No existe ninguna duda de la influencia que tienen sectores de izquierda en los organismos internacionales.
La Unasur, por ejemplo, fue copada por ese grupo y la institución utilizada para proyectar imágenes dulcificadas de Lula, Chávez, Correa, Evo Morales, Maduro, Ortega y Fidel Castro, miembros de la cofradía política del Foro de São Paulo y promotores de la confusa ideología del llamado Socialismo del siglo XXI.
Ante ello, nueve de doce países se retiraron de Unasur y hoy los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Argentina y el Perú pretenden revivir ese cadáver insepulto.
Sobre el tema, hace dos años escribí un artículo en el prestigiado diario digital peruano Guik, haciendo referencia al manejo político de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, organismo de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile.
La Cepal cuenta con un robusto presupuesto anual de 60 millones de dólares y utiliza 86 % de ese dinero para pagar sueldos a 478 personas y desarrollar diversas actividades en la región.
Esa es la poderosa maquinaria burocrática que maneja su directora ejecutiva, la bióloga mexicana Alicia Bárcena, impulsora y propagandista del Acuerdo de Escazú, un mecanismo a través de la cual pretende empoderar a ONGs ambientalistas para que intervengan y fiscalicen los proyectos de inversiones mineras o de hidrocarburos, un ámbito de exclusiva competencia soberana de los Estados.
Pero ¿quién es la señora Alicia Bárcena y cuál es su pensamiento político? Algunas opiniones definen, con claridad, su posición ideológica:
– “Cuba ha ejercido una gran presidencia, con liderazgo, compromiso y convicción. Ha sido excepcional, excelente, y les ha tocado acompañarnos en el marco de esta pandemia, mostrando capacidad y reacción inmediata” (Granma 26/oct/2020).
– “Se ha apagado la vida fecunda de un gigante [en referencia a Fidel Castro] protagonista de nuestra historia continental, combatiente por la igualdad y la justicia social. Sus ideales revolucionarios dejaron a pocos indiferentes (Noticias ONU, 26/11/2016).
– “Se ha apagado la vida fecunda de un gigante. Abrazo fraterno Raúl Castro y al pueblo cubano. Hasta la victoria siempre, comandante #Granma” (Tuit, 26/11/2016).
– “Y el rostro de esta América es otro desde que él irrumpiera en la escena, y es mejor, porque Chávez demostró que cuando la voluntad de cambio justiciero no es expresión de ilusionismos personales, sino síntesis de la aspiración de las mayorías, estos son indetenibles” (El País, 06/03/2013).
– “Su pérdida nos embarga de desconsuelo. Chávez irrumpe por derecho propio en esos territorios del corazón y la memoria donde habitan los hombres y mujeres grandes que han impreso su huella en la historia del continente. Hizo de la igualdad norte de su acción y de la soberanía altiva de su patria credo permanente” (Naciones Unidas / CEPAL /06/03/2013).
– “En Venezuela ha habido numerosos avances sociales. […] El país no está en una crisis humanitaria, definitivamente no, hay que tenerlo claro […] Maduro ha realizado un gran esfuerzo por estabilizar los precios del petróleo buscando que no sigan cayendo, y eso ha sido un acción positiva […] El país está cumpliendo con sus compromisos de deuda, con sus pagos internacionales” (El Mundo, Venezuela, 16/10/2016).
– “Venir a Cuba cada año para mí significa mucho, debido a que ustedes tienen un punto de partida muy diferente al resto de la región. Vengo aquí a aprender de ustedes […] En un sistema donde predomine la pequeña empresa privada no hay igualdad, equidad, salud pública garantizada ni educación gratuita. [Valoro] la búsqueda progresista por ampliar los “derechos, la búsqueda socialista por transformar la estructura injusta de sistemas de producción y consumo que tienden a concentrar la riqueza, que privatiza utilidades y socializa los costos (Discurso en la Universidad de La Habana, El Libero, 30/11/2016).
Las opiniones de la señora Bárcena proyectan su clara identificación con el modelo político y económico de Cuba, y con los dictadores venezolanos Chávez y Maduro.
Es su potestad apoyar - y laudar - a gobernantes que violan los derechos humanos y que han conducido a sus países a la miseria, pero la señora Bárcenas no tiene derecho de hacerlo bajo la sombrilla –y el sueldo– de un organismo internacional integrado por 43 Estados.
Ante esta línea política, que colisiona con principios democráticos, sorprende el silencio de gobiernos integrantes del sistema internacional y la dócil complacencia del propio secretario general de la ONU.
Advertir ese copamiento y conocer cómo se utilizan los recursos es una responsabilidad colectiva, porque resulta evidente que se ha pasado por alto la manipulación política de las instituciones multilaterales, como ha sucedido en la extinta - por ahora- Unasur y como ocurre hoy con la Cepal.
*El autor es Ex Canciller del Perú y presidente del Congreso de la República. Miembro del Instituto Interamericano para la Democracia
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