Bolivia, de la transición a la democracia al continuismo dictatorial

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La presidenta interina de Bolivia Jeanine Añez habla durante una ceremonia para anunciar su nominación como candidata presidencial para la próxima votación del 3 de mayo en La Paz, Bolivia, 24 de enero de 2020. REUTERS/David Mercado
La presidenta interina de Bolivia Jeanine Añez habla durante una ceremonia para anunciar su nominación como candidata presidencial para la próxima votación del 3 de mayo en La Paz, Bolivia, 24 de enero de 2020. REUTERS/David Mercado

En Bolivia cayó el dictador pero no la dictadura. El proceso de transición a la democracia iniciado con la renuncia de Evo Morales, no existe. La decisión de la presidenta interina Jeanine Añez de ser candidata en las elecciones que tenia la obligación de garantizar, la han llevado de dirigir la solución a ser parte central del problema. El gobierno interino ha cambiado su agenda convirtiéndose en instrumento electoral en lugar de ejecutar medidas mínimas urgentes para reemplazar el sistema dictatorial por los elementos esenciales de la democracia. En lugar de transición a la democracia hay continuismo dictatorial.

Para instalar el sistema dictatorial en Bolivia Evo Morales derrocó el gobierno democrático el 2003 y recibió decretos de amnistía vigentes hasta ahora, falsificaron la constituyente con Carlos Mesa y para liquidar la República de Bolivia e instituir el “estado plurinacional” cometió masacres, asesinatos, acusaciones falsas, prevaricaciones, falsificaciones y mas. Las masacres de El Porvenir en Pando, Hotel las Américas con los “casos terrorismo” en Santa Cruz, de Cochabamba, de la Calancha, así lo prueban. Estos crímenes permitieron la ocupación por el régimen dictatorial de las fiscalías, del poder judicial, control y subordinación del poder legislativo, electoral y de todas las instituciones, con corrupción rampante e impunidad.

Como en Cuba, Venezuela, Nicaragua y el Ecuador de Correa, el sistema dictatorial castrochavista de Evo Morales en Bolivia impuso la “persecución política judicializada” o la “criminalización de la política”, con la que se acusa de delitos cometidos por los propios miembros del régimen o de delitos inexistentes a opositores y líderes políticos, cívicos, profesionales, militares y de toda la sociedad, para neutralizarlos, encarcelarlos, torturarlos y/o forzarlos al exilio.

En el ámbito electoral impusieron leyes infames (violatorias de los derechos humanos) hoy vigentes, que violan los conceptos de igualdad, sufragio universal y secreto y elecciones libres y justas, para perpetuar la dictadura simulando democracia. El llamado “voto comunitario” es simple fraude electoral por inducción y control del voto. Igual sucede con la asignación de diputaciones en el área rural por unos cientos de votos, mientras que para la misma posición se necesitan decenas de miles de votos en las áreas urbanas, lo que es solo una forma de fraude en la “dictadura electoralista”.

A título de “pacificación”, luego del fraude electoral, falsificaciones y delitos infraganti, Evo Morales no está procesado con todos sus cómplices y encubridores por esos delitos probados. Está acusado por terrorismo probado, posterior a su salida del poder pero sin ningún efecto respecto a sus cómplices que hoy son candidatos. No es investigado por narcotráfico y es candidato a senador, su ministro de gobierno está preso y su ministro de economía es candidato presidencial. El MAS, el partido del fraude electoral está habilitado para las elecciones, entre otras cosas.

No olvidar que el sistema dictatorial se impuso con el consentimiento y participación de una “OPOSICION FUNCIONAL” que falsificó y aprobó la constitución del estado plurinacional y la presentó como de “unidad nacional” mientras Morales masacraba en Sucre, Cochabamba, Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija y enjuiciaba, encarcelaba, mandaba al exilio o reclutaba a sus gobernadores. Esa oposición funcional coexistió con el régimen dictatorial hasta que fue superada e ignorada por la resistencia civil que -evitando su intermediación- logró la renuncia del dictador. Pero los funcionales formaron el gobierno interino que debió ser de transición y mantienen la “institucionalidad dictatorial”.

Ambiciones personales y disputas por el poder han liquidado la agenda nacional de transición a la democracia ganada por la resistencia civil que echó al dictador. La lucha de personas ha desplazado las ideas y la democracia sigue perdida. Hoy Bolivia tiene un gobierno de los que fueron opositores funcionales al dictador, que ignorando la oportunidad histórica optan por mantener el sistema dictatorial que de esta manera solo ha cambiado de manos pero no de esencia.

La dictadura puede ganar la primera vuelta de las elecciones y mantenerse en el poder, los opositores funcionales están en el gobierno y hacen campaña para retenerlo, los jueces y fiscales son los mismos, los acusados y perseguidos por la dictadura siguen obligados a “demostrar su inocencia” en lugar de que se presuma. Se siguen violando los derechos humanos, no hay estado de derecho, no existe división ni independencia de poderes, no hay garantía de que las elecciones sean justas y limpias, el exilio testimonia la ausencia de libre organización política y viene mas crisis.

*El autor es Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

www.carlossanchezberzain.com

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