La inflación en Estados Unidos continúa aumentando y se encuentra hoy en los niveles más altos desde 1990. La inflación núcleo, o core, llega al 4,5% interanual mientras que índice de precios al consumidor crece al 6% interanual. Obviamente estas cifras son ridículamente bajas para los estándares argentinos, pero no por eso dejan de ser significativas y preocupantes.
¿Puede la Reserva Federal bajar la inflación en EEUU? Cualquier manual de macroeconomía dice que no debemos temer ya que la Fed puede subir la tasa de interés y bajar la inflación. La lógica es que al subir la tasa de interés el consumo y la inversión caen. La contracción de la demanda agregada enfría la economía y baja la inflación. Esto fue lo que sucedió a principios de los ‘80 cuando la Fed, a cargo de Paul Volcker, llevó las tasas de interés en dólares arriba del 15% para domar la inflación que superaba el 10% anual. La recesión fue fuertísima y el desempleo alcanzó el 11%. Lamentablemente hoy la cosa no es tan sencilla por varios motivos que discutiremos a continuación.
Para empezar, desde el gobierno de Joe Biden no creen que la inflación actual sea un problema serio. La Fed considera que es transitoria y que se debe a los desequilibrios entre la oferta y la demanda como consecuencia de la reapertura económica luego de la pandemia. También considera que todavía falta para que se recuperen la actividad y el empleo y que por lo tanto es necesario continuar con la política monetaria expansiva. Además, cree que las expectativas de inflación están bien ancladas y que por lo tanto no hay riesgo de que la inflación se espiralice.
En la Casa Blanca tampoco están preocupados por la inflación. Repiten la historia de que es transitoria y que responde disrupciones en la cadena de suministros y a la suba del precio de la energía. El plan del presidente Biden para combatir la inflación consiste en pedirle a la Federal Trade Comission que contraataque ante cualquier intento de manipulación o especulación con los precios del sector energético. Para los cuellos de botella que afectan a la distribución de insumos planea lanzar un plan de infraestructura para reducir los costos.
Ojalá tengan razón y en unos meses las cosas vuelvan a la normalidad, pero supongamos que la inflación continúa subiendo. ¿Puede actuar la Fed? La independencia de la Fed está comprometida ya que una recesión como la del 81-82 no sería políticamente viable. El desempleo generado por la recesión afecta desproporcionadamente a los segmentos más vulnerables entre los que se encuentran las minorías afroamericanas y latinas, además de muchos miembros del colectivo LGBTQ. Me cuesta imaginar que los demócratas, en pleno proceso revisionista, estén dispuestos a sacrificar a sus mártires para frenar una inflación del 10 por ciento.
Sigamos con los supuestos y veamos qué pasa si la inflación sigue subiendo y la Fed tiene la libertad de actuar para subir las tasas. Por desgracia, solamente con subir las tasas de interés no alcanza y esto se obvia en muchos de los manuales. Si tasas altas fueran garantía de inflación baja entonces no hubiera habido hiperinflación en Argentina entre 1989 y 1990. Para que la Fed tenga éxito en su cruzada contra la inflación, la suba de las tasas de interés debe estar acompañada por una política fiscal contractiva y acá es donde la cosa se pone realmente peluda.
El déficit fiscal en EEUU promedia los 3 billones de dólares. Esto equivale aproximadamente a 15% de su PBI por año, lo cual llevó al endeudamiento a 100% del PBI, récord desde que terminó la segunda guerra mundial. Para ponerlo en perspectiva, en 1980 la deuda sobre PBI equivalía a 25%. Si la Fed sube las tasas de interés, el costo de los intereses se puede disparar a medida que la deuda se vaya renovando. Entonces, la mayor carga de la deuda hoy implica un mayor ajuste fiscal que el necesario para aplacar la inflación a principios de los ‘80.
Pero esto no es todo. Hoy el peso de los gastos mandatorios que son ajustados por inflación es mucho mayor. En 1980 estos gastos relacionados con seguridad social equivalían a un 10% del PBI mientras que hoy estamos hablando de más del 12% y creciendo rápidamente a medida que los boomers se jubilan. Un ajuste de este componente endógeno del gasto es necesario, pero altamente improbable.
Todo esto me lleva a pensar que EEUU no estaría en condiciones de darle pelea a la inflación si esta vuelve a desembarcar en las costas del gran país del norte. Para concluir, el economista francés, alumno de Thomas Piketty y profesor de la Universidad de California en Berkeley, Gabriel Zucman, tuiteó el otro día sobre los beneficios de la inflación para licuar la deuda pública. Esta licuación, de realizarse, no es más que un impuesto a la riqueza a los tenedores de pasivos del Gobierno de EEUU, o sea los americanos blancos, viejos y ricos y los extranjeros. Espero equivocarme.
Seguir leyendo: