Han pasado 14 años sin justicia, 14 años sin consuelo, una vida destrozada por la ilegal detención y tortura de la periodista Lydia Cacho, a manos de un grupo articulado de la delincuencia organizada pero, no de los narcotraficantes, sino del aparato organizado del poder, encabezado por el ex Gobernador del Estado de Puebla Mario Marín, célebre por su apodo como el “Gober precioso”, empresarios como Kamel Nacif y funcionarios públicos que en su momento, orquestaron todo este montaje; pero, ¿qué desató la rabia de estos oscuros personajes?.
Lydia Cacho es autora del libro “Los Demonios del Edén: el poder detrás de la pornografía infantil”, publicado en el 2004, en el cual plasmó con detalle y documentó a una red internacional de trata y explotación sexual de niños en el Estado de Quintana Roo, liderada por el empresario Jean Succar Kuri; actualmente preso y donde se vieron involucrados Mario Marín y Kamel Nacif, este último personaje demandó a Lydia por difamación y calumnias, bajo ese pretexto el ex gobernador de Puebla, apoyó a Nacif moviendo el aparato judicial del Estado de Puebla, para detener a la periodista, torturarla y amenazarla. A pesar de que los personajes señalados en esta trama de corrupción e influyentismo siempre negaron su participación en los hechos señalados, un audio filtrado a los medios de comunicación, da cuenta de la trama organizada entre el “Gober precioso” y Kamel Nacif, donde celebran la detención de la periodista e incluso hablan de “encargarla” a internos del Centro de Reclusión para que golpearan a la periodista y la hostigaran dentro de su estancia en prisión.
Esta historia se suma a la de miles de mujeres que son víctimas de delitos e injusticias en México, que tienen que padecer de un sistema de procuración de justicia ineficiente y corrupto, donde los plazos para obtener justicia no son expeditos como marca la Constitución Política y que tienen que resignarse a la justicia a cuentagotas, que el Gobierno decide administrar, que en muchos casos no llegará.
El caso de Lydia Cacho nos debe servir de ejemplo, para exigir que el sistema de justicia penal sea reformado, que lo que no sirva se elimine, que sean obligatorios los plazos para resolver los procesos penales, para que no se prolonguen en el tiempo y lo más importante de todo, es diseñar una iniciativa de ley, que otorgue un marco jurídico claro que proteja a los periodistas en su función, para que no puedan ser amenazados o intimidados con acciones legales en su contra. Al periodista en México se le ataca por hacer su trabajo, pero también se le ataca cuando el poder político siente que está en riesgo, por las investigaciones que mostraran la corrupción e ineficacia del Gobierno en turno.
Tenemos que levantar la voz en defensa de Lydia Cacho, de los periodistas y de las miles de mujeres a las que se les ha negado el acceso a la justicia, México debe de eliminar las prácticas ilegales del pasado, debemos constituirnos como un verdadero Estado democrático de derecho, donde todos y todas podamos vivir en armonía, sin temor a ser perseguidos por ideología política, por nuestras convicciones personales, por el trabajo que realizamos, ningún Gobierno tiene derecho a interferir en el trabajo de los periodistas, ni tratar de imponer “línea”, el periodismo valioso es aquel que critica, que cuestiona, que confronta al poder de manera objetiva y profesional, solo con respeto y protección a la labor de los periodistas, lograremos un México de libertades y que nunca más nadie diga: “Tuve miedo. Hoy el miedo me sirve para continuar y tener mayor valentía”, como lo dijo Lydia.
* Ramón Celaya Gamboa es Mtro. en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos y destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Ha laborado en dependencias de la Administración Pública; Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal.