Los ojos de la política y los medios norteamericanos se posan sobre Georgia. Más precisamente, en la elección especial de las dos bancas estatales para el Senado nacional que tendrá lugar el 5 de enero de 2021.
Pero, ¿Qué sucederá en Georgia el primer martes del año? ¿Por qué razón la elección de dos bancas senatoriales por ese Estado acapara tanta atención? En concreto, porque el resultado de esta votación especial determinará cuál de los dos partidos dominará el Senado. Hasta el momento, los republicanos conservan cincuenta de las cien bancas que integran el pleno. En caso de conseguir al menos uno de los dos escaños en juego, el GOP (Grand Old Party) tendrá un poder de veto sobre las decisiones del Ejecutivo de Joe Biden.
Un desafío más engorroso enfrenta el Partido Demócrata: necesitan ganar ambas bancar para controlar la cámara alta. En ese caso, la composición quedará empatada en 50-50 pero la vicepresidente Kamala Harris tendrá a partir del 20 de enero el poder de arbitrar en virtud de ejercer constitucionalmente la titularidad del cuerpo.
“Georgia on my mind”, pensará por estas horas Joe Biden. Finalmente, el nuevo jefe de la Casa Blanca es una criatura política surgida del Senado. Electo senador por Delaware por primera vez en 1972, Biden permanecería durante casi cinco décadas en Washington. Treinta y seis años como senador y ocho como Vicepresidente son suficientes para advertir la importancia de la contienda.
Hasta el momento, las principales encuestadoras indican que el resultado de ambas carreras es prácticamente imposible de anticipar dado que presentan las características de un virtual empate.
En el sistema político norteamericano, el Senado es una cámara más importante que la Casa de Representantes -en los sistemas parlamentarios suele ser al revés- y tiene la facultad de aprobar o desechar a los miembros del gabinete, jueces de la Corte Suprema, embajadores y la potestad de ratificar o no los tratados internacionales.
Esa realidad convierte al Senado de los Estados Unidos en una institución dotada de un inmenso poder. Razones históricas explican la naturaleza diseñada por los Padres Fundadores: la Constitución es un pacto entre estados (provincias) pre-existentes y el poder de los mismos está representado en esa cámara.
Fue James Madison -quien sería el cuarto presidente de la Unión- quien en El Federalista (número 62) insistió en la necesidad de contar con un sistema bicameral. Allí explicó la necesidad de contar con un cuerpo que compensara las pretensiones de los estados grandes y los pequeños mediante un voto equivalente “como un reconocimiento constitucional de la porción de soberanía remanente de los estados individuales y como un instrumento para preservar aquella soberanía residual”. Concebido como un dispositivo institucional para vincular el poder de los estados con el de la Nación, el Senado se transformó en una pieza fundamental del sistema constitucional.
Por ello, adquiere fundamental importancia para la Administración Biden conocer si contará o no con mayoría en el Senado para impulsar, entre otras cosas, su agenda de política exterior que podría incluir puntos controvertidos tales como un eventual retorno al pacto nuclear iraní alcanzado en el tramo final de la Administración Obama junto a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania (JCPOA).
De alguna forma, por paradójico que parezca, el poder en la nación más importante de la tierra parece seguir siendo conformado de abajo hacia arriba. De allí que el significado más profundo de lo que sucederá en Georgia el primer martes del año que se inicia radique en la permanente interrelación entre los fenómenos locales y sus consecuencias nacionales en el sistema político norteamericano.
“All Politics is Local”, solía decir el Speaker Tip O´Neill.
Mariano Caucino es especialista en relaciones internacionales. Sirvió como embajador argentino ante el Estado de Israel y Costa Rica.
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