Desde la década de 1980 las economías asiáticas emergentes, lideradas por China, vienen aumentando su importancia a un ritmo más acelerado que el de las naciones desarrolladas. El mapa de la economía mundial en este siglo se caracteriza por el creciente liderazgo económico de las naciones asiáticas. Cuando en 1980 Ronald Reagan era presidente, Estados Unidos registraba un PBI que era nada menos que nueve veces más grande que el de la República Popular China, que recién comenzaba a dejar atrás el primitivo modelo colectivista implantado por Mao después de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy las cosas son distintas, ya que este año el PBI chino es más el 15% mayor al de los Estados Unidos y la rapidez de la expansión de la producción de bienes y servicios chinos no tiene parangón en la historia económica mundial.
El hecho de que China desde hace décadas esté creciendo más que Estados Unidos tiene un importante impacto en el panorama energético mundial. En 1980 el consumo total de energía era en los Estados Unidos más de cuatro veces mayor al de China. Hoy la situación es diferente: el país asiático lo supera en un 50 por ciento.
Por todo esto no debe sorprender que este liderazgo chino también abarque las emisiones contaminantes de CO2 asociadas con el consumo de energía. En 1980 el principal contaminador global eran Estados Unidos, con emisiones que entonces representaba más del triple que las chinas. Ahora el mapa de la contaminación global es bien distinto al del siglo pasado por el cambio en el liderazgo económico, ya que China está emitiendo el doble de CO2 que los Estados Unidos. Estos dos países representan hoy un tercio de las emisiones mundiales de origen energético. La misma magnitud que en 1980, pero cambió el liderazgo contaminador.
El principal objetivo del Acuerdo de París (2015) fue definir la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 ˚C con respecto a los niveles preindustriales. Pero los avances han sido mínimos: se necesita mucho más para neutralizar las emisiones contaminantes, que han venido creciendo desde la Revolución Industrial, impulsadas por el crecimiento económico de las ultimas décadas.
Sin un claro compromiso político de China y Estados Unidos para liderar el tránsito hacia un mundo con energías limpias, no se podrán cumplir las metas ambientales del Acuerdo de París. Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos son decisivas para la preservación de nuestra casa común, ya que el candidato Trump no tiene en su agenda política cumplir estas metas.
El autor es miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente