Siete meses después de proponer el plan económico para la solución del conflicto palestino/israelí, la Administración Trump presentó un plan político. Es sustancialmente diferente a los anteriores y hasta cierto punto podría ser considerado revolucionario.
La idea sería crear un estado palestino en toda la franja de Gaza y el 70% de Cisjordania. Habrá conexiones entre diferentes partes del estado palestino a través de carreteras, puentes y túneles (incluida una conexión entre Cisjordania y Gaza).
Los lugares sagrados permanecerían bajo el control de Israel, pero los musulmanes tendrán libre acceso a la mezquita de Al Aksa. Israel podrá mantener sus asentamientos sin desmantelarlos, pero no podrá expandirlos territorialmente en los próximos cuatro años, que sería el período en que palestinos e israelíes negociarían el status final.
Algunos de estos asentamientos serán enclaves en el estado palestino. Del mismo modo, a Israel se le otorgará un control de seguridad total en el Valle del Jordán, aceptará otorgar territorios a los palestinos a cambio de sus anexiones. Israel también aceptaría absorber un número limitado de refugiados palestinos en Israel. Se espera que aproximadamente el 97% de los israelíes en Cisjordania se incorporen al territorio israelí, y aproximadamente el 97% de los palestinos se incorporen a un estado palestino. Los palestinos pueden construir su capital en partes de Jerusalén en los barrios árabes ubicados al este y al norte de la barrera de seguridad existente. No menos importante si los palestinos rechazan definitivamente el plan, que probablemente sea el caso, Estados Unidos apoyaría una anexión unilateral israelí de los asentamientos. Una vez que se produzca tal movimiento, Israel aboliría el gobierno militar en Cisjordania.
El plan cuenta con el apoyo de la principal oposición israelí, el Partido Azul y Blanco, pero hasta ahora ha sido rechazado por el liderazgo palestino.
El plan Trump es un gran avance con las negociaciones pasadas. En el pasado, las negociaciones se paralizaron o terminaron en el mismo lugar donde empezaron. Los palestinos rechazaron concesiones y ofertas de paz de dos primeros ministros israelíes (Ehud Barak y Ehud Olmert) y dos presidentes estadounidenses (Bill Clinton y Barack Obama). A su vez, presentaron demandas irrazonables como el “derecho de retorno” de los refugiados palestinos y sus descendientes a Israel propiamente dicho, un hecho que destruiría a la larga la mayoría judía en Israel.
En efecto, Obama propuso crear un estado palestino en el 90 por ciento de Cisjordania y Gaza con una frontera oriental en el río Jordán y acordó renunciar a su presencia permanente en el valle del Jordán. Clinton fue más allá con el acuerdo israelí. Ofreció el 95% de Cisjordania más Gaza. Olmert ofreció devolver el 93 por ciento de Cisjordania. Además, no tenía mejor amigo en la Casa Blanca que Barack Obama. Durante el mandato de Obama, Abbas se negó a negociar con Israel y rechazó despectivamente las ofertas de Obama de un acuerdo basado en las fronteras de 1967 con intercambios de tierras mutuamente acordados. Todas las propuestas propusieron dividir Jerusalén y crear la capital de Palestina en la parte oriental de la ciudad con ciertos derechos y acceso a los lugares sagrados en las zonas bajo soberanía israelí. En cambio, el liderazgo palestino firmó un acuerdo con el grupo anti-paz Hamas y trató de deslegitimar el papel de Estados Unidos como mediador en el proceso de paz.
El primer elemento positivo de la propuesta de Trump es que los palestinos finalmente están pagando un precio por sus previos rechazos a las diversas propuestas y por su negativa a negociar.
Lo que también es muy único en este plan es que, si los palestinos no participan en negociaciones, Israel podría proceder a anexar unilateralmente los asentamientos y a la vez procedería a abolir el gobierno militar en la Cisjordania, lo cual implicaría una retirada unilateral israelí del resto de Cisjordania, lo que automáticamente crearía una situación donde los palestinos quedan libres de crear su propio estado.
Israel no podrá construir más asentamientos, lo cual garantizará al menos la suspensión de la expansión territorial sobre la zona conocida como área C en la Cisjordania.
Otro logro importante de esta propuesta es el hecho de que estados árabes como Egipto, Arabia Saudita y los estados del Golfo están aceptando el plan al menos como base para las negociaciones palestinas/israelíes. Esto significa que los palestinos ya no pueden contar con el mundo árabe para manifestarse en torno a la causa palestina en apoyo de las demandas maximalistas. Los árabes parecen estar más preocupados por los asuntos internos agravados por los acontecimientos de la Primavera Árabe y, al mismo tiempo, interesados en cooperar con Israel contra las peligrosas actividades desestabilizadoras de Irán en la región.
Los palestinos también verían el flujo de miles de millones de dólares para hacer viable su estado tal como fue propuesto en Bahréin en junio pasado. Esto incluye la inversión en infraestructura y el desarrollo económico para aumentar el PIB palestino y proporcionar empleos a millones de palestinos. Se espera que los estados árabes contribuyan significativamente a dicho proyecto.
Además, y no menos importante, la abrumadora mayoría de los palestinos ya no viviría bajo ocupación israelí.
¿Cuáles serían los próximos pasos?
El Plan Trump ha roto el ciclo de propuestas americanas que insistieron en continuar la negociación bilateral de los últimos 27 años y aquellas propuestas europeas que propusieron una solución fantasiosa basada principalmente en presión sobre Israel.
Los palestinos, por su parte, ya se han comprometido a unir fuerzas con Hamas en oposición al plan, lo cual supondría un apoyo tácito de la Autoridad Nacional Palestina a actividades terroristas. Además, dado que, de acuerdo con el plan, Israel todavía tendría control electrónico y del espacio aéreo palestino y sería responsable de la seguridad en las fronteras estatales palestinas, podría abrir las puertas para dar mas excusas al terror palestino y las condenas internacionales a Israel.
Es más, el control por parte de Israel de posiciones estratégicas claves tampoco garantiza en un 100% la seguridad de las poblaciones israelíes vulnerables a ataques terroristas. Del mismo modo, en un estado palestino autónomo o independiente de facto, el Fatah ya debilitado puede enfrentar los peligros de un golpe de estado por parte de Hamas, dejando en pie una entidad terrorista similar a la creada en el pasado por el Estado Islámico en Irak y Siria.
Esta vez, con el apoyo de los estados árabes, la esperanza es que los palestinos sean persuadidos para negociar y poner fin a un conflicto que ha desgastado a los israelíes, los estadounidenses, a los árabes y a los palestinos mismos.