La histeria interminable

Infobae reproduce un artículo publicado originalmente en el sitio Diario de Tierra

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FOTO DE ARCHIVO. Una mujer mira un estante vacío con un letrero que anuncia el racionamiento de papel higiénico a un paquete por persona, en un supermercado de la cadena Rewe, en Potsdam, Alemania. 20 de marzo de 2020. REUTERS/Michele Tantussi.
FOTO DE ARCHIVO. Una mujer mira un estante vacío con un letrero que anuncia el racionamiento de papel higiénico a un paquete por persona, en un supermercado de la cadena Rewe, en Potsdam, Alemania. 20 de marzo de 2020. REUTERS/Michele Tantussi.

Wolfgang Wodarg, reputado epidemiólogo y ex presidente de la Comisión de la Salud del Consejo de Europa, Manuel Elkin, descubridor de la vacuna contra la malaria, y Pablo Goldsmith, prestigioso virólogo, entre otros muchos científicos, cuestionan la ola de pánico creada en torno al coronavirus y las medidas desproporcionadas y contraproducentes que se están tomando en países como España. Mientras, los medios siguen ignorando por completo estas voces, demasiado preocupados en el conteo de personas enfermas y fallecidas por un virus que parece ser el enemigo perfecto.

A estas alturas supongo que ya más de uno se habrá hecho la siguiente pregunta: ¿cómo pudimos sobrevivir el año pasado a 525.300 enfermos de gripe frente a 25.000 de coronavirus y 6.300 muertes (de gripe) frente a 1.350 muertes (de coronavirus) sin paralizar el país? ¿Y cómo lo sobrellevamos en 2018 que hubo 800.000 casos de gripe y 15.000 muertes?

La media viene a ser 17 muertos al día el año pasado (41 muertos al día en 2018). Aunque realmente dividir y enfrentar ambos virus no es realmente correcto, ya que, tal y como ha manifestado el epidemiólogo Wolfgang Wodarg, el coronavirus siempre ha formado parte de la gripe.

Lo que ocurre es que esta vez se aisló una variante de coronavirus concreta para luego hacer un conteo de sus efectos, las personas enfermas y las muertas.

Así que la pregunta sería: ¿cómo podemos hablar de un virus más mortífero y contagioso que la gripe si el año pasado llevábamos más casos y más muertes debido a la gripe estacional?

Pero claro, como el año pasado no hubo este conteo ni hubo ningún seguimiento de un coronavirus concreto, tampoco se tuvo en cuenta si mucha gente la padeció de forma asintomática y luego la transmitió.

Semanas atrás la OMS calificó como pandemia al coronavirus (AP Photo/Gregorio Borgia)
Semanas atrás la OMS calificó como pandemia al coronavirus (AP Photo/Gregorio Borgia)

Este nuevo virus parece tener una tendencia a provocar neumonía y ser más contagioso. Sin embargo, en enero de 2018 aumentó la mortalidad de la gripe en un 77% registrando, del 15 al 21 de enero, 121 fallecidos en una sola semana. ¿Fue un colapso mundial? ¿O Simplemente se habló en 2018 de una gripe con mayor virulencia?

El problema que tiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) con Wodarg es que es considerado un experto mundial en la materia y, además, ha formado parte del Bundestag. De hecho, el epidemiólogo ya ha solicitado un comité de investigación en el parlamento, ya que, según él, está ocurriendo lo mismo que con la gripe A. Un caso que él mismo denunció en 2009 y que terminó con una investigación en el Consejo de Europa.

El parlamentario socialista británico Paul Flynn, autor del informe sobre la denuncia que Wodarg hizo en 2009 sobre la gripe A, concluyó que “la declaración de pandemia ha sido irracional y ha hecho ganar miles de millones de euros a la industria farmacéutica”.

En esa misma línea se manifiesta el argentino afincado en París Pablo Goldsmtih, virólogo, bioquímico, farmacéutico, psicólogo y una infinidad de especialidades más, aparte de voluntario de la OMS para un gran número de misiones humanitarias.

“Nuestro planeta es víctima de un nuevo fenómeno sociológico, el acoso científico-mediático”, ha denunciado con vehemencia el virólogo. Goldsmith también denuncia que el pánico que se está generando en torno a la cepa de coronavirus identificado en China (COVID-19) es tan injustificado como el que se creó en 2003 con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) o en 2009 con el virus de la gripe A.

Manuel Elkin, inmunólogo creador de la vacuna de la malaria, apunta que “estamos entrando en un juego mediático sin sentido”. Advierte también que hay que tener los ojos bien abiertos pero sin entrar en pánico ni en medidas extremas y contraproducentes.

El gobierno español implementó medidas de aislamiento frente al avance del coronavirus (AP Photo/Bernat Armangue)
El gobierno español implementó medidas de aislamiento frente al avance del coronavirus (AP Photo/Bernat Armangue)

Elkin ha declarado que lo lógico es aislar exclusivamente los casos de contagio y hacer un estudio de los allegados al infectado. Con eso es suficiente, declara, y considera un enorme error el aislamiento de personas y ciudades: “Muchos científicos en el mundo no lo vemos lógico. Hay muchas voces de protesta que manifiestan que hay que tener cuidado con el virus, no se puede ignorar, pero no instalar un sistema de histeria colectiva como el que hay”.

También Vageesh Jain, profesor de Salud Pública en el University College de Londres, se plantea muy seriamente la conveniencia de “un escenario de apocalipsis zombi que no ayuda en la coordinación operativa de actividades complejas de salud pública”.

Y también añade que un bloque de estas características “no solo es superfluo, sino que también introduce nuevos problemas. La primera semana de cuarentena ha conducido a hospitales abarrotados, escasez de alimentos y economías estancadas”.

Estas voces, junto a otras crecientes del mundo de la ciencia y la medicina, siguen poniendo en duda la validez del pánico que provocan estas medidas extremas contra la libertad de la ciudadanía.

A mí, personalmente, no me deja de sorprender de qué manera nos hemos dejado quitar las libertades básicas de un plumazo. Esos derechos constitucionales que tanto nos han costado y con los que muchos de nuestros políticos se han llenado, hasta ahora, falsamente la boca.

El confinamiento repercute en la salud mental de las personas (Shutterstock.com)
El confinamiento repercute en la salud mental de las personas (Shutterstock.com)

¿Razones para el pánico?

Primero me gustaría empezar explicando cómo hemos llegado a esta situación en la que, precisamente, los medios han sido decisivos. Ningún telediario ha hablado de los datos que muestro al principio. Sólo hacen el conteo de los casos de contagio y muerte por coronavirus, no vaya a ser que la gente se despegue de las pantallas.

¿Qué hubiera ocurrido si el año pasado los medios hubieran hecho un conteo de los 6.300 muertos de gripe? ¿Y los 15.000 de la anterior?

En la primera semana de febrero del año pasado contábamos 150.000 casos de gripe estacional, frente a los 20.000 de coronavirus. Hay que recordar que, aunque no fue noticia de alarma, la gripe de hace dos años fue tan virulenta en esas fechas que la mortalidad rondaba el 10% de los ingresados.

Por lo tanto, esta frase continua de los medios de todo tipo de «el coronavirus está colapsando los hospitales» es muy cuestionable.

Es evidente lo difícil que es que haya medios sanitarios para atender un virus de esta envergadura. Pero muchos expertos como es el caso de Andreu Segura, expresidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, opina que “las consecuencias negativas de tales procederes no se limitan a las derivadas de las injerencias e interferencias en el trabajo, la economía y la vida cotidiana de las personas, sino que distraen el funcionamiento habitual de los servicios públicos, incluidos los sanitarios, que se someten a un estrés innecesario, como ocurrió durante la pasada pandemia gripal”.

Es decir no es que sólo no haya medios para atender al virus, sino que no hay medios, sobre todo, para atender al pánico creado en torno a él.

Hacia el abismo para evitar el abismo

La situación en la que estamos me recuerda a aquella persona, responsable principal de una familia, que era muy austera y que decidió que su familia viviera en la pobreza para evitar la pobreza. Pues en este caso vivimos en la alarma y el colapso para evitar la enfermedad. Evitar la enfermedad para convertirnos a todos en enfermos. Como si el miedo no fuera la verdadera plaga.

Pongamos ahora el caso de que alguien que vive en Madrid te dice que tiene fiebre. ¿Qué es lo que piensas? Efectivamente, coronavirus.

¿Todos tenemos coronavirus?

Aquí se abre una situación contradictoria aunque, en el fondo, puede que no lo sea tanto. Actualmente, en la Comunidad de Madrid hay 6.500.000 habitantes y unos 9.000 tienen coronavirus… Resulta que, según los mapas de conteo, sólo el 0,13% de los madrileños han sido diagnosticados con coronavirus.

Aunque estamos convencidos de que nos vamos a encontrar con alguno o, incluso de que somos uno de ellos la probabilidad es baja. A nivel nacional el riesgo de coronavirus es del 0,05%.

Evidentemente el factor de riesgo varía si vives en Madrid y te dedicas a mezclarte con miles de personas y no tienes ninguna precaución. Pero con medidas de higiene básicas y un comportamiento responsable, las posibilidades siguen siendo escasas.

También es cierto que habrá personas que hayan pasado el coronavirus y no se han enterado o simplemente han aguantado en sus casas. En todo caso, esto se convertiría en una buena noticia ya que significa que el ratio le letalidad es menor del que le asignan.

Aun así, en los mapas de los periódicos ponen colores en la progresión de la enfermedad. Pero no figura que el máximo al que se llega en ese color oscuro (tono muerte) no va mucho más allá del 0’2%.

Y la paranoia sigue aumentando. También considero un error pensar que la gente va a hacerse responsable desde el miedo. Más bien, el propio pánico provoca fugas peores por otros lados. Después de todo, desatando una alarma de este calibre no se puede esperar que la gente actúe de una forma diferente en urgencias que en los supermercados.

Ante los medios, ocurre lo mismo; cuando la gente habla de «si le pego el coronavirus a mi abuela o a mi abuelo» da por hecho algo que es muy improbable pero que los medios le han hecho ver como muy posible (sin que esto signifique no tomar medidas con respecto a los mayores).

Por otra parte, lo que antes era algo rutinario o nada noticiable, que era que alguien tenía gripe o tenía fiebre, ahora se convierte en algo que inmediatamente se cuenta en las redes y por Wapp con el indudable apellido de coronavirus.

Mientras escribo estas líneas, la noticia en el telediario es que mueren “tres personas jóvenes de menos de 65 años”. Ya la consideración de joven es sospechosa. Pongamos que es así…

¿Fue noticia durante el año pasado o al anterior que de entre los 6.300 y 15.000 muertos por gripe, había varias “personas jóvenes” por debajo de los 65 años?

Motivos para la calma

Yéndose al lado opuesto, lo más curioso de todo, es que, probablemente muchos ya tuvimos coronavirus los años anteriores (no sabemos cuál en concreto porque no se aisló para contar los casos como se ha hecho este año). Y la inmensa mayoría sobrevivimos sin caer en el caos de detener el mundo.

El epidemiólogo Manuel Elkin se queda muy asombrado cuando algunos políticos dicen que del 70% al 80% de la población se verá afectada. “No sé a quién consultará [Boris Johnson] cuando dice eso pero me extraña porque Londres tiene excelentes expertos en enfermedades infecciosas”.

Y aclara que ser contagiado depende de tres factores: “La causa externa, el virus en este caso, el medio ambiente y, sobre todo, el componente genético de cada persona”. Que coincidan los tres factores en un tanto por ciento tan alto, según el Elkin, es imposible.

De ahí que las cadenas de contagio que se dedican a multiplicar por doquier no sean para nada exactas.

Esto, que cada vez denuncian más virólogos y especialistas, sería un motivo de tranquilidad. Pero la calma no vende mascarillas ni llena supermercados ni provoca un gasto en vacunas desmesurado. Como primer indicio de este hecho, 810€ han llegado a cobrar en un hospital privado madrileño Ruber Internacional por una prueba para detectar coronavirus.

Aludiendo a lo más básico, en Ginebra ahora mismo el precio de las mascarillas es de 400€ por un pack de 20 unidades (indivisible, por supuesto). La producción de mascarillas ha subido un 8.000%. Así que, a partir de ahí, a multiplicar.

Que quede claro que no pongo en duda el trabajo de los sanitarios (al revés, están siendo víctimas de la histeria colectiva y del propio virus), pongo en duda la negligencia de crear un estado de alarma que no está acorde con el riesgo.

Resulta muy curioso que cuando Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS anunció el estado de alarma, declarara también: «Nuestro mayor enemigo en este momento no es el virus en sí mismo sino el miedo, los rumores y el estigma». Sin embargo, pese al pánico creciente, días después lo declararon pandemia global. ¿Con qué criterio?

El archivo que seguramente no recibiste

A estas alturas habrás recibido varias veces tanto el vídeo de la niña que chupa la barandilla, los miles de memes del papel higiénico y otros tantos del estilo (¡bendito humor!).

Por desgracia habrás recibido bulos sin parar, audios de una calidad extraordinaria igualmente falsos y un largo etc. La desinformación basada en el exceso de información. Si le quitas el filtro del espíritu crítico llegamos a donde estamos.

Es menos probable que hayas visto un vídeo en el que Iñaki Gabilondo daba una reveladora noticia sobre la pasada gripe A en el que denunciaba que, el entonces presidente de Salud de la Comisión Europea, Wolfgang Wodarg, acusaba al lobby de los laboratorios farmacéuticos de organizar la psicosis de la gripe A.

Además, atribuía a la OMS la responsabilidad de esa ola de histeria. Wolfgang Wodarg, médico y epidemiólogo denunció que no existía razón para justificar tal alarma. Denunció también que, a partir de mediados de 2009, había bajado de forma incomprensible los criterios para declarar pandemia.

De esta forma, continúa Gabilondo, los gobiernos hábilmente pastoreados por los laboratorios hicieron lo que les correspondía hacer; comprar millones de vacunas. Hoy sabemos que la gripe A ha producido la décima parte de muertes que una gripe estacional (apunto aquí que el coronavirus todavía no ha llegado ni siquiera a las cifras de la gripe A).

El Consejo Europeo, concluye el periodista, abrirá una investigación sobre el negocio más repugnante. El negocio del miedo.

Como contaba anteriormente, el Consejo de Europa investigó el caso, y denunció la poca transparencia de la OMS y su servidumbre a los lobbies farmacéuticos.

Como ser humano y como periodista, aparte de sentir una profunda vergüenza por lo que está pasando en los medios, considero alucinante que ninguno de ellos, excepto el diario El salto, se haya preocupado por saber la opinión sobre el coronavirus de la persona que destapó semejante escándalo en un caso tan parecido como el que nos ocupa.

Datos reveladores

En el artículo del mencionado diario, publicado a principios de este mes, Wolfgang Wodarg insiste en que no tiene sentido las medidas de pánico que están tomando los distintos gobiernos.

«En vista del hecho bien conocido de que en cada ola de gripe entre el 7% al 15% de las enfermedades respiratorias agudas (ERA) son causadas por coronavirus, el número de casos que ahora se suman continuamente siguen estando completamente dentro del rango normal».

Wodarg también denuncia el hecho de que cuando se dice que se convierte en «algo más» debe ser por contraste con otros datos, pero no por criterios aleatorios o interesados.

¿De dónde parte el error?

Como ha demostrado Wodarg en su web y en varios vídeos y entrevistas, desde 2005 a 2013 comprobaron en un estudio en Glasgow qué virus ocurren entre las enfermedades respiratorias. En este estudio se muestra claramente que las partes verdes que son el coronavirus siempre han formado parte de la mezcla. Aquí lo podemos comprobar en las zonas verdes.

Cuenta también que la alarma partió en el momento en que en Wuhan los laboratorios examinaron una nueva variante de coronavirus y esos datos se pusieron en conocimiento de toda la comunidad científica.

Esta nueva variante del coronavirus fue transmitida a la OMS y fue admitida rápidamente. Denuncia el especialista alemán que no hubo test previos. Luego se compartió con el resto de los científicos de todo el mundo sin haber hecho comparativas pertinentes (por eso no se sabe ni siquiera si es realmente nuevo).

“Un laboratorio de la clínica berlinesa Charité ganó la carrera en la OMS y se le permitió comercializar sus pruebas internas en todo el mundo a varias veces el precio habitual” añade Wodarg.

Poderosas preguntas

El epididemiólogo se pregunta entonces:

“¿Cómo es posible que sepamos que este virus es peligroso? ¿No es algo que ya tuvimos el año pasado? ¿Cómo es posible que no se haya comparado con años anteriores?”.

Pasando por alto toda esta lógica, el test ni siquiera se hizo sobre un abanico de población en general y él mismo duda de su eficacia. Se escogió una muestra de menos de 50 personas enfermas en Wuhan con lo que el grado de personas afectadas de coronavirus resultó ser muy alto y, en personas enfermas ya graves, subía aún más la mortalidad.

A partir de ahí, según Wodarg, los gobiernos consultaron a sus expertos que, a su vez, consultaron a los expertos que iniciaron la alarma: “Los gobernantes han sido seducidos por científicos que quieren formar parte de esto, que quieren dinero para sus instituciones y otros que proponen aplicaciones, estudios, programas”. Y añade con ironía: “Muchas ganas de ayudar y ganar relevancia”.

Goldsmith es de la misma opinión: “Se fueron replicando comunicados emitidos desde China y Ginebra, sin que se los confronte desde un punto de vista crítico y, sobre todo, sin subrayar que los coronavirus siempre han infectado a los humanos y siempre provocaron diarreas y lo que la gente llama resfrío banal o resfrío común”.

En Europa ya se registraron 15.000 muertes por coronavirus (REUTERS/Akhtar Soomro)
En Europa ya se registraron 15.000 muertes por coronavirus (REUTERS/Akhtar Soomro)

El doctor en Medicina Darren Schulte, CEO de la compañía de análisis Apixio, también ha manifestado que “la reacción de los medios y de muchos gobiernos va a producir más daño a las sociedades de todo el mundo que el propio virus. Un perjuicio que se extenderá además durante muchos años.”

Tom Jefferson, del centro de investigaciones independientes Cochrane Nordic dice no reconocer nada nuevo en el hecho de que se descubra una nueva variante dentro del coronavirus.

Al doctor Schulte la situación le recuerda a la crisis del coronavirus de 2003. Entonces China tomó medidas parecidas de aislamiento. El Banco Mundial calculó que las medidas contra el SARS supusieron unas pérdidas de 33.000.000.000 de dólares.

En ese sentido, Schulte está seguro de que la recesión económica, la pérdida de empleos, el endeudamiento de familias y empresas… y ya, directamente, los venideros recortes en sanidad “incrementarán el número de enfermedades evitables y de muertes por un periodo de tiempo mucho más largo”.

Recuerda también que en el mundo mueren entre 300.000 y 650.000 personas por gripe mientras la gente va libremente en transporte, va a los pubs, se celebran acontecimientos multitudinarios… Es cierto, recuerda, que el Covid-19 no tiene vacuna pero debemos encontrar “un equilibrio entre la salud pública y la seguridad y las consecuencias de interrumpir la vida diaria”.

Por eso, advierte que sería mucho más adecuado y efectivo aislar temporalmente a las personas infectadas o que tienen un alto margen de riesgo, ponerse en mascarillas en esos casos, mientras el resto toma medidas de higiene básicas.

En ese sentido también, John P.A. Ioannidis, profesor de medicina, epidemiología y biomedicina expone que se están tomando decisiones muy exageradas sin un contraste fiable de datos.

De hecho, todos parecen coincidir en que los gobiernos no se están rodeando de científicos que realmente vean el problema con perspectiva, con datos fiables y comparados, con criterios desinteresados, ni con una coordinación con el resto de expertos del mundo.

Un hombre utiliza barbijo en Jingzhou, provincia de Hubei, China (REUTERS/Aly Song)
Un hombre utiliza barbijo en Jingzhou, provincia de Hubei, China (REUTERS/Aly Song)

Virus mediatizado y viralizado

Desde que en Wuhan, con sus 11 millones de habitantes, con constantes neumonías y todo tipo de gripes y enfermedades, saltó la alarma se empezó una campaña muy sensacionalista. Se monitoreó la temperatura de sus habitantes y ya entonces, de forma inmediata, hilamos cualquier temperatura alta con coronavirus y, a su vez, relacionamos el coronavirus con una letalidad que, al final, va a ser mayor que las medidas tomadas contra él.

A todo esto, se llenan los telediarios de datos sin contrastar con otras epidemias, de ansia por engullir a la población en las pantallas sin darle tiempo a pensar ni a reaccionar, sometiéndola a un estrés y una psicosis irresponsable en busca de audiencias y de competir a ver quién alerta más.

Lo que tampoco saldrá en los telediarios es que la propia Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha emitido un comunicado mediante el cual hace “un llamamiento a todos los medios de comunicación para que informen con rigor y datos reales, verificados y contrastados sobre este problema, sin recurrir a enfoques amarillistas o sensacionalistas que solo pueden crear situaciones de miedo generalizado”.

También en esa carrera por conseguir audiencias se han pasado por alto los derechos de imagen e intimidad. De ahí que la FAPE también añada en el extenso comunicado: “[…] respetemos el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen, sobre todo en el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas”.

El propio Manuel Elkin denuncia que la propia denominación de pandemia ha hecho mucho daño. “Llevamos diez años con alrededor de diez supuestas pandemias”. Ahora pide con vehemencia “mesura en el manejo de la información sobre todo por parte de los gobiernos y los medios”.

“Normalmente los medios cada vez tienen una menor asesoría científica” y también añade; “No son suficientemente analíticos y convierten cualquier noticia en una razón para el pánico universal”.

Foto del lunes de un grupo de personas usando máscaras protectoras contra el coronavirus paseando por Pekín. 
Mar 23, 2020. REUTERS/Thomas Peter
Foto del lunes de un grupo de personas usando máscaras protectoras contra el coronavirus paseando por Pekín. Mar 23, 2020. REUTERS/Thomas Peter

Según él, también debe considerarse algo muy importante y es que “puede darse la situación de que una epidemia puede expandirse por el mundo entero, considerarse pandemia y no tener la cifra suficiente para constituir una alarma como ocurre con el coronavirus”.

Resulta curioso también que en la audiencia del Consejo de Europa de 2009, el director del centro colaborador en epidemiología de la OMS en Múnich, Ulrich Keil, ironizara sobre los nuevos criterios para declarar una pandemia, comentando: “Con los nuevos criterios de pandemia, ¿podría declararse una epidemia de estornudos? Sí, podría”.

Excepciones al sensacionalismo

Por contraste, Lorenzo Milá en TVE hacía un llamamiento a la calma desde Italia puntualizando información veraz y otros periodistas tales como Francino (SER) apelaba a Aristóteles para aplicar aquel sabio pensamiento de que “la virtud está siempre en el término medio”.

También en ese sentido, esRadio, en una entrevista al investigador del CSIC Luis Enjuanes, el virólogo que lleva más de 30 años investigando este tipo de virus, cuando le preguntaron sobre si estaba preocupado por el virus (a sus más de 70 años) contestó: “No estoy preocupado en absoluto”.

Según manifestó en ese medio, la mayor parte de la gente no considera las amenazas de forma global. Y como dato dice que en el año 2017 se infectaron 32 millones de personas por gripe estacional en Estados Unidos.

Declaró también que los muertos por coronavirus son muchos menos este año y que “alarma no debe existir en absoluto porque si no todos los años deberíamos vaciar los supermercados”.

Eso no quita, añadió, que haya que seguir escrupulosamente las indicaciones sanitarias.

Los más perjudicados

Muchas personas están usando el argumento de que este encierro es para proteger a los más vulnerables. Todo esto mientras los recursos no pueden llegar a toda persona mayor que está aislada, mientras las mujeres maltratadas están encerradas con sus maltratadores, mientras muchas personas con enfermedades degenerativas ven restringidos sus tratamientos, mientras personas enfermas de Alzheimer no pueden ver a sus familiares, mientras las mujeres que ejercen la prostitución quedan en custodia de sus explotadores…

¿Quién puede medir los daños psicológicos, emocionales y físicos de mantener a una población aislada y lejos de sus seres queridos? ¿Cómo ha afectado esto a nuestro sistema inmune? ¿Cuántas de las personas enfermas no lo están más por el nivel de estrés al que hemos sido sometidos? ¿Cuál va a ser el síndrome post traumático de todo esto?

Por otra parte, teniendo en cuenta que en España la primera causa de muerte no natural es el suicidio; ¿Dónde están las cifras de suicidio actualmente? ¿Qué consecuencias ha tenido el aislamiento y la falta de contacto en las personas con tendencia a la depresión o enfermedades metales? ¿Cuántas mujeres han muerto por violencia de género en estos días?

Policías durante la cuarentena en la ciudad de Buenos Aires, Argentina (Adrián Escandar)
Policías durante la cuarentena en la ciudad de Buenos Aires, Argentina (Adrián Escandar)

¿Qué ocurría si este colapso económico al borde del abismo nos sorprendiera algún tipo de catástrofe natural como incendios o inundaciones de hace meses? ¿Cuántas víctimas podrían venir ante un sistema paralizado y un pánico generalizado al contacto con el otro? ¿Tendremos el próximo invierno o el siguiente otra edición de un nuevo coronavirus?

Ningún medio ni contertulio se ha dignado a cuestionárselo; sólo importan los números del coronavirus.

Si seguimos con esta estrategia la enorme crisis golpeará precisamente a las personas más vulnerables empezando por las personas más pobres, desempleados, autónomos, pensionistas… haciendo que la curva de la desigualdad aumente hasta niveles imposibles de sostener.

¿Responsabilidad?

Me parece curioso con qué facilidad la gente apela a la responsabilidad ante la situación. Pero lo siento, no creo en apelar a la responsabilidad después de que hayan tenido la irresponsabilidad de haber creado este caos. Considero que la responsabilidad es también poner en duda medidas negligentes como alarmar a toda una población ante un mal mucho menor al que nos hacen creer.

Yo no digo que la situación no sea terrible, especialmente para las personas que lo padecen y sus allegados. Lo que digo es que la gripe, como muchas otras enfermedades que nos rodean, nos traen miles de tragedias todos los años. Todo depende de si pones un foco constante en ellas o, por el contrario, les dedicas un tiempo proporcional en los medios.

¿Hacia dónde miramos?

En Europa hay 800.000 muertes al año por contaminación ambiental. ¿No será que estamos perdiendo el norte de lo que es realmente importante? ¿No estábamos hace bien poco protestando en las calles para revertir esta masacre del planeta (y, por lo tanto, de sus habitantes)?

¿Estamos mirando con perspectiva el problema o nos lo impide estar cegados en nuestro propio ombligo?

Manuel Elkin declara casi como un mantra en sus entrevistas que si queremos ver las cifras con perspectiva quizás deberíamos fijarnos en “la desproporción que supone que la malaria aflige entre 230 a 250 millones de personas al año y, de ellos, mueren de 1.250 a 1.500 al día”. Así que los muertos por coronavirus en cuatro meses vienen a ser los de una semana de malaria.

Un soldado durante un control en Sudáfrica (REUTERS/Mike Hutchings)
Un soldado durante un control en Sudáfrica (REUTERS/Mike Hutchings)

Hacinados

Agazapados en nuestros hogares, rendidos por el miedo y el acicate constante de los medios, hemos hecho el virus mucho más grande de lo que es y, mientras, en nuestra idea de que nada es demasiado, los poderes han visto que ancha es Castilla a la hora de arrasar con nuestros derechos más básicos.

Me parece muy curioso cómo, hasta hace bien poco, protestábamos contra la negligencia política, la corrupción, el abuso de la banca, ante siglas que nos gobiernan cada vez más como el FMI, BCE, OPEP… pero que no son de ninguna manera democráticas ni elegidas por ningún pueblo. Ahora le ha tocado a la OMS que, desde luego, no siempre se ha comportado de forma ejemplar en casos similares.

Ahora resulta que el enemigo del pueblo es un virus. Y toda la masa a luchar contra él. Lo siento pero no me lo creo. Como dice el doctor Karmelo Bizkarra, se le están dando cualidades humanas al virus como si fuera un invasor, otorgando al virus lo peor de los humanos cuando “es el ser humano el que actúa sobre el virus y no al revés”.

Cuanto menos me produce dentera pensar que han sido los medios los que más han empujado hacia una situación de encierro. Quédate en casa para seguir pegado a nuestras pantallas alimentándote de miedo y alarma que justifique un siguiente estado de encierro.

Porque, independientemente de lo que ocurra con el virus, lo más probable es que lleguemos al estado de excepción (como Italia). Así que todos consumiendo terror y plataformas televisivas mientras el ejército ocupa las calles. Llamadme loco, pero no me pinta nada bien. No estoy en contra del ejército ni considero que esto sea una conspiración para volver a una dictadura.

Sólo considero que no puedo aceptar alegremente que me quiten la libertad de decidir sobre mi destino, ni me rindo fácilmente cuando nos encaminan a un estado donde se pueda detener personas si se cree que alteran el orden público, secuestrar publicaciones, ejecutar registros domiciliarios y prohibir huelgas entre otras circunstancias que supone el estado de excepción (por mucha excepción que sea).

Llamadme loco si también me rechina que ayer estuviéramos en la calle gritando a los balcones “¡No nos mires, únete!” y ahora estamos desde los balcones grabando, insultando y viralizando como chivos expiatorios a las pocas personas que se reúnen en la calle.

Eso, junto a las catastróficas consecuencias económicas de todo esto, sí que debería alarmarnos.

Un hombre en Hong Kong, China, durante la pandemia (REUTERS/Tyrone Siu)
Un hombre en Hong Kong, China, durante la pandemia (REUTERS/Tyrone Siu)

Confesión personal

Confieso que me he sentido muy cabreado con el mundo. He discutido con infinidad de personas sobre este asunto de llamada en llamada y, sobre todo, de chat en chat. Mal terreno pero, dadas las circunstancias, no tenía más remedio.

Quiero dedicarles a ellas también este artículo, si es que alguna de ellas ha llegado hasta aquí (que lo dudo). Sus argumentos, aunque la inmensa mayoría contrarios, también me han ayudado mucho.

Lo cierto es que me he sentido un poco como en La invasión de los ultracuerpos (película más que recomendable para estos tiempos que corren, especialmente la de 1956). Incluso con alguna persona con la que llegaba a coincidir en cierto nivel de razonamiento, al día siguiente me llamaba diciendo que, visto lo visto, estaba buscando mascarillas, comprando mucho más de lo que necesitaba o que se encontraba preocupada porque un vecino tenía fiebre.

“Visto lo visto” me sumo a la locura de que la cordura es muy solitaria, parecían decir. Al fin y al cabo, aquí también es muy importante la pertenencia, aunque la pertenencia signifique denunciar al vecino, insultar al que discrepa… aunque signifique el desastre y el pánico, da menos miedo que la soledad. De ahí que los bulos apocalípticos corran como la pólvora.

Yo veo pasar esa ola de locura y espero que cada vez más gente se baje de ella. Por supuesto, no descarto que el loco sea yo.

Naturaleza

Los pájaros se escuchan en las ciudades, el aire es más puro, el agua más cristalina, los delfines y los cisnes vuelven a Venecia. La naturaleza recupera su espacio. Quizás también debamos pensar en cómo se sienten los animales cuando los confinamos en jaulas. Quizás debamos aprender mucho de esto a nuestra vuelta. Quizás debamos ralentizar nuestro ritmo, conformarnos con menos para obtener más.

Esperanza

Lloro, junto a mi pareja, cada vez que salimos a aplaudir al personal sanitario. Y eso me da un chute de esperanza diario. Y me hace pensar que quizás despertemos de la pesadilla de la misma forma. Desde el sentido de que los otros no son amenaza sino la salvación.

Me llenan de fuerza las caceroladas de protesta, la población que despierta y reivindica. Espero que pronto el grito sea de libertad. Los medios nos han dejado solos ante la bestia que no es, precisamente, un virus. Pero con lo que no contaban es que en nuestra soledad, en nuestro encuentro con nosotros mismos, como la naturaleza, hemos resurgido desde mucho más adentro.

Y, por eso, desde este encierro tiro ahora este mensaje en una botella. Y desde que la lanzo me siento menos solo. Y tengo el sueño de que otros la reciban y, quizás al compartirla, nos demos cuenta de que en verdad no estamos en soledad. Quizás, de alguna manera, necesitamos estar más unidos y unidas que nunca para remontar todo esto.

Porque también he coincidido con personas últimamente que se cuestionan toda esta locura y tengo mucha fe en que el resto se empiece a bajar de esa ola pronto para sentir de nuevo el tacto, la palabra, el amor que nos evite la ruina interior y exterior. Cuanto antes mejor, y así no perderemos tanto y, así, iremos de nuevo a por lo que es nuestro.

El autor es periodista y esta nota fue publicada el 22 de marzo en diariodetierra.com

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