Elecciones municipales en la República Dominicana: ¿sorpresa o final anunciado?

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Una mujer deposita su voto
Una mujer deposita su voto antes de la suspensión de las elecciones municipales en Santo Domingo, República Dominicana. 16 febrero 2020. REUTERS/Ricardo Rojas

El domingo 15 de marzo, la República Dominicana retomó la celebración de las elecciones municipales que fueron suspendidas poco antes de iniciar el pasado 16 de febrero. En esta oportunidad, dada la experiencia reciente, la ciudadanía más que nunca estuvo con una actitud vigilante del proceso y consciente de que en el sufragio estaba la garantía principal para fortalecer el sistema democrático dominicano. La gran sorpresa para muchos –no para mí– ha sido la derrota del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en gran parte del país dando así la victoria al principal partido de oposición, el Partido Revolucionario Moderno (PRM).

En un trabajo titulado “La democracia dominicana a prueba” no solo hicimos unos pronósticos que deben cumplirse (ya empezaron a cumplirse el pasado 15 de marzo) en todo el transcurso de este año electoral para la República Dominicana, considerando que las presidenciales son en mayo próximo (queda por ver lo que decide el Covid-19). Nos atrevimos a hacer predicciones que fueron desde la pérdida de mayoría en los municipios, la primera mujer alcaldesa de la capital en la persona de Carolina Mejía, el redibujo del mapa electoral (ahora quedó azul) hasta el hecho de que quien gane las municipales ganaría con comodidad las presidenciales. También quedaría pendiente ver cómo empiezan los perdedores a cambiar de partido de forma masiva y cómo el PLD pasaría de ser mayoría a ser minoría en el congreso dominicano, también en mayo.

De más está decir que con el empoderamiento ciudadano que los dominicanos -especialmente los jóvenes- han exhibido en las últimas semanas, si el PRM no cumple sus promesas durarán en el poder lo mismo que un escarabajo en un pajar. El PRM se abraza del eslogan #ElCambioVa, pero tendrán que demostrarlo con hechos, no con palabras ni estribillos. Han prometido mano dura contra la corrupción y el pueblo los estará observando pues aún sigue latente en la memoria lo mal que terminó el gobierno de Hipólito Mejía 2000-2004, quien dicho sea de paso es también el padre de la nueva alcaldesa de Santo Domingo.

Luego de que podamos analizar un poco más la desconfianza generada sobre el proceso electoral que acaba de finalizar, explicaré por qué sin tener una bola de cristal veíamos venir este resultado.

El escepticismo ciudadano frente a las elecciones venía de dos experiencias electorales traumáticas en menos de un año para el país. Las elecciones primarias del 6 de octubre de 2019 resultaron ser un fracaso en términos de legitimidad y más recientemente, las elecciones municipales del 16 de febrero fueron suspendidas a pocas horas de iniciar, un hecho sin precedentes que dejó como único culpable al “satanizado” voto electrónico, con una Junta Central Electoral que aún no logra explicar en detalle cuales fueron los motivos.

La democracia dominicana que viene consolidándose desde el fin de la “Era de Trujillo”, como popularmente se les llama a los 31 años que el General Rafael Trujillo Molina (1930-1961) tuvo ocupando el poder hasta su muerte, ha demostrado que es resiliente y aunque todavía se encuentra en cuidados intensivos, tiene la capacidad de reponerse, no por el aporte de los políticos, sino porque se ha agregado un elemento que por mucho tiempo estuvo ajeno al proceso: participación ciudadana.

Temprano en la mañana abrieron los centros. 7.00 AM fue la hora pautada para el inicio del proceso de votaciones, el cual comenzó de manera normal y sin contratiempos o fallas.

Sin embargo, esta no fue la única novedad que adornó el certamen electoral de ese día. Además del fantasma del fraude que suele rondar en este tipo de procesos malogrados, se agregó un nuevo matiz, la amenaza de un virus (#Coronavirus). La desconfianza de la población en el órgano electoral y en el gobierno hizo que en las redes sociales circularan teorías conspirativas que alegaban una nueva suspensión de elecciones, mientras que otros realizaron sus propias encuestas para saber si ante la amenaza del virus, debía darse una suspensión.

La gran participación de los votantes en la mañana fue disminuyendo con el desarrollo del día. Todo parece indicar que la amenaza de la propagación del virus y el anuncio de medidas que el gobierno hizo en plenas elecciones alarmaron a la ciudadanía, y tuvieron un efecto directo en el ejercicio del voto, dejando niveles de abstención que se ubicaron entre 40 y 50% en relación a los inscritos para votar.

En consecuencia, entiendo que este nivel de abstención podría tener varias lecturas. En primer lugar, la población que ya tenía pensado votar con el cuidado que la situación ameritaba entró en pánico tras el anuncio de medidas sanitarias y se quedó en casa; otros en cambio, solo vieron esto como “una maniobra más” del Gobierno que no tenía las encuestas a favor. Además, el entusiasmo mostrado o desplegado en las protestas pacíficas, quizás no era tal. Tercero, las propuestas de candidatos no calaron en la simpatía del electorado.

El COVID-19, nombre científico del virus, fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y produjo la posposición de elecciones en países como Inglaterra, que movió las elecciones municipales para el año 2021. Paraguay ha hecho lo propio con sus elecciones primarias y municipales. Por otro lado, Estados Unidos ha postergado las primarias de Estados como Luisiana y Ohio. En el caso de la República Dominicana, al igual que en Francia, el calendario se mantuvo igual. Esta última nación experimentó una abstención histórica.

En términos generales, las elecciones dominicanas para elegir las autoridades municipales transcurrieron en normalidad, aunque con evidencia de proselitismo a la vista de todos, con denuncias de compras de cédulas, pero el resultado fue una población que mostró un comportamiento cívico en momentos de tensión política con la incertidumbre que trae el virus.

Todo parece indicar que retomar el uso del voto manual y desechar el automático generó mayor confianza de la población en el proceso, los electores ejercieron de forma rápida y organizada su derecho al voto cumpliendo con su deber ciudadano y la Junta Central Electoral se anotó una victoria en un intento que en la historia podrá quedar registrado como “la tercera fue la vencida”, en una época en la que su credibilidad sigue teniendo asteriscos.***

Hasta aquí la logística de las elecciones, pero ¿cómo interpretamos los resultados electorales?

Publio Terencio Afro, quien nació como esclavo romano para luego convertirse en liberto, en su obra “El enemigo de sí mismo”, nos trae la frase emblemática que hace uno de sus personajes cuando dice “nada humano me es ajeno”. Este enunciado, que ha quedado para la posteridad, es precisamente lo que me ha pasado con la debacle electoral que ha tenido el oficialista Partido de la Liberación Dominicana. El resultado de este domingo lo venimos premonizando, por supuesto, basados en las encuestas y los intercambios con estudiosos de este escenario.

Como señalamos en octubre de 2019 en una columna titulada “La República Dominicana se juega su democracia en un ‘ajuste de cuentas’ político”, el PLD es “el enemigo de sí mismo” pues después de casi 20 años ininterrumpidos en el poder y aproximadamente 24 años de gobierno en total, ha iniciado el camino de la autodestrucción por poner caprichos personales por encima de causas más grandes que las personas, instituciones que deben prevalecer sin la personalización excesiva de los actores.

En esa oportunidad, indiqué: “Llegando el fin de su segundo término, Danilo se vuelve a enfrentar al dilema de siempre. Esta vez pienso que ponderó muy bien su legado en la historia y opta por no reformar la Constitución. El peor fantasma de su pasado político vuelve a la escena: Fernández es el precandidato favorito. Pero, ¿cómo cobrar una vieja deuda con una Constitución que impide el enfrentamiento directo? El estratega del PLD tiene un as bajo la manga”.

Danilo tuvo que acudir a la incubadora política y fabricar un producto “exprés” enlatado, en la persona del Gonzalo Castillo, para hacer frente al entonces presidente del PLD, Leonel Fernández. Este as bajo la manga al que nos referimos, “se cumple en la manufactura de este producto político desconocido para los dominicanos antes de su experiencia como ministro de Obras Públicas. Su fortuna siempre ha estado bajo escrutinio por lo rápido que crece, viniendo de un origen humilde y una carrera empresarial mezclada con la función pública. Sería otro dinero, sumado al propio, el que catapultaría su candidatura”.

Como podemos ver, no solo en el mundo del crimen organizado el cobro de las deudas termina mal: en la política pueden llevar a la perdida de hegemonía y eventualmente a la extinción.

Esta derrota municipal del PLD y esta victoria contundente del Partido Revolucionario Moderno (PRM) deben servir de presentimiento para el primero en cuanto a lo que le puede esperar en las presidenciales de mayo de 2020. Esta suerte del PLD no me es ajena cuando repaso los análisis que hemos venido haciendo: el partido de forma involutiva ha decidido recorrer el sendero que lleva a la derrota.

¡Ojo! No quiero terminar este análisis sin aclarar que, en un caso hipotético en el cual el candidato del PLD fuese Leonel Fernández, no se podría decir que la derrota de Luis Abinader esté sellada pensando que él no se enfrentaría a un Gonzalo Castillo más débil y electoralmente más fácil de lidiar, a diferencia de un oponente experimentado como Fernández. En absoluto, la última palabra la tendrá el pueblo dominicano en un escenario en el que el hartazgo ciudadano no está en contra de personas específicas: más bien se opone al sistema que envuelve a esas personas y que las hace parte de él por añadidura, ya que los liderazgos no supieron reinventarse. La gente está fastidiada de tener las mismas caras al mando, funcionarios con 15 años siendo ministros (mismas carteras incluso) con la justificación burda de que “lo bueno no se cambia”. Como he dicho anteriormente, se han vuelto ministros de carrera y profesión.

Por lo tanto, el despertar de la gente a través de su participación ciudadana hace que en este momento histórico de la República Dominicana haya líderes indispensables para guiar el camino, pero no imprescindibles pues la causa común es terminar con statu quo imperante y abominado por la sociedad. Este surgimiento ciudadano que algunos llaman primavera latinoamericana, cuando toma una decisión no discrimina democracias. Ya pasó en los Estados Unidos, en Puerto Rico específicamente. Ese líder que sepa capitalizar este sentir ciudadano y que sin oportunismo aparente abrace este sentimiento generalizado será el ganador. ¡Los otros ganarán experiencia!

Geovanny Vicente Romero es abogado y politólogo, con experiencia como profesor y asesor de políticas públicas y gobernanza. Columnista de CNN e Infobae. Es un estratega político y consultor de comunicación gubernamental. Entre sus estudios, tiene maestría en Comunicación Política y Gobernanza en la Universidad George Washington. Es fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Premio Nacional de la Juventud 2020 a la superación profesional. Síguelo en Twitter: @GeovannyVicentR.

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