Las relaciones de Europa con América Latina casi siempre dejan confusión y a menudo un extraño sabor amargo. A veces parece una calculada estrategia de dudas y contradicciones, uno termina leyendo alguna conspiración. Es inevitable, cuesta creer que tanto titubeo sea un mero accidente. Cuando la presión contra las dictaduras debe aumentarse, Europa vacila.
Por supuesto España tiene el rol protagónico. Ello por la historia, la lengua, la cultura—y, sobre todo, los intereses—que lo hacen el “traductor natural” de América Latina en la Unión Europea. Y porque el Alto Representante de Política Exterior de la UE es Josep Borrell, español, ex canciller y miembro del partido que hoy gobierna. Entre la diplomacia Meliá y la afinidad de la pseudo-izquierda ibérica con el castro-chavismo, el totalitarismo caribeño siempre termina saliéndose con la suya.
“Pseudo-izquierda” porque la ideología es solo una racionalización post-hoc para consumo de cándidos y de cómplices. La médula del asunto es que la corrupción chavista en el elenco gobernante español es bochornosa, además de punible. Las últimas semanas hemos visto una fotografía perfecta de esta España que, en nombre de Europa, claudica de sus obligaciones con la democracia y los derechos humanos al otro lado del Atlántico.
Primer episodio: Borrell solicitó públicamente a Joe Biden retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo. A quien se sumó Alberto Navarro, Embajador de la UE en Cuba, firmando una carta colectiva al presidente de EEUU pidiéndole que alivie las sanciones comerciales a la Isla. En una entrevista posterior al medio de Miami “CubaNet”, a su vez negó que Cuba fuera gobernada por una dictadura.
Cuando un grupo de eurodiputados peticionaron a Borrell su “inmediata destitución por defender el régimen castrista”, entre otros “agravios que el embajador Navarro ha infligido al Parlamento Europeo”, el Alto Representante lo convocó para dar explicaciones. Un pedido de explicaciones de dudosa credibilidad, ya que Navarro posteriormente aseguró a la prensa haber contado con apoyo de Borrell para firmar dicha carta a Biden.
La contradicción no fue aclarada por el Alto Representante pero es plausible que sea veraz. Al fin y al cabo, Borrell mismo ya había intervenido en favor de Cuba ante el gobierno de EEUU. Navarro tiene estirpe PSOE como Borrell: fue Secretario de Estado para la Unión Europea en el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
Segundo episodio: Isabel Brilhante Pedrosa, Embajadora de la Unión Europea en Caracas, fue expulsada. El propio Canciller Arreaza le comunicó la decisión en persona, no se iba a privar de tan genuino placer. Ello fue en respuesta a las 19 nuevas sanciones a jerarcas del régimen después de las elecciones dolosas de diciembre, con lo cual llega a 55 el total de individuos con activos congelados y prohibición de entrada en la UE.
Los Estados miembros de la Unión tomaron represalias declarando persona non-grata a la representante de Maduro en Bruselas, si bien no tendrá que partir por desempeñarse también como embajadora ante Bélgica y Luxemburgo. El Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela, impulsado desde 2019 por España y un grupo de países europeos y latinoamericanos, rechazó la expulsión de la Embajadora Pedrosa, aunque sin la adhesión de Argentina. Lo cual es bueno para que quede claro de una vez por todas dónde está el gobierno de Fernández-Kirchner.
Antes liderado por Mogherini y ahora por Borrell, el Grupo de Contacto es un inútil compendio de contradicciones que siempre termina siendo funcional a la dictadura chavista. Comenzó en febrero de 2019 con un perentorio plazo de 90 días a Maduro para que organice elecciones libres, que tuvo que extender más de una vez. Eso en coordinación con el gobierno de Noruega, auspiciante de varias rondas de diálogo en Oslo jamás explicadas.
Pero Maduro se burla de los emplazamientos europeos. Deberían saberlo, lo hace desde 2014. Su respuesta fue la farsa electoral de diciembre pasado para cooptar a la Asamblea Nacional. Dos años después de varios noventa días, el Grupo de Contacto no tiene razón de existir. A los europeos no les quedó más recurso que imponer sanciones, las mismas que quieren levantar en el caso de la “no-dictadura cubana”. Todo ello resulta ofensivo.
Tanto como la cercanía de Noruega con La Habana. Además de aquellos diálogos ficticios, está documentado que Noruega y Luxemburgo han financiado misiones médicas cubanas en terceros países. Es importante recordar que, a partir de los detallados informes de la ONG Prisoners Defenders, dichas misiones han sido catalogadas como formas contemporáneas de esclavitud, trabajo forzoso y tráfico de personas por la Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de la esclavitud y la Relatora Especial sobre la trata de personas, ambas de Naciones Unidas.
Tercer episodio: La investigación por malversación de la consultora Neurona en el juzgado 42 de Madrid, que tiene imputados a Podemos y al numero dos del gabinete de Pablo Iglesias, ahora también tiene a Juan Carlos Monedero, co-fundador del partido, en la misma categoría. Está citado a declarar el próximo 13 de marzo.
Neurona, empresa mexicana, anteriormente trabajó para Rafael Correa y colaboró en las campañas electorales de López Obrador y de Maduro. Por medio de CLACSO también apoyó a Cristina Kirchner en Argentina. Pues ahora acaba de obtener un contrato de 20 millones de dólares por asesoramiento en la campaña de Arauz en Ecuador, con Monedero como principal asesor.
Podemos está situado en el centro de una densa configuración de consultoras y think-tanks que sostienen la propaganda castro-chavista. Queda por ver qué ocurrirá una vez que la justicia llegue al Vicepresidente del Gobierno de España. Neurona y Monedero solo son la parte visible de un iceberg que se remonta a los pagos en paraísos fiscales a Pablo Iglesias realizados por Venezuela bajo el mismísimo Chávez y que tiene a Zapatero como arquitecto en jefe.
Subrayo el sustantivo compuesto “castro-chavismo”, una relación de mutua necesidad. Se refuerzan recíprocamente, de ahí que tengan certeza que la caída de uno bien podría arrastrar al otro sin importar el orden. La ideología es solo un ropaje discursivo, estamos frente a un conglomerado de ilícitos con una filial en el propio Gobierno de España y en la Unión Europea.
Moraleja: si esta es la izquierda, ya no hay más izquierda. Y no se trata únicamente de su enriquecimiento personal, habiendo archivado la noción de igualdad material, sino que también destrozan los conceptos de igualdad ante la ley y de democracia constitucional, ambos componentes centrales del pensamiento progresista. Es como dice la canción “Patria y Vida”: “no más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas”. Por eso “se acabó”, repite el estribillo.
Pues así es el totalitarismo, un orden político que está acabado al instante de nacer. Como todo régimen de partido único solo puede permanecer en el poder, mejor dicho “durar”, en base al uso de la violencia. Sin fórmula de sucesión ni alternancia no tiene cómo renovar la legitimidad, es un sistema putrefacto antes de estar muerto.
Ante ello, la diplomacia europea continúa con vacilaciones que se prolongan indefinidamente. Siempre recomiendan “diálogo”, cuando los problemas son de otro. Y tienen esa inmoral propensión al apaciguamiento de dictadores, tal como intentaban apaciguar a Milosevic en los Balcanes. Tienen democracia en casa, pero no apoyan demócratas en otras latitudes. Hace 60 años que juegan el mismo juego en relación a Cuba, son ingenuos o son cómplices.
La democracia latinoamericana nunca tendrá raíces profundas—no estará “consolidada”, en el lingo de los especialistas—mientras el Partido Comunista cubano siga en el poder. Enfrentarse al mal con ambigüedad equivale a ser neutral frente al opresor, parafraseando a Desmond Tutu. Y, además, es garantía absoluta de derrota.