El nacional-populismo de Vox se nutre del colectivismo socialista

Un partido con vocación totalitaria y liberticida que aspira a gobernar haciendo uso de la violencia contra aquellos que no comulguen con su ideario de sociedad jerarquizada, uniforme, cristiana y de fronteras cerradas

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El presidente de Vox, Santiago Abascal, durante una rueda de prensa del Comité de Acción Política de Vox, en su sede nacional, a 30 de agosto de 2021, en Madrid (Europa Press)
El presidente de Vox, Santiago Abascal, durante una rueda de prensa del Comité de Acción Política de Vox, en su sede nacional, a 30 de agosto de 2021, en Madrid (Europa Press)

El blanqueo del partido de Santiago Abascal por los partidos convencionales como el PAN en México preocupa mucho en Europa y en especial en España a todos los demócratas y en especial a quienes llevamos toda una vida dedicada a luchar contra toda forma de política intervencionista y liberticida contra las personas.

Las ideas de la libertad con el Liberalismo clásico a la cabeza y su heredero natural en el siglo XXI, el Libertarismo han sido, son y serán como el agua y el aceite para los populismos que nos vienen amenazando la convivencia democrática en Europa y desde hace un par de décadas también en América Latina. Y si creemos en un Estado limitado que sólo vele porque los derechos fundamentales de sus ciudadanos no sean vulnerados, derechos como vida, propiedad privada y libertad, entonces debemos señalar con toda la claridad posible que Vox representa un grave peligro para un modelo de sociedad abierta de vocación liberal en el pasado y libertaria en el presente y en el futuro.

La Carta de Madrid es papel mojado no por su contenido, que muchos demócratas y todos los defensores de las ideas de la libertad la podríamos suscribir en cuanto a la defensa de los derechos individuales de las personas, y no de las “naciones”, un constructo sacado de la manga por los colectivistas populistas, sino por quienes la promueven y la firman en primera instancia: un partido con vocación totalitaria y liberticida que aspira a gobernar haciendo uso de la violencia contra aquellos que no comulguen con su ideario de sociedad jerarquizada, uniforme, cristiana y de fronteras cerradas que casi linda con el modelo racista que nos recuerdan las políticas arias de Hitler.

El modelo que Vox cuyo número dos, el eurodiputado Jorge Buxadé, un falangista declarado, promueve en Europa y en España y ahora en América Latina no es un modelo de sociedad abierta al mundo global, con libertad de circulación de personas, capitales, bienes, servicios y dinero; tolerante, diversa y anclada en los valores de una democracia liberal laica. A la formación de Santiago Abascal no le acomodan los valores que forjaron el proyecto de creación de la Unión Europea hace más de medio siglo cuando, al término de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro británico Winston Churchill en su discurso de la Universidad de Zurich de 1946 pedía la creación de una Unión de Estados de Europa basada en libertades y cooperación pacífica. No, el modelo que se amolda a este partido colectivista es un modelo profundamente conservador por un lado e intervenido desde un Estado fuerte apoyado en privilegios para el ejército, la guardia civil y la policía, por otro.

Vox rescata medidas como el servicio militar obligatorio, es decir volver a políticas de secuestro institucionalizado de los ciudadanos por el Estado; o a las políticas de nacionalización acabando con la propiedad privada y con el mercado libre y global en economía. Observamos cómo sus políticas coinciden en un alto grado con las que propone la extrema izquierda de Podemos y la parte más radicalizada del Psoe en España o socios europeos de Vox como el Frente Nacional de Marine LePen en Francia cuyas propuestas políticas tienen una similitud del noventa por ciento con las propuestas del Partido Comunista francés. Así pues, Vox ya tiene su propia cruzada contra la subida del precio de la energía y pide al igual que Podemos nacionalizar la energía porque, para bajar los precios, hace falta que el Estado intervenga y haga que la energía sea española; intervenir los precios y cerrar fronteras a la importación de alimentos y productos del campo para que todos los españoles comamos la lenteja riojana, el tomate canario o el aguacate malagueño, nada de elegir entre los productos nacionales, europeos e internacionales. Si vivismo en España, según Vox el Estado nos debe impedir comer lentejas canadienses, tomates marroquíes o aguacates mexicanos para proteger a los agricultores locales aunque no nos convenzan o no nos podemos permitir comprar su productos generalmente encarecidos por altos impuestos y costes burocráticos, resultado del alto intervencionismo del Estado en nuestra agricultura y en general en la economía.

Sólo con echar un vistazo a las políticas efectivas que ha hecho Vox desde que tienen representación obtenida gracias al voto liberal, podemos ver claramente que este partido, lejos de abrazar los principios del capitalismo de mercado libre, tiene bien interiorizados los principios del colectivismo socialista que nos recuerdan la etapa de la dictadura franquista en España o algunas de las dictaduras comunistas en el Este de Europa como la antigua Yugoslavia que toleraba hasta cierto límite la propiedad privada siempre que beneficiara al Estado comunista de Tito. Además de obstaculizar reformas fiscales a la baja absteniéndose en las votaciones, y sabiendo que con su abstención en los parlamentos regionales el gobierno autonómico no iba a poder bajar los impuestos como ocurrió en la anterior legislatura en la Comunidad de Madrid, veamos qué políticas impulsa Vox hasta ahora. Políticas colectivistas sindicales fundando su propio sindicato Solidaridad y financiándolo con subvenciones públicas. Baste recordar que también Vox decía por la boca pequeña en campañas electorales anteriores a adquirir representación que se oponía a las subvenciones. Y como no iban en serio, en este aspecto el único que va en serio es el Partido Libertario que lleva la auto-prohibición de subvenciones en sus propios estatutos, Vox nada más alcanzar la representación, se quedó con todas ellas y aplicó para cualquier subvención argumentando que, ya que todo el mundo las coge, ellos también para no estar en desventaja.

Siguiendo el recorrido político de esta formación nacional-populista vemos que sus propuestas políticas casan no con un Estado limitado, democrático de corte liberal, sino más bien con una versión hipócrita de las anteriores dictaduras colectivistas basadas en un gran y poderoso Estado intervencionista. En educación quieren introducir obligatoriamente una asignatura para fomentar el patriotismo en los niños y jóvenes de la mano de una renta temática similar a la Renta Básica Universal de Podemos, es decir un supuesto cheque escolar, pero no para quienes lo necesiten sino para todos. En sanidad y pensiones defienden lo público y alaban la gestión sanitaria estatal en general. En agricultura sus promesas electorales se apoyan en conseguirles a los agricultores latifundistas jugosas subvenciones de la PAC europea -Programa Agrícola Común de la Unión Europea- financiado por los impuestos de todos los europeos por un lado, a la vez que proponen control de precios a los productos agrícolas y cierre del comercio exterior a la importación de los productos que vienen de países desarrollados pero también de países en vía de desarrollo y países más pobres. En inmigración abogan por cierre de fronteras atacando primero a los inmigrantes marroquíes, parcialmente a los del Este de Europa y sus víctimas más recientes son los inmigrantes chinos. En libertad de medios a pesar de haber prometido impulsar la reforma que permita la privatización de los medios de comunicación públicos, tras llegar a las instituciones, ahora llevan el discurso contrario. Y en políticas sociales observamos que sólo quieren que las subvenciones cambien de destinatarios, en vez de financiar los chiringuitos del los otros, financiar los suyos y además quieren que el Estado ahonde todavía más en hacer ingeniería social para fomentar la natalidad de las españolas frente a una imaginaria invasión de los inmigrantes que tienen más hijos. España está en la media europea en cuanto al peso de la inmigración teniendo por cada mil habitantes unos 15 inmigrantes.

En conclusión, si quedan dudas de cuáles son las prioridades de los partidos nacional-populistas como Vox, sólo basta con mirar qué políticas activas han implementado hasta ahora y cuáles presionan por llevar a cabo allí donde deben dar su voto. Son políticas ancladas en un socialismo colectivista que fomenta una mezcla de iniciativa privada muy limitada, sujeta al dirigismo a través de la ingeniería social estatal en lo social, cultural, económico y por supuesto lo político; y muy alejadas del capitalismo de mercado libre basado en el orden espontáneo, la cooperación pacífica y voluntaria de los ciudadanos y las empresas en el marco de un Estado de derecho limitado a proteger los derechos individuales de las personas.

* La autora es líder libertaria española de origen rumano. Es presidenta del Patronato de la Fundación para el Avance de la Libertad (Fundalib), partner de la Red Atlas. Es jurista, graduada de la Atlas Leadership Academy y MBA en gestión de fundaciones y think tanks. Creció bajo la dictadura socialista de corte comunista de Nicolae Ceausescu hasta la caída del régimen en 1989 y desde entonces trabaja para promover el capitalismo de mercado libre.

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