Permítanme dejar afuera cuestiones protocolares y dejarles una serie de pensamientos incorrectos.
¿Por qué realzamos las figuras de los llamados “Justos entre las Naciones”?
Son llamados de esta forma los no judíos que aún a costa de sus vidas salvaron vidas judías durante la barbarie nazi.
Por lo general, han sido personas absolutamente ordinarias que frente a una realidad extraordinaria han actuado anteponiendo el bien antes que el mal.
Han sido personas que, como Ud. está convencido que es su caso, fueron educadas en sus hogares para diferenciar los valores correctos de los que no lo son.
Pero llegado el momento, evidentemente, no todos serían capaces de actuar en consecuencia.
¡Qué extraña la humanidad! Enseña a sus jóvenes por cerca de 2 décadas lo que debe hacerse, pero llegado el momento permite que quienes propugnan lo contrario se salgan con la suya.
Y lo peor, luego derramamos ríos de tinta para justificarnos.
Y cuando lo horrendo sucede, nuestra primera actitud es culpar a “La Educación”, poniéndole mayúsculas al sustantivo y tornándolo más abstracto.
Nuevamente errados.
Hace exactamente una semana, el 20 de Enero, se cumplieron 80 años de una reunión de 90 minutos en una locación de las afueras de Berlín, en Wanssee.
En ella, 15 altos oficiales nazis, de los cuales 8 exhibían doctorados de prestigiosas universidades, representando el pueblo más educado del mundo, resolvían “La Solución Final a la Cuestión Judía”.
En otras palabras, dispusieron suplantar el asesinato en masa de los judíos que llevaban adelante mientras invadían la Unión Soviética, por un sistema de red ferroviaria que uniría todos los extremos de Europa hacia Campos de Exterminio, con cámaras de gas, más baratas que las balas, cremación de los cuerpos, trabajo esclavo de los que estaban en condiciones de hacerlo hasta que les llegue el turno de su propia dosis de Zyklon B.
Esa sociedad es la que basaba su sistema educativo en preparar médicos que experimenten con humanos y desarrollen una ciencia aria; abogados y jueces que sostengan ese sistema de quita de derechos a una parte de su propia población y donde el derecho a la vida no era el que estaba por encima del sistema; maestros y profesores que enseñen a discriminar, deshumanizar y odiar al distinto.
Evidentemente, pretender que “La Educación” es la solución no es lo correcto. Lo que corresponde es valorar que lo que enseñamos que está bien o mal, está por encima del concepto de ética que el gobierno de turno pretende instaurar.
Bertolt Brecht sostuvo a través de su maravilloso Galileo Galilei: “Infeliz del Pueblo y del tiempo que necesitan de héroes”.
No caben dudas que vivimos en una época donde día a día tenemos que aplaudir al que hace el bien, sin estar dispuestos cada uno de nosotros a hacerlo.
Abundan lecciones de corrección política y hasta atrae una política de cancelación de lo actuado por personas cuya valoración ética hoy es discutible.
La corrección es elegir el 27 de enero como día de rememoración de las víctimas de la Shoá porque ese día de 1945 el Ejército Rojo “liberó” Auschwitz. Pues bien, esa fábrica de muerte fue encontrada de casualidad por los soviéticos cuando trataban de llegar a Berlín antes que los otros Aliados. Los Nazis ya habían huido y dejaron a su suerte a esos huesos con carne que todavía tenían un corazón latiente.
Corrección política es votar en 2022 una resolución por parte de las Naciones Unidas condenando la Negación y Distorsión del Holocausto, y guardar silencio frente a las amenazas de Irán, Hamás y Hezbollah llamando a aniquilar a los judíos del mundo de hoy.
Prefiero resaltar en este día algunos signos en que hacer el bien coincide con lo que la sociedad debe abrazar.
Entender que para que nuestra sociedad sea más rica y diversa debemos tener elementos jurídicos fuertes para defender el derecho de realización de cada uno.
Adoptar verdaderas leyes antidiscriminatorias y abrazar la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional de Recuerdo del Holocausto. Algunos países de la región ya dieron el paso. Uruguay, Guatemala, Argentina. Organismos internacionales como la OEA y el Parlasur. Instituciones de la sociedad civil, que en estas épocas llegan antes que los estados, donde lo urgente les impide ocuparse de lo importante.
No debería ser tan difícil.
La formación de una sociedad que convive en la diversidad se sigue basando en el mismo concepto que el maestro Hilel, en el Siglo I de la Era Común trasmitió en una sola frase a quien lo desafió a enseñarle la Torá mientras podía sostenerse en un solo pie.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo. Lo demás, son comentarios.”
El Dr. Ariel Gelblung es el Director del Centro Simon Wiesenthal Para América Latina
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