La ONU, con impronta china: ¿y la universalidad?

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Una mujer pasa frente a un retrato del presidente Xi Jinping en Shánghai, China. 12 de marzo de 2020. (REUTERS/Aly Song)
Una mujer pasa frente a un retrato del presidente Xi Jinping en Shánghai, China. 12 de marzo de 2020. (REUTERS/Aly Song)

El sistema multilateral de las Naciones Unidas, que nace en San Francisco en 1945, empieza a mostrar una impronta china cada día más relevante en el liderazgo de la reestructuración de la gobernanza global. En la última década, en particular desde el inicio del ciclo político de Xi Jinping, la reorientación de algunos paradigmas multilaterales, programas y políticas diseñadas por la ONU, llevan un sello que denota un mayor protagonismo de Beijing y es coincidente con el aumento considerable de diplomáticos y técnicos de esa nacionalidad que prestan servicios regulares, como funcionarios internacionales, en Naciones Unidas.

Ese feudo en progreso incluye la red de organismos vinculados a la ONU mediante acuerdos intergubernamentales. De los 15 organismos especializados de la ONU, China preside cuatro y en siete agencias del sistema multilateral ocupa el segundo puesto de conducción como es el caso de la UNESCO. China ejerce la coadministración de la OACI desde 2015 y dirige la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a cargo de Qu Dongyu, desde 2019. Otro ex ministro chino, Li Yong, es director general de la Organización de Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (ONUDI) desde 2013. Lo mismo ocurre con la Unión Internacional de Comunicaciones (UIT), cuyo secretario general desde 2015 es Houlin Zhao.

China es hoy el segundo mayor contribuyente financiero del presupuesto ordinario de las Naciones Unidas, por detrás de Estados Unidos. En la Organización de la ONU para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO) es el mayor aportante neto como consecuencia del retiro norteamericano del organismo. Lo mismo en la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). También China proporciona más personal a las Operaciones de Mantenimiento de la Paz que cualquier otro miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que hasta 2017 estaba a cargo de la funcionaria china Margaret Chan, cuenta con un director general de origen etíope promovido y capacitado por China. El respaldo africano en las aspiraciones multilaterales chinas ha sido central al haber contado con el voto mayoritario de África para ocupar puestos multilaterales. Las inversiones chinas en África superan los 200 mil millones de dólares.

En el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (UNHRC), en otro ejemplo, tiene un peso diplomático preponderante al integrar el panel que selecciona investigadores que dan forma a las normas internacional sobre la situación de los derechos humanos en el mundo, que cubre desde la libertad de expresión, la detención arbitraria a la seguridad alimentaria básica.

Pese a los avances de China en espacios del sistema multilateral, acaba de sufrir un traspié en la intención de conducir la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI). Estados Unidos logró imponer a Singapur en un organismo relacionado con la innovación tecnológica. La pugna ha estado vinculada al interés de Washington de cerrar las puertas a gigantes chinos como Huawei o ZTE. También de mostrarle a China ciertas limitaciones a la hora de competir en la gobernanza global. El resto del mundo, por primera vez en la historia diplomática, acepta sin chistar que una superpotencia deje la sombra y ocupe puestos preponderantes que afectan la universalidad que requiere las Naciones Unidas.

El autor fue vicecanciller

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