La correlación entre guerra y migración no necesita ecuación científica para ser explicada después de los acontecimientos que hemos presenciado en las últimas semanas, donde miles de familias ucranianas han salido en estampida de su país buscando refugio de las bombas y la barbarie ordenada por Putin. Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ya son 2 millones de ucranianos que han escapado en los últimos 15 días, se trata de la crisis de refugiados con más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
“Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón”, con esta frase inicia el poema hogar, escrito por la refugiada somalí Warsan Shire. Es un verso que resume de manera nítida el drama que hoy los ucranianos padecen, abandonando sus raíces, sus sueños y su acervo, para emprenderse en un viaje sin retorno en busca de un futuro mejor, alejado de la sangre que derrama el régimen ruso. Es esta también la misma catástrofe que han atravesado más de 6 millones de venezolanos que han salido de nuestro país en los últimos años, los cuales han preferido embarcarse en trayectos peligrosos, donde incluso la muerte está al acecho, con tal de negarse a vivir el infierno que significa la dictadura de Maduro.
A propósito de este hecho, recientemente las autoridades migratorias de Panamá revelaron que solo en enero de este año 2022 más de 1000 venezolanos cruzaron la peligrosa ruta del Darién para llegar a Estados Unidos. Para quienes no lo saben, la selva del Darién es un territorio que comunica a Colombia y Panamá, es un lugar tan recóndito que no hay acceso a agua, comida, comunicaciones, quienes lo atraviesan están a merced de todos los peligros que podamos imaginarnos: desde animales salvajes hasta incluso grupos armados que se aprovechan de la vulnerabilidad de los migrantes para fortalecer sus estructuras de narcotráfico, secuestro, extorsión y por supuesto, para esclavizar sexualmente a las mujeres.
Los relatos de quienes han cruzado este riesgoso trayecto son escalofriantes. María, una venezolana que emigró a Estados Unidos por medio de esta ruta, reveló que mientras caminaba por el Darién fue violada, tanto ella como un grupo de mujeres, por 7 hombres armados, quienes las amenazaron de muerte si ponían resistencia. Entre las damas que fueron abusadas se encontraba una niña cubana de 13 años de edad. “El que se moviera, lo mataban”, contó Maria mientras disimulaba el llanto y el dolor. Este desgarrador testimonio da cuenta del sufrimiento que padecen quienes salen de Venezuela buscando el provenir que la dictadura de Maduro les arrebató.
Anteriormente, quienes transitaban por esta selva eran migrantes provenientes de Haití y Cuba principalmente, pero en los últimos meses se ha disparado el flujo de venezolanos que toma la selva del Darién como ruta para llegar a Panamá. Ante la falta de recursos para optar por pasos migratorios regulares y los visados impuestos por los países, los venezolanos optan por exponer sus vidas en este trayecto; y es por eso, que aprovecho esta tribuna para hacer un llamado al Gobierno de Panamá, con el fin de que evalúe sus medidas migratorias y adopte un marco regulatorio que permita la protección de los DDHH, así como una migración segura. Colombia ha dado un ejemplo a la región al acoger a 2 millones de venezolanos, y diseñar una política migratoria conforme a principios humanitarios.
Venezuela fue solidaria con todos los países durante el siglo XX, acogiendo a ciudadanos de diversas nacionales que hicieron de nuestro país su segunda patria. Ahora Venezuela pide reciprocidad, no solo para que se abran las puertas a quienes tienen un nudo en la garganta por la tragedia humanitaria ocasionada por la dictadura, sino también para arrancar la causa de la migración, que no es otra que la falta de libertades.
Soy consciente de que escribo este artículo en medio de un contexto mundial sumamente desafiante, que está poniendo a prueba a los líderes mundiales. Pero lo hago convencido de la importancia que tiene comprender a cabalidad la relación entre la migración y la guerra. Lo hago convencido de que Maduro, al igual que Putin, ha ocasionado una crisis de migrantes para desestabilizar la región, de que Maduro, al igual que Putin, ha puesto su ego e intereses personales por encima del bienestar de millones de personas que sufren en dolor de la migración; y así como Putin le declaró la guerra a Europa, Maduro le ha declarado la guerra a América Latina. Hoy la lucha de Europa y América es la misma, es una cruzada para que prevalezca la paz, la democracia y la dignidad de los seres humanos.
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