Los Misiles del Siglo XXI

Las guerras asimétricas han sustituido desplazado las concepciones convencionales de la guerra

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El presidente bielorruso Alexander Lukashenko junto a su aliado y sostén, Vladimir Putin, durante un encuentro en Moscú el pasado 9 de septiembre (Reuters)
El presidente bielorruso Alexander Lukashenko junto a su aliado y sostén, Vladimir Putin, durante un encuentro en Moscú el pasado 9 de septiembre (Reuters)

En la medida que el mundo sea un rompecabezas en el que coexisten estados nación, estados fallidos y estados colapsados el contenido y concepción de las confrontaciones se alejan de la guerra tradicional para ingresar en los linderos de la asimetría. La evidencia recabada en 100 conflictos que estallaron a finales del siglo pasado y continúan en este siglo indica que las guerras asimétricas han sustituido desplazado las concepciones convencionales de la guerra. Así los grupos disidentes y extremistas dentro de un estado nación recurren al enfrentamiento constante por vías distintas a las de la confrontación armada organizada para minar las bases del poder del adversario que por lo general cuenta con mas recursos de poder que los protagonistas de las estrategias de guerras asimétricas.

Las confrontaciones asimétricas han sido definidas por la Corporación a las estrategias de guerra Rand como la fuente principal de inestabilidad política y de generación de amenazas a los estados nación consolidados en este siglo XXI. Operando en grupos pequeños y encubiertos, y sin tener un territorio soberano reconocido o una población que defender, los combatientes asimétricos pueden participar en actividades violentas y letales con mucho menos riesgo de verse totalmente abrumados por las represalias que un estado-nación podría enfrentar. Además, los muertos en acción pueden ser retratados como mártires y utilizados para reclutar más efectivos a la causa.

Al ser las guerras asimétricas una confrontación violenta entre un estado nación vía sus fuerzas armadas institucionales y un grupo de adversarios que por lo general está peor equipado, dotado de personal y de sistemas de apoyo logístico su objetivo final no es vencer al adversario sino erosionar su base de poder hasta hacerlo caer por su propio peso. En el fondo es la misma confrontación entre civilización y barbarie que ha perseguido a la humanidad desde su nacimiento. Pero en este siglo XXI las tácticas han evolucionado en sentido contrario a la protección de los derechos humanos para convertir a los seres humanos en artefactos de guerra.

Hoy en día los seres humanos se convierten en misiles que son direccionados por grupos radicales contra sus enemigos para horadar las bases institucionales del estado nación que les sostiene. Así vemos cómo Siria inició la táctica diabólica de provocar oleadas de refugiados hacia Europa con la clara intención de impedir que la alianza USA-UE provocara un cambio de régimen. Esta misma táctica fue utilizada por Fidel Castro en los años setenta para contrarrestar la política de defensa de los derechos humanos de la administración Carter en los Estados Unidos y más recientemente la ha remozado Alexander Lukashenko, irremplazable déspota que controla los destinos de Bielorrusia desde 1994. En este último caso Lukashenko ha recogido refugiados de todo el Medio Oriente y su propio territorio para catapultarlos hacia Polonia de manera que ingresen en la UE. Busca lograr que Europa y los Estados Unidos levanten las sanciones impuestas como consecuencia del mega fraude electoral que el perpetrara para hacerse con el poder.

En América Latina el país que mejor ha utilizado a sus ciudadanos como misiles contra una potencia rival es Cuba. Cada vez que Estados Unidos endurece su posición frente a Cuba por arte de magia aparecen oleadas de embarcaciones cubanas en las costas de la florida. Y dentro de esas oleadas se aprovecha para vaciar cárceles y manicomios e infiltrar espías. La misma táctica esta siendo desplegada por Venezuela contra Colombia y las naciones andinas que no comulgan con el credo bolivariano. En Centro América Ortega facilita el éxodo de sus ciudadanos y otros centroamericanos para desestabilizar a los Estados Unidos.

La provocación de olas de refugiados con miras desestabilizadoras incluye pactos con el crimen organizado transnacional cuyos efectivos cobran por garantizar el arribo a destinos europeos o de Estados Unidos. En el proceso se identifican personas para esclavizar en actividades de provisión de servicios sexuales y de trafico de sustancias estupefacientes. Se establece así un circulo de retroalimentaciones delictivas en las que cada etapa del proceso de éxodo genera beneficios para los atacantes y sus socios del crimen organizado.

Esta dialéctica solo se puede romper reforzando internamente la democracia y actuando colectivamente para imponer severas sanciones al estado que promueva el uso de seres humanos como armas de guerra. Lamentablemente en nuestra región ninguna de estas providencias parece estar en la lista de urgencias políticas.

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