Lacalle Pou, un líder que trasciende fronteras

La figura del presidente uruguayo, quien goza de una reconocimiento internacional inusual, incidió en las elecciones departamentales celebradas el último domingo

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Luis Lacalle Pou
Luis Lacalle Pou

La imagen del Presidente uruguayo es dentro y fuera de las fronteras más que positiva. Es un líder de gran exposición en todo Latinoamérica: medios y redes sociales viralizan materiales sobre su actividad política, videos casuales, y extractos de entrevistas que reflejan su solidez de sus declaraciones.

El domingo pasado Luis Lacalle Pou en su condición de presidente de todos los uruguayos observó cómo su partido era el gran vencedor de las elecciones subnacionales en 19 departamentos. El Partido Nacional ganó en 15 intendencias, el Frente Amplio en tres y el Partido Colorado una. Desde la reforma constitucional de 1996, que cambió las reglas de juego electoral en Uruguay y separa las elecciones nacionales de las departamentales, ningún partido había alcanzado tanto. En el caso del Partido Nacional, el domingo logró mantener las 12 que ostentaba y le arrebató tres al Frente Amplio. Para entender la magnitud de lo logrado, hay que analizar las votaciones de 1989, previo a la reforma antes mencionada, y donde todas las elecciones se realizaban el mismo día y sin capacidad de cruzar el voto. En esa ocasión, el Partido Nacional obtuvo 16 intendencias. Una curiosidad: el Presidente electo también era Lacalle, padre del actual mandatario.

La academia uruguaya ha analizado los efectos de las elecciones nacionales en las subnacionales. Claramente la denominada “luna de miel” del Presidente y sus altos guarismos de aprobación en una coyuntura de alternancia tienen mayor influencia que cualquier otro escenario. El fenómeno había registrado en 2004, cuando el Frente Amplio ganó por primera vez a nivel nacional y el triunfo de Tabaré Vázquez incidió en 2005 para las departamentales: un crecimiento de uno a ocho intendentes en esa ocasión.

Este nuevo escenario va acompañado por cambios importantes en el sistema político uruguayo, que no son definitivos pero demarcan un nuevo mapa. Parafraseando a Winston Churchill, quien establecía que la política es peligrosa como la guerra, la diferencia es que en la guerra se puede morir una vez y en la política muchas.

El Frente Amplio mantiene Montevideo, la capital uruguaya, donde Carolina Cosse es vencedora y la sorpresa en los meses de pandemia. El votante “capitalino” de la coalición de izquierdas votó pensando en liderazgo nacional. La campaña entendida de esta manera le terminó dando la victoria en una interna con la candidatura de Álvaro Villar (apoyado por José Mujica) y una tercera opción de Daniel Martínez, quien hace unos meses encabezaba el partido y perdía por poco margen con Lacalle la elección presidencial. La otra revelación fue la economista Laura Raffo, cuya candidatura parecía una apresurada decisión para generar un consenso entre los partidos que apoyan el gobierno de Lacalle, pero hizo una excelente votación. La “outsider”, ex analista sobre economía de televisión, tiene un estilo muy parecido al del Presidente y con una fuerte tradición familiar en el Partido Nacional. Ese parece ser un capital político para invertir en Montevideo, ya que la improvisación de candidatos y la falta de consolidación de un desafiante le ha facilitado al Frente Amplio ir por 35 años de gestión.

El segundo departamento con mayor cantidad de habilitados para votar después de Montevideo es Canelones. El Frente Amplio también gana y allí aparece quien para muchos es la “joya” de Mujica y el liderazgo guardado para poner a prueba en la próxima elección nacional, el intendente Yamandú Orsi, con una votación superior al 50% del electorado.

El tercer departamento es Maldonado. Allí el dirigente del Partido Nacional Enrique Antía logró la reelección y su tercer mandato pasando a la historia, donde gobernará el municipio de Punta Del Este así como los siete restantes junto a todos alcaldes de su partido.

Estas incertidumbres dentro del Frente Amplio, sumado al vacío que dejó la renuncia a la actividad política del nuevo candidato y ex canciller Ernesto Talvi, y la magra actuación en estas elecciones de sus principales socios, resaltan la imagen y la influencia del presidente uruguayo.

El Partido Nacional en Uruguay es, dentro del sistema político uruguayo, uno de los dos (denominados por el doctor en Ciencia Política Antonio Cardarello) fundacionales, ya que la divisa blanca y la colorada nacieron con el Estado. Es un partido vinculado al interior, a lo rural, sus héroes, sus referentes son aquellos que no alcanzaron el poder; sus canciones hablan de las dificultades y del esfuerzo desde el llano. Las ganadas no parecen ser las historias más importantes, aunque hoy se encuentran con un liderazgo que los confunde, ya que no solo encuentra adeptos en el histórico enemigo Partido Colorado, sino también en otros partidos y más allá.

Uruguay realizó una elección con la participación de un 85% de sus habilitados para votar. Fue el primer país de Sudamérica en celebrar comicios durante la pandemia, lo que lo convierte en una referencia en modelos de “protocolos”. Más allá de que el voto es obligatorio, la confianza en las instituciones quedó evidenciada en el nivel de participación de los ciudadanos.

Este perfil de Lacalle Pou que trasciende las fronteras uruguayas no es algo común. Quizás solo José Mújica ha generado algo similar en los últimos tiempos. Dentro de lo que son bloques políticos ideológicos distintos y separados, representando “olas” latinoamericanas entre “derechas” e izquierdas", la credibilidad regional del Estado uruguayo parece haber encontrado para exportar sus dos versiones antagónicas.

No es normal en Uruguay un reconocimiento personalizado a mandatarios de forma internacional, pero hoy y, cada vez más, vivimos en una “Aldea Global”.

El autor es politólogo

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