La política exterior de Joe Biden

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Joe Biden, candidato demócrata y
Joe Biden, candidato demócrata y ex vice de Barack Obama (REUTERS/Scott Morgan)

La unificación del Partido Demócrata detrás de la candidatura de Joe Biden abre las posibilidades de su triunfo en las elecciones presidenciales de noviembre. La crisis creada por la pandemia ha erosionado el apoyo de Donald Trump y aumentado los reclamos para un cambio en la Casa Blanca. La plataforma del candidato demócrata que deberá consensuarse con la línea de Bernie Sanders durante la Convención del partido plantea un cambio importante en la política exterior de los Estados Unidos.

El ex vicepresidente Biden ostenta una trayectoria en política internacional como miembro y presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado; se opuso a la guerra en defensa de Kuwait, apoyó la invasión a Irak en 2002 y participó en la elaboración del Plan Colombia. Como vicepresidente promovió la reducción de tropas en Afganistán, el fortalecimiento de la OTAN durante la crisis en Ucrania y fue responsable del programa para América Central en 2015.

La presidencia demócrata implicará el reemplazo de la estrategia America First por la búsqueda del diálogo con países aliados y el fortalecimiento del sistema multilateral incluyendo el regreso al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. La plataforma enfatiza la necesidad de restablecer el liderazgo político de los Estados Unidos en base a la confianza y promoviendo los valores de la democracia y derechos humanos. La política de diálogo tendría el propósito de ampliar la colaboración para enfrentar los problemas de seguridad.

La relación con China continuará en el centro de la política exterior de los Estados Unidos no sólo por el conflicto comercial sino también por la creciente influencia de ese país en el escenario mundial. La política de militarizar el Mar de China, sostener al régimen de Maduro y apoyar a Irán no facilitan la normalización de las relaciones. John Biden no podrá eludir las imputaciones de Bernie Sanders por su voto favorable en 2001 que regularizó las relaciones comerciales entre ambos países y permitió el ingreso a la OMC. La política de Trump y las presiones del ala progresista demócrata en contra de los acuerdos comerciales a los cuales acusan de favorecer la desindustrialización y la disminución de los salarios acotarán los márgenes de negociación. India, Japón y Corea del Sur asumirán un papel prioritario en la estrategia norteamericana.

Los vínculos con Ucrania y las afirmaciones de fortalecer la OTAN condicionarán las relaciones con Rusia. El presidente Putin siempre manifestó su preferencia por Donald Trump donde existen diferentes niveles de acuerdo en contraposición a las posiciones mantenidas por Hillary Clinton cuando fue Secretaria de Estado. Biden retomará los lineamientos de la política de Obama para limitar las ambiciones de Rusia de expandir su influencia e incluso la avidez territorial.

El cambio de color en la Casa Blanca no favorecerá las aspiraciones del Gobierno de Israel. El ala progresista demócrata no comparte el apoyo incondicional sin lograr ninguna concesión por parte de Netanyahu para alcanzar un acuerdo con los palestinos. Biden recoge en su plataforma el compromiso con la seguridad de Israel, pero el apoyo de Sanders provocará un endurecimiento para demandar el cese de la anexión territorial y avanzar en la formación de un Estado de Palestina. El Acuerdo del Siglo propuesto por Jared Kushner será una historia del pasado.

Las relaciones con América Latina podrían encontrar una nueva dimensión con John Biden. Después de un período donde estuvieron condicionadas por Elliott Abrams y Marco Rubio, el ascenso de Biden podría significar una oportunidad para la región como la tuviera durante la presidencia de Obama. Biden asumió el compromiso de aprovechar la próxima Cumbre de las Américas para reconstruir las relaciones hemisféricas sobre la base de la democracia, el respeto a los derechos humanos y el acatamiento a la ley. Los resultados dependerán de la voluntad de los países latinoamericanos de elaborar un programa de acción y obtener la ayuda financiera para superar los daños de la crisis creada por la pandemia y sentar las bases para un desarrollo sostenido.

Las posibilidades de un triunfo demócrata en las próximas elecciones presidenciales representan un aliciente para que los Estados Unidos puedan retomar su liderazgo a través del diálogo y la cooperación para enfrentar los desafíos de una reconstrucción global que demandará grandes sacrificios en especial a los países en desarrollo. La visión unilateral que marcó la política exterior de los Estados Unidos durante estos años pudo haber servido a sus intereses inmediatos, pero levantó un muro de desconfianza y prejuicios que sólo debilitó su protagonismo internacional.

El autor es Licenciado en Economía Política (UBA), Master in Economics (University of Boston) y fue embajador argentino en Tailandia. Es Miembro Consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)

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