Vladimir Putin desde aquel 2014 donde se quedó con Crimea -pero perdió el control sobre Ucrania- soñaba con este momento. Sin embargo era consciente que necesitaba un aliado estratégico, ya que sólo no podría llevar adelante sus planes. Necesitaba un país que lo respaldara económicamente. Sabía por experiencia que recibiría fuertes sanciones de una parte importante del resto del mundo. Quién mejor que China, a pesar de haber sido rivales en algún momento de su historia, con quien hoy comparte el mismo tipo de “gobierno autocrático” y un enemigo en común, Estados Unidos.
Por su parte, Xi Jinping, presidente de la segunda potencia económica mundial, con grandes ambiciones, supo leer la oportunidad de usar a su par ruso para seguir avanzando con su plan estratégico de convertirse en el 2049 en la mayor potencia del mundo a modo de celebración de los 100 años de la creación de la República Popular China. Alentándolo en esta locura, Rusia dejaría de ser para siempre un posible enemigo con quien comparte 4.250 km de frontera para pasar a ser su rehén económico. Por otra parte, la invasión rusa a Ucrania le serviría a China para salir del foco de principal enemigo de Occidente luego del estallido del Covid en su territorio y para recabar información y aprender las lecciones que esta invasión va a dejar, aciertos y fracaso, para estar mejor preparado en el momento en que decida invadir Taiwán.
Sin dudas Putin necesitó el consentimiento a puertas cerradas del mandatario chino, hoy su principal socio económico. Lo que nunca pensó es que Xi, lanzada la invasión, permanecería en silencio guardándose una carta para negociar con Occidente ya que Europa es uno de sus principales socios comerciales y no estaría dispuesto a perderlo. En definitiva uno de los objetivos de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda -en la que viene trabajando e invirtiendo en infraestructura hace años- es precisamente conectar de forma marítima y terrestre China con Europa para incrementar el comercio y su influencia.
Las aventuras militares del mandatario ruso comienzan ya años atrás. Como lo describiera Fiona Hill, norteamericana experta en Rusia consejera tanto de administraciones demócratas como republicanas en una entrevista al prestigioso sitio online Politico, ha habido un plan lógico y metódico que se remonta al año 2007, cuando Putin advirtió al mundo -y ciertamente a Europa- que Moscú no aceptaría una mayor expansión de la OTAN. Pero un año más tarde, en 2008, la OTAN abrió sus puertas a Georgia y Ucrania. Cuatro meses después de esa Cumbre de Bucarest donde la OTAN toma esa resolución, Rusia invade Georgia y toma Osetia del Sur y Abjasia.
En ese momento se abstiene de invadir Ucrania porque el gobierno ucraniano pro ruso, liderado en aquel momento por Víktor Yanukóvich, decide no buscar la membresía en la OTAN. En el año 2014 anexo a la península de Crimea frente al estupor del mundo. Recibió sanciones pero se salió con la suya. También en estos años Rusia presionó a Kazajstán , ex país soviético, para que se reoriente hacia Rusia. Y un par de días antes de la invasión a Ucrania, en un acto poco conocido, Azerbaiyán firmó un acuerdo militar bilateral con Rusia. Esto es significativo porque el líder de Azerbaiyán se ha resistido a esto durante décadas. Y también podemos ver que Rusia se ha convertido en el árbitro final de la futura relación entre Armenia y Azerbaiyán. Georgia ha sido marginada y Bielorrusia está completamente subyugada por Moscú.
Pero Putin salió golpeado económicamente en el 2014 debido a las sanciones y China salió por primera vez a su rescate. El 21 de mayo de de ese mismo año, Rusia y China firmaron un tratado de suministro continuo de gas natural ruso en grandes cantidades a China por un periodo de 30 años. El contrato tiene un valor de 400.000 millones de dólares y fortaleció a Moscú en su conflicto con Occidente.
Pero nunca antes en la historia los presidentes de Rusia y China se habían reunido tantas veces en una misma década: 38 encuentros, siendo el último del 4 de febrero presencial clave, luego de dos años de pandemia. Allí ambos presidentes sellaron lo que llamaron ¨Alianza estratégica¨ no sólo geopolítica sino económica confrontando a Occidente. Putin fue el primer mandatario en arribar a Beijing para los Juegos Olímpicos de Invierno, en un claro apoyo a Xi , frente al boicot diplomático declarado por varios países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Japón y Lituania, cuyos mandatarios decidieron no asistir en reclamo a China por las violaciones a los derechos humanos contra los uigures en la zona de Xinjiang.
En esa reunión ambos mandatarios dejaron claro que se oponían a una nueva ampliación de la OTAN. Moscú fue más allá condenando la creación de Aukus, alianza tripartita de seguridad para la región de Indo Pacífico formada el año pasado por Australia, Reino Unido y Estados Unidos con la finalidad de ayudar a Australia a adquirir submarinos nucleares. Y para seguir congraciándose, el presidente ruso declaró a Taiwán como parte del territorio chino sabiendo que esta es una de las grandes prioridades de Xi Jinping. Ambos mandatarios pidieron en un extenso documento que la Alianza Atlántica abandone las posturas de la Guerra Fría ya que esta terminó hace años. También se comprometieron a incrementar la cooperación frente a injerencias extranjeras que puedan ocasionar levantamientos o revoluciones en la región y condenaron a aquellos que quieren imponer sus sistemas políticos como la Democracia en clara alusión a Estados Unidos.
Suscribieron una quincena de acuerdos económicos donde China es quien aporta el dinero a cambio de energía y otros recursos naturales que aporta Rusia. Según datos aportados recientemente por la inteligencia estadounidense Xi le habría pedido a Putin, no está claro si en forma directa o a través de otros canales senior, que no lance una acción militar hasta concluidos los Juegos de Invierno en Beijing. Es así como dos días después de finalizados los Juegos, Putin reconoce la independencia de las regiones de Donetsk y Luhansk , al este de Ucrania y ordena el 24 de febrero , la invasión a la cual denomina “Campaña Militar Especial”.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas 141 países votaron a favor de la resolución del jueves condenando la invasión mientras que China, India y otros 33 se abstuvieron y se negaron a denunciar la acción militar de Vladimir Putin. Cinco naciones, incluyendo Rusia votaron en su contra. Los líderes occidentales el sábado dijeron que Rusia y China buscaban “reemplazar las reglas internacionales existentes” con su propio orden, ya que Beijing respaldó a Moscú en su enfrentamiento con la OTAN. China fue aún más allá, y mientras buena parte del mundo condenaba la agresión rusa , Xi abría la importación de trigo ruso cerrado por años por temas sanitarios, dando más aire económico para compensar así las duras sanciones que dejan a Putin como paria y a Rusia inmersa en una profunda crisis económica.
China también ofrece a Rusia su propia alternativa creada en el 2015 al Swift ya que Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Gran Bretaña han decidido usar la llamada “opción nuclear” de las sanciones excluyendo a los bancos rusos seleccionados del Sistema de Mensajería Financiera, la red de alta seguridad que facilita los pagos entre 11,000 instituciones financieras en 200 países. Es probable que la mudanza obligada de las instituciones financieras rusas a China acelere la expansión del propio sistema de pago y liquidación transfronterizos de Beijing, que ha ganado más prominencia año a año. El sistema de pago interbancario transfronterizo, o CIPS, se lanzó en octubre de 2015. Con sede en el centro financiero de Shanghai, emplea a más de 100 personas y tiene un capital registrado por un valor de 2,38 mil millones de yuanes (US $ 376.9 millones). Pero aún sigue siendo un mercado de intercambio muy limitado con respecto al Swift .
Pero existe un gran desequilibrio económico entre el gigante asiático y el país más extenso del mundo. China tiene la cadena de manufactura y distribución más completas del mundo siendo Occidente sus socios económicos y compradores. El comercio con Rusia queda solo limitado a commodities. Ambos países ya tenían firmado un convenio a 30 años por compra de gas y petróleo que han ampliado en 117.000 millones de dólares en esta última cumbre. El comercio entre China y Rusia aumentó un 35,8 por ciento respecto al año anterior a un récord de 146.900 millones de dólares el año pasado, más de un tercio del cual estaba relacionado con la energía. Las exportaciones agrícolas rusas a China representaron solo 3.500 millones de dólares el año pasado.
Los dos países se han fijado el objetivo de impulsar el comercio a US$250 mil millones por año para el 2025. China da muchísimo más de lo que recibe de Rusia habiendo logrado su dependencia. Y Putin lo sabe, más aún ahora que el mundo occidental lo deja como paria y aplica durísimas sanciones como nunca antes se habían visto para intentar disuadir y que retire sus tropas de Ucrania y evitar un conflicto armado mundial.
Ucrania por su parte tiene a China como su mayor socio comercial y es un país clave dentro de su Iniciativa de Ruta de la Seda ya que es su paso terrestre hacia Europa. Xi Jinping reconoció a Ucrania como país independiente cuya soberanía debe ser respetada, sin embargo sigue oponiéndose a sancionar a Rusia y jugando a dos puntas con su silencio.
Los militares de China toman nota de las fortalezas y fracasos de las tácticas de Rusia en Ucrania y lecciones que pueden aprender mientras Putin se incendia. Piensan en Taiwán.
Han detectado como importante un repentino y rápido ataque a la resistencia ucraniana combinando tierra, mar y fuerzas aéreas en un asalto en todas direcciones controlando centros críticos. El ejército ruso también usó la información errónea para ocultar los despliegues reales y el progreso; y las rebeliones instigadas en áreas controladas por el enemigo por adelantado. El Ejército de Liberación Popular (PLA) podría montar una campaña similar para tomar Taiwán. Pero observadores advirtieron que dos días después de que comenzara la invasión, Rusia no había llegado a su objetivo. Un escuadrón de helicópteros armados rusos aterrizó con éxito cientos de fuerzas especiales en el aeropuerto de Antonov, un aeródromo de carga a las afueras de Kiev tomándolo. El objetivo era establecer un puente para traer más tropas por aire y equipo pesado para hacerse cargo del capital de Ucrania.
Pero las tropas ucranianas lanzaron una feroz contraofensiva. Quedó demostrada la complejidad de montar un ataque aéreo importante utilizando fuerzas especiales. Por otro lado a pesar de Estados Unidos contar con todo tipo de equipos de reconocimiento e inteligencia avanzados y advertir que fuerzas rusas se encontraban a lo largo de la frontera, hasta el punto de predecir el momento en que atacarían, cuando comenzó la operación, las fuerzas ucranianas no parecían preparadas. Putin jugó un truco psicológico. Usó los ejercicios militares como disfraz, no solo una vez, sino cuatro o cinco veces, para fatigar la vigilancia del enemigo. Putin uso el engaño para confundir. Así que esto le demuestra a Xi cómo montar un ataque repentino en el futuro aún cuando Estados Unidos está mirando, rinde sus frutos. Pero Taiwán y Occidente también observan y toman nota.
Xi Jinping está usando a Putin para beneficio propio. La invasión rusa a Ucrania transforma a Rusia en el gran enemigo de Occidente y saca el foco del COVID y de China. Por otro lado le permite estudiar la estrategia utilizada por Putin y ser testigo de su éxito o fracaso en vistas a Taiwán. Putin lejos de salir victorioso de todo esto va a salir desgastado ya que hoy la guerra tiene 44 millones de ucranianos trasmitiendo en tiempo real por los medios sociales lo que está pasando, los destrozos y brutalidades de una guerra. Recordemos que fue la televisación de la Guerra de Vietnam y el consecuente horror que causó en los americanos lo que hizo que tuvieran que retirarse.
Países que históricamente se han mantenido neutrales como Suiza, se han adherido por primera vez a las sanciones. Y Suecia y Finlandia han pedido entrar a la OTAN. La invasión de Putin unió nuevamente a Occidente que estaba desmembrado.
China observa y tiene muy claro que para cumplir su plan de transformarse en primera potencia mundial unos de los requisitos necesarios es que haya estabilidad y paz en el mundo. Una guerra a nivel mundial no le conviene. Son muchos los intereses que tiene en Europa como para dejar que esto pase a mayores ya que la región es uno de sus grandes compradores y socio comercial.
Docenas de líneas China-Europa ahora están en funcionamiento, parte de la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda de Beijing, con más de 50,000 viajes en tren de mercancías entre China y Europa durante la última década, incluidos 12,406 en 2020 y 15,000 el año pasado. Xi no va a perder lo que tanto le ha costado construir en tiempo y dinero.
China alentó a Rusia en esta atroz aventura pero no puede hacer mucho para ayudarla frente a las numerosas sanciones, ya que sus lazos comerciales con Estados Unidos , la Unión Europea y sus aliados en Asia son mucho más importantes que los que tiene con Putin.
En los últimos días, los funcionarios en Beijing se han alejado poco a poco de sus declaraciones anteriores a favor de Rusia y han adoptado un tono más neutral. Parecería que luego de las sanciones internacionales China se daría vuelta y no acudirá en su rescate. Pero le sirve que este conflicto siga un tiempo más siempre y cuando quede contenido.
Putin va a llegar hasta donde Xi lo deje y su imagen quedará destruida para siempre. En el 2024 cuando vaya a elecciones si las gana será solo con fraude o porque haya encarcelado a todo opositor y sea el único candidato . Su mismo pueblo también condenará el que los haya sumido en la miseria.
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