Recordemos este día, 20 de abril de 2020, como el lunes más negro en la historia del petróleo norteamericano, cuando el WTI (West Texas Intermediate) cotizó en banda negativa, con el futuro de mayo llegando hasta -40.32 USD el barril (menos 40.32 dólares), con una caída libre de 321% en un solo día. Un tobogán empinadísimo al Séptimo Círculo.
¿Por qué esta locura? Por un lado, jugó -y fuerte- el mercado futuro para el barril de WTI, en el que inversores y especuladores movieron sus posiciones en medio del pánico del vencimiento del martes 21 para los futuros de mayo y una falta de espacio físico para seguir almacenando o especulando.
Es que los futuros de WTI casi siempre se liquidan financieramente, pero cualquier contrato que no se haya cerrado o recolocado en otro futuro (rolling) al vencimiento los días 21 del mes, debe cumplir con la entrega física de ese petróleo transaccionado.
Esas entregas van al centro de almacenamiento de Cushing, Oklahoma, que se conecta por vía oleoducto a Canadá, el Midwest norteamericano, el oeste de Texas y la costa del Golfo de México. Y hete aquí que Cushing, aparentemente, está lleno casi hasta el borde, y fue esto lo que desató la debacle.
Moraleja: el almacenamiento, que siempre fue una herramienta de logística, pasó ahora a convertirse en otra commodity, definitoria para el precio del crudo.
Y otra, o moraleja 2: si con las crisis del petróleo de los 70 y 80, y luego la de 2014 generada por Arabia Saudita, fueron los productores los que tuvieron la batuta del mercado, el cetro del poder hoy pasó a los compradores.
Pero volvamos a la debacle del lunes, que no vino solita. Se da en un contexto en el que se conjugaron el parate económico mundial acarreado por el coronavirus con la disputa entre Arabia Saudita y Rusia por el liderazgo en el mercado de crudo -aparentemente saldada el domingo de Pascuas con el acuerdo OPEP-. De allí que se esté dando un triángulo de terror para el petróleo, en el que sus afiladas aristas son una demanda que se está evaporando, una oferta que ya se desbordó y una capacidad de almacenamiento global que está llegando al límite -dicen- en los próximos días.
En marzo, cuando Rusia y Arabia Saudita rompieron lanzas para disputarse el mercado del petróleo, subiendo la producción y provocando una enorme baja en el precio del mismo, los traders la vieron venir y comenzaron a buscar lugares de almacenamiento en lugares tan remotos como Marruecos, Malta, la costa atlántica de África y el Caribe.
Los VLCC
Llenados esos almacenamientos remotos, se empezó a contratar cargueros (tankers) como storage. Se los cargaba y los barcos partían sin derrotero. Los saudíes, protagonistas principales de esta novela petrolera, alquilaron 16 de esos mega cargueros como almacenamiento e incluso llegaron a reservar espacio en un oleoducto egipcio, el SUMED, usado normalmente como ducto y no como reservorio. Según el Wall Street Journal, con un llenado al 70% a fines de marzo, se almacenó allí en el primer trimestre tres veces más que en el mismo período de 2019.
El Wall Street Journal consignó que en la cacería para almacenar crudo donde sea, los mega-cargueros conocidos como VLCC (Very Large Crude Carrier) son los favoritos, ya que su capacidad es de 2 millones de barriles. Pruebas al canto: hace un año, un contrato por 6 meses se cotizaba en USD 29.000 por día. Hoy ese mismo contrato trepó a la friolera de USD 100.000 al día. Y así como se calcula que en marzo había cerca de 110 MM de barriles flotando (almacenando) por el mar, el viernes 16 llegaba esa cifra a 142 millones de barriles.
En cuanto a Estados Unidos, también está a la busca de alternativas de almacenamiento. Sus inventarios treparon en 19.2 MM b/d de crudo en la primera semana de abril. La actividad en las refinerías cayó a récords anteriores a septiembre de 2008 en esa semana. De allí que el stock de combustible se incrementara en 49MM de barriles en una semana, llegando a otro récord de 262.2 millones de barriles de combustible en depósito.
La Reserva Estratégica
Ante esta situación, el Departamento de Energía de Estados Unidos no se quedó de brazos cruzados. Según la agencia Bloomberg, consideraría pagarle a los productores para que dejaran de bombear crudo. Ese crudo no producido o no bombeado calificaría como “reservas almacenadas”, permitiendo que fueran extraídas y vendidas más tarde, con el producto del mismo yendo luego a las arcas del gobierno. Esta movida necesitaría aprobación del Congreso.
También el Departamento de Energía anunció que podría abrir su Reserva Estratégica de Petróleo para que los productores puedan almacenar allí su crudo. La Reserva fue establecida en los 70, después del embargo petrolero que tanto descalabró la economía del Tío Sam. En 2005, luego del Huracán Katrina, se recurrió a esa reserva estratégica para suplir faltantes de stock.
El viernes 10 de abril, Trump prometió que iba a llenar esa Reserva estratégica hasta el tope. ¿Y cuál es ese tope? Legalmente la Reserva puede stockear hasta mil millones de barriles. Hoy está bastante llena, con 640 millones de barriles. Físicamente, esas reservas están ubicadas en cavernas de sal y antiguos pozos petroleros en los estados de Texas y Louisiana. Su capacidad de almacenamiento podría llenarse con crudo comprado a los desahuciados productores estadounidenses invocando como salvaguarda “futura escasez de crudo”.
Demanda
Pasemos a la demanda. Si bien las tres grandes agencias del petróleo difieren en las cifras que estiman la caída de la misma, las tres coinciden en su pesimismo para el sector. La International Energy Agency (IEA), basada en París, pronosticó una caída en la demanda mundial del orden de los 29 M de b/d para el mes en curso; la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), basada en Viena, aventuró el 16 de abril que la contracción del mes sería de 6.8 M de b/d y la US Energy Information Administration (UEI), o agencia gubernamental de Energía de EEUU, vaticinó la semana pasada una caída de 19.2 millones de b/d para este mes.
Eso, para abril. Mayo ya traerá otro cantar, con la puesta en vigencia del acuerdo cerrado el domingo de Pascuas por la OPEP y Rusia en el que se comprometieron a reducir la producción en 9.7 MM b/d hasta fin de junio. Apenas un 10% de la producción global, que ronda los 101 MM b/d. ¿Alcanzará con ese 10%? Desde ya que no. De allí que los analistas prevean que habrá que renegociar. Y cuanto antes.
Por último, otro factor entró en este juego de abalorios del petróleo: los mercados de capital. Son ellos, los financistas, los que ungirán a los ganadores y perdedores en esta lisa del crudo. Porque con la totalidad de los productores bombeando hoy por debajo del precio del break-even, la cotización del Brent y del WTI no dependerá más de los mercados de commodities en Londres, Wall Street o Chicago. Será la lapicera o el click de los popes del capital market la que decidirá el futuro de petroleros y el petróleo.
Y esta es la tercera moraleja que deja esta crisis hasta ahora nunca vista.
La autora fue editora del Buenos Aires Herald