En primer lugar, a diferencia de los vitales tratados de paz de Israel con Egipto y Jordania, este realmente se tradujo en el inicio de relaciones normales entre los dos países y los dos pueblos. Ya sean los acuerdos económicos, el turismo, los intercambios diplomáticos o la actividad comunitaria judía, muchas cosas del acuerdo se han manifestado en una relación completamente diferente en el terreno. Y hay entusiasmo por parte de los líderes de los EAU para trabajar por una mayor tolerancia y respeto entre musulmanes y judíos, algo que también priorizamos en la Liga Antidifamación (ADL).
En segundo lugar, el acuerdo resistió la prueba de una grave crisis con la guerra contra Hamás en mayo. La propaganda antiisraelí estaba en un punto crítico en partes del Medio Oriente, Europa y Estados Unidos. Sin embargo, nunca hubo el menor indicio de que los dirigentes de los EAU estuvieran reconsiderando su relación con el Estado judío.
Tercero, ha resultado sorprendente que la decisión de EAU haya roto una barrera al abrir una nueva forma de pensar sobre Israel por parte de otros gobiernos árabes. Y así, a los pocos meses del primer acuerdo de normalización, otros siguieron, en distintos grados: Bahréin, Sudán y Marruecos.
Sin embargo, se habla menos del impacto que han tenido estas nuevas relaciones en la región sobre aquellos que eran hostiles a Israel y a la idea de un Estado judío fuera del Medio Oriente. Se discute mucho sobre el nivel de retórica y comportamiento extremos hacia Israel y también sobre las agresiones contra judíos durante la reciente guerra, incluso más allá de lo que sucedió en guerras anteriores.
Entre los factores que se considera contribuyen a este nuevo nivel de extremismo, se encuentran los entornos partidistas y polarizados de muchos países democráticos, el papel de los medios de comunicación social en la generación de extremismo y las proyecciones excesivamente simplificadas de algunos observadores de un mundo de opresores y oprimidos, en las que Israel entra en la supuesta categoría de opresor.
Sin embargo, el nuevo ingrediente en la receta son los acuerdos de normalización. Incluso antes de la guerra de mayo en Gaza, había indicios de que las fuerzas antiisraelíes estaban en estado de pánico por el rápido cambio del ambiente en el Medio Oriente. Al fin y al cabo, si uno está en el campo de la deslegitimación —afirmando que Israel es un Estado racista y colonialista que se dedica a oprimir a los palestinos—, ¿qué hace ahora, cuando el mundo árabe se siente lo suficientemente cómodo con el Estado judío para establecer plenas relaciones? ¿Dónde quedan los deslegitimadores?
Claramente, con el impulso en su contra y los informes de que Arabia Saudí estaba considerando un acuerdo con Israel, la respuesta fue redoblar la retórica, las políticas antiisraelíes y también atacar a los Estados árabes que fueron lo suficientemente valientes para dar este salto histórico hacia la paz. La guerra en Gaza llegó en el momento perfecto para las fuerzas antiisraelíes. Les proporcionó la oportunidad de exaltar las iniciativas antiisraelíes e intentar detener la tendencia en la región hacia una amplia aceptación de Israel.
Seamos claros: no nos referimos a los partidarios de los palestinos. De hecho, los EAU y los demás países árabes insisten en que su apoyo a los derechos de los palestinos y a su autodeterminación como objetivo deseable sigue siendo tan firme como siempre. Nos referimos más bien a quienes califican a Israel de intruso colonial y rechazan toda legitimidad del Estado judío o de la conexión judía con la tierra.
Y así, hemos sido testigos de una explosión aún mayor de actividad antiisraelí y antisemita este mes de mayo, a pesar de que la guerra de 2014 en Gaza fue un conflicto mucho más extenso y letal que este.
Negar el progreso hacia las relaciones normales con Israel, que se presentaba como la mayor amenaza al esfuerzo por aislar al Estado judío, como lo hizo la comunidad internacional con la Sudáfrica del apartheid, resultó ser el catalizador e incentivo extra para la actividad antiisraelí más agresiva que hemos visto en años. Y, por supuesto, debemos contrarrestar y refutar a los que odian a Israel y buscar tantos aliados como sea posible para que nos acompañen en este esfuerzo.
En el plano político, los judíos estadounidenses instamos a nuestro gobierno a que haga todo lo posible para ayudar a fortalecer los lazos ya existentes entre Israel y estos cuatro países árabes, y para ampliar el círculo de gobiernos árabes y de otros países que estén dispuestos a normalizar relaciones con Israel. En última instancia, esa es la mejor respuesta a los deslegitimadores y demostrará que el futuro es de los pacificadores y no de los antisemitas y quienes odian.
Kenneth Jacobson es Subdirector Nacional de la Liga Antidifamación (ADL). Puedes leer los tuits de ADL en español en @ADL_es.
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