública, desgastar a los enemigos y, de paso, congraciarse con las posturas radicales.

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Foto: Presidencia del Perú.
Foto: Presidencia del Perú.

Sin bien es cierto que desde hace cinco años Perú vive una crisis política permanente, que ha interrumpido mandatos presidenciales y provocado el cierre de un Congreso, en los últimos 9 meses se ha acrecentado la sensación generalizada de estar atrapados en un laberinto sin salida. Una especie de reino de lo absurdo donde, como pensaba Camus, la vida es un permanente sinsentido.

El poder político tiene la obligación de darle sentido a sus acciones. Además de ello, motivar debidamente sus propuestas de cambio o trasformación y justificar con razones válidas las decisiones que toma en el día a día. Pero en la actualidad nada de eso aparece ante los ojos de la mayoría de los ciudadanos que observan desconcertados el cúmulo de decisiones inverosímiles que impiden resolver los graves y urgentes problemas del país y que han degradado a niveles lumpen la administración del Estado.

La propuesta de convocar un referéndum para habilitar un proceso constituyente en medio de circunstancias acuciantes para el país -y para el mundo- muestra nuevamente el nivel de absurdo en el que ha caído el Gobierno de Pedro Castillo. Cuando el alza de los precios empieza a asfixiar la economía de los hogares, cuando la sombra de la COVID-19 no termina de irse, cuando en una esquina acecha siempre la posibilidad de un asalto violento, cuando el crimen organizado aniquila a decenas de dirigentes indígenas sin la menor reacción del Estado y cuando la crisis alimentaria nos toca la puerta, resulta un sinsentido desviar la atención y los recursos del Estado en un debate inoportuno que no es difícil advertir responde exclusivamente al intento torpe de salvar el pellejo. Un señuelo político para distraer a la opinión pública, desgastar a los enemigos y de paso congraciarse con las posturas radicales.

El gobierno ha perdido de vista, entre muchas otras cosas, el principio del momentum que en política alude al sentido de la oportunidad exacta para decidir y actuar (de eso conocían mejor los viejos zorros de la extinta partidocracia y por ello depredaban a sus anchas mientras ardían las praderas de este agotado país). Si algún consenso existe ahora en el Perú, y así lo revelan las encuestas más serias, es que Castillo debería acortar su estancia en Palacio de Gobierno. Por ello resulta difícil comprender la miopía del Ejecutivo y su partido gobernante que, a contracorriente del sentir ciudadano mayoritario, vuelve a mostrarse desconectado de la realidad y del tiempo histórico.

Yuval Noah Harari sostiene que el poder se dedica a cambiar la realidad en lugar de verla tal como es. Pero no solo eso, el autor de Sapiens añade que el poder distorsiona la verdad porque se encuentra encerrado en un gran agujero negro de conjeturas infundadas, modelos desacreditados, dogmas supersticiosos y teorías conspirativas. Por cierto, estos elementos no parecen exclusivos de un gobierno, sino que suelen estar presentes en toda la clase política.

¿Qué hacer? En principio tomar conciencia del desafío nacional y disponerse a colaborar desde donde le toque a cada quien. En esta columna no habita el ánimo de hacer leña del árbol caído. Pensamos que Perú necesita la unión constructiva de sus mejores hombres y mujeres y recuperar transversalmente el sentido del deber para con la patria. Ya han aparecido varias propuestas sensatas que buscan canalizar por la vía democrática una respuesta al caos imperante. Es necesario sumar esfuerzos y procurar que la razón y el amor al país prevalezcan sobre el reino de lo absurdo.

Disclaimer: En enero de este año fui convocado por la Secretaría de Gestión Social y Diálogo de la Presidencia del Consejo de Ministros para colaborar en la estrategia de prevención y gestión de conflictos sociales. Mi permanencia fue de 28 días y mi renuncia se produjo tras el despido sin motivación expresa de la lideresa del equipo y experta profesional en la materia.

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