La izquierda, en grandes líneas, tiene como uno de sus principales pilares lo que se entiende como “marxismo”, una ideología que, tras ser implementada, se ha cobrado más de 150 millones de vidas a lo largo de la historia de la humanidad (lo dicen los hechos).
Los creadores del marxismo fueron dos pensadores alemanes del siglo XIX: Friedrich Engels y Karl Marx. Pero, ¿qué es exactamente el marxismo?
El marxismo afirma que el comunismo es una necesidad histórica, algo que debe suceder, y debe ocurrir a través de una revolución explícitamente violenta. Así se estableció en el Manifiesto Comunista de 1848, obra de los pensadores alemanes anteriormente mencionados.
El marxismo, como dice el autor chileno Mauricio Rojo, te invita a ser un pequeño dios. El marxismo te hace creer que puedes incluso transformar la naturaleza de los seres humanos: todo esto es un absoluto delirio mesiánico y, en este delirio, muchos han cometido los peores crímenes de la humanidad.
En todos los territorios donde se han aplicado estas ideas pilares de la izquierda, que pretenden crear un paraíso en la Tierra, el resultado ha sido siempre un infierno. El marxismo siempre, absolutamente siempre, conduce a un régimen totalitario. Pero veamos más qué planteaban estos autores.
En cuanto al socialismo y al comunismo, Tugan-Baranovsky escribe en ‘El Socialismo Moderno’ que “Marx no aportó nada al socialismo como teoría, sino que hizo como el jardinero que selecciona de un conjunto de plantas las que va a utilizar, cultivándolas, protegiendo su crecimiento y ofreciéndolas para que el mundo las admire”. Marx pretendía acabar con la propiedad privada de los medios de producción.
El objetivo del marxismo es, así, la destrucción del “Estado capitalista” para instaurar el “Estado proletario”. Para eliminar las clases sociales (punto clave para estos movimientos) es imprescindible pasar por un periodo de transición política, la mencionada “dictadura del proletariado”.
El marxismo busca, al mismo tiempo, una reorganización total de la economía ya que, según ellos, es necesario “combatir la enorme fuerza de las costumbres heredadas de la sociedad capitalista”. Lo que no anuncian es cómo se logra eso (si sabes de historia, sabrás que es siempre a través de la violencia).
En el Manifiesto Comunista, Karl Marx resumió las propuestas a implementar para lograr la “igualdad” y “armonía” que supuestamente alcanzaría el mundo si se aplicara su teoría:
1) La expropiación de la propiedad;
2) El alto impuesto progresivo;
3) La abolición del derecho a la herencia;
4) Confiscación de los bienes de todos los migrantes;
5) Centralización del crédito en manos del Estado a través de un banco nacional con capital estatal y régimen de monopolio;
6) Centralización de los medios de comunicación y transporte;
7) Expropiación de las empresas privadas;
8) Obligación de trabajar para todos, reparto equitativo del trabajo;
9) Combinación de la agricultura con la industria;
10) Educación gratuita para todos los niños combinada con la producción tangible y el trabajo infantil;
Una vez completados estos diez puntos, la primera fase del comunismo habría terminado y estaríamos preparados para proceder con la segunda. Según Marx, la sustitución de una sociedad capitalista por una comunista requiere dos fases.
En la primera fase, todavía hay algunas características de la sociedad capitalista. Esta primera fase sigue siendo parte de un período de transformación que más tarde llevará a la instauración del comunismo pleno bajo la dictadura del proletariado.
En la segunda fase estaría la nueva sociedad, poblada por el “hombre nuevo”, que ya no piensa en sí mismo sino en todo lo que debe a la sociedad. En esta segunda fase, según los autores, el Estado ya no existe porque fue abolido, y tampoco el dinero ni la propiedad privada. En realidad, dichos elementos no existen para “el pueblo” que tanto aclaman defender, ya que en los hechos son los líderes de los partidos comunistas y los dictadores en el poder quienes sí disfrutan del dinero y la propiedad privada (no olvidemos que Fidel Castro murió con una fortuna de millones de dólares, similar a Hugo Chávez, dinero robado “al pueblo”, por supuesto).
En esta fase, ya no hay rasgos capitalistas:
1) Ya no hay medios de producción en manos del sector privado, ya que todos los bienes pasan a ser propiedad social;
2) Las clases sociales no existen;
3) Los intereses individuales se convierten inmediatamente en intereses sociales;
4) Los seres humanos ya no están obligados a trabajar para satisfacer sus necesidades, sino que cada individuo elige “libremente” el trabajo que va a desarrollar y aporta a la sociedad según su capacidad;
5) Los bienes pertenecen a un fondo común, del que cada uno retira lo que necesita;
6) La necesidad de dinero desaparece, mediante un sistema que contabiliza lo que la sociedad produce en función del consumo de la población.
En todo este proceso, la izquierda se olvida de muchos hechos y factores fundamentales: primero, pisotean los derechos humanos (esos que alardean defender); y, segundo, se olvidan de los incentivos y que la riqueza no crece de los árboles, sino que hay que crearla.
Las ideas que propone la izquierda (dentro del marco político que queramos, más allá de que algunos se quieran diferenciar llamándose “trotskystas” y sean en el fondo más de lo mismo) se han probado en múltiples geografías, sociedaes, religiones y niveles de avance tecnológico. Y en todas las ocasiones ha conducido a la hambruna, a los asesinatos en masa, la pobreza y la miseria.
No olvidemos que la Unión Soviética, primer modelo en aplicar las ideas de Marx y Engels tenía los famosos “gulags”, campos de concentración donde mandaban a todo aquel que no fuera un “revolucionario”. Puesto que Cuba aprendió del manual de la URSS, los hermanos Castro también contaron con sus propios gulags: las UMAP, Unidades Militares de Ayuda a la Producción, donde enviaban homosexuales y a todo aquel que no entrara en “el hombre nuevo marxista” (por eso resulta una enorme contradicción ver la cara del Che Guevara, un homófobo y racista, en tantas marchas que piden por las libertades sexuales y libertades civiles). Tenemos que conocer la historia completa.
Bernard-Henri Lévy lo dejó claro en ‘Barbarismo con Rostro Humano’cuando escribió: “Aplica el marxismo en cualquier país que quieras, y al final siempre encontrarás un Gulag”.
El marxismo se ha impuesto sobre millones de vidas, y los trabajadores, a los que el comunismo prometió defender, han sido en realidad terriblemente explotados y maltratados. Hoy el salario mensual de un trabajador promedio en Cuba es de 10 dólares, en un país como Venezuela no llega ni siquiera a un dólar mensual. Sí, en los grandes paraísos socialistas la gente muere de hambre.
Por el contrario, la posición económica y social de los trabajadores en los países con economías más abiertas al comercio y a la libre inmigración ha mejorado y no ha empeorado como otrora predijo Marx.
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