Una vida digna implica el derecho a una muerte digna

Ricardo Ruiz Suárez *

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En España la eutanasia ha sido reconocida y ya es Ley sumándose a las leyes de democracias desarrolladas como Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Nueva Zelanda. En este último país, aunque ya se aprobó todavía está pendiente su entrada en vigor y Colombia lo ha reconocido a través de resolución de su Tribunal Constitucional.

En nuestro país, la Constitución de la Ciudad de México establece en el Capitulo Segundo, de los Derechos Humanos, que una vida digna contiene implícitamente una muerte digna. Aunque se reconoce este derecho, en nuestra legislación no se encuentran los instrumentos para llevar a cabo su ejercicio.

En este contexto, en días previos presenté en el Congreso de la Ciudad de México, la iniciativa para establecer los mecanismos mediante los cuales se pueda ejercer el derecho constitucional a una muerte digna, la cual propone establecer un procedimiento para que la decisión de las personas que no desean continuar con el sufrimiento de un doloroso padecimiento terminal, pueda llevarse a cabo con normas muy precisas como:

Diagnóstico confirmado en el que conste la enfermedad terminal del paciente con la opinión del médico tratante y una segunda opinión médica.

Manifestación expresa e irrefutable del paciente terminal de no continuar con cuidados paliativos y en su caso, recibir los medicamentos que permitan el bien morir.

Las sociedades avanzamos hacia la democracia en la medida que nos deshacemos de los dogmas que por centurias nos han inculcado los extremismos religiosos. Sin embargo, no soportan el estudio a la luz de la dignidad, la libertad y los derechos humanos. Hay temas incomodos y este es uno de esos temas, como lo es el aborto o la adopción de parejas homoparentales que son asuntos repudiados por las fuerzas conservadoras que apelan a una visión homogénea de las sociedades.

Las personas tienen derecho a renunciar al sufrimiento, al dolor interminable, y el Estado debe estar obligado a proveer su asistencia. Asimismo, los médicos deben practicarla, siempre que su conciencia se los permita, de no ser así, dejar que otro médico asista al paciente en agonía.

La garantía de la libre decisión sobre nuestra vida cuando esta es no tal, cuando es dolor y sufrimiento sin cura debe ser respetada. Así como luchamos por el buen vivir, cuando este no es realizable, también debemos luchar por el buen morir. Es un planteamiento que debe ser discutido para que aceptemos que la vida tiene más aristas de las que suponíamos y una de ellas también es la no vida, es la muerte misma.

Quizá el tiempo impida que esta iniciativa se traduzca en Ley, pero es necesario reabrir el debate de este tema en lo inmediato, sobre todo que en nuestra actualidad hemos sido testigos cercanos del sufrimiento y desesperanza que significan las enfermedades terminales, porque sin duda será signo inequívoco de que estamos en la ruta por la democracia y la dignidad de las personas.

*Ricardo Ruiz Suárez es diputado de la Ciudad de México por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Maestro en Derecho Constitucional y Administrativo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha sido catedrático e investigador del Departamento de Derecho de la UAM-Azcapotzalco.

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