Al escribir estas líneas todavía el hemisferio americano se preguntaba quién será el próximo presidente del Perú siendo 40,000 votos la distancia entre el puntero y el segundo lugar. Y mientras se dilucida este dilema, que seguro terminara en tribunales, muchos se preguntan por qué los latinoamericanos continúan apoyando con su voto opciones de política pública que claramente llevan al colapso económico.
Algunos opinan que las opciones populistas nunca develan sus verdaderas intenciones durante la campaña electoral y por tanto es difícil saber cuáles serán sus decisiones. La realidad destroza esta tesis puesto que exceptuando a Brasil y México, los países Latinoamericanos son suficientemente chicos como para que todos se conozcan. Cualquiera que haya ascendido en los escalafones de la academia, los medios, la política o las empresas es conocido por un conglomerado de personas suficientemente grande como para que el público tenga una aproximación a sus preferencias en materia de políticas públicas.
Además, en el caso del Perú, y anteriormente de México, Castillo y López Obrador explicitaron claramente cuales serían sus preferencias a la hora de adoptar políticas públicas. Para ellos el instrumento es el estatismo acompañado del autoritarismo. Es decir, control de las decisiones económicas y restricción de los derechos políticos. Y para nadie en el continente es hoy un secreto que esas políticas han creado naciones de pordioseros en Cuba, en Venezuela, y en Nicaragua. De manera que el argumento de la ausencia de conocimiento de las consecuencias no es válido.
Es necesario entonces indagar cual es el verdadero objetivo perseguido por los pueblos de América Latina cuando eligen líderes que encarnan la destrucción. Se trata de un numantismo existencial. Como en la antigua Numancia, los pueblos de América Latina, luego de 500 años de poco avance relativo en las áreas de aumento de su bienestar y de participación política efectiva, deciden suicidarse políticamente solo para impedir que quienes son visto como causa de su predicamento continúen disfrutando del bienestar. En síntesis, se trata de provocar la destrucción total para poner fin a los desequilibrios económicos y sociales que han caracterizado el devenir de todas las naciones de América Latina. Y pese a que la hecatombe arrasa con todo el progreso alcanzado, al menos coloca a los privilegiados en igual situación a los que se sienten marginados. Es decir, se alcanza la igualdad mediante la destrucción.
Romper este fatídico anillo de decisiones de los pueblos Latinoamericanos se torna entonces en la más urgente prioridad. Y ello pasa por restituirle a los pueblos la esperanza de que todos pueden alcanzar mejores niveles de bienestar. Para ello es necesario hacer crecer sus clases medias y devolverle al ciudadano el poder de decisión sobre su entorno inmediato que son las ciudades donde están sus hogares. Los empresarios deben cesar de extraer renta y comenzar a crear riqueza y los gobernantes dejar de ocuparse de lo urgente para resolver lo importante como es el tema del desencuentro entre educación y economía digital.
La autora fue Ministro de la Secretaría de la Presidencia en el mandato de Carlos Andrés Pérez