Que hay dos papas, uno emérito y otro en ejercicio no es ficción. Si en cambio hay ficción y bastante en la película dirigida por el gran director paulistano Fernando Meirelles cuyo título sirve de inspiración a la presente nota. No para hacer una crítica al film sino para referirnos a las líneas apostólicas universales del papa Benedicto XVI y del papa Francisco.
I.- Benedicto, el Gran Pensador
El valor de la fe
En un mundo donde se proclamaba la “muerte de Dios”, ascendía la temperatura del “ateísmo militante” derivado del marxismo y del “ateísmo hedonista” consecuencia del consumismo, para Ratzinger, la preocupación central fue la doctrina de la fe como lo señala su primera encíclica “Deus caritas est” (Dios es amor - 2005).
En la misma línea apostólica entrega las encíclicas “Spe salvi” (Salvados en esperanza - 2007) y “Caritas in veritate” (Caridad en la verdad - 2009), pronuncia numerosas conferencias sobre la fe y la razón y la eticidad del derecho y de la democracia, un debate con Habermas y otras piezas de gran valor filosófico.
La verdad y la santidad de la inteligencia
La gran preocupación de Ratzinger fue afianzar los postulados evangélicos en el campo doctrinario y propagarlos dirigiéndose a los teólogos y filósofos de la Europa contemporánea y a los prelados de la Iglesia católica.
Percepción de los desvíos de la Iglesia y la aceptación de sí mismo
Durante los últimos cinco años de San Juan Pablo II, debido a su delicado estado de salud, altos cargos del gobierno fueron ocupados por hombres con un alto grado de corrupción que forjaron una burocracia dura. Al cabo de un tiempo el nuevo Papa cobró conciencia de dos cosas: el gran deterioro de la institución y sus propias limitaciones para cortar por donde había que cortar para sanearla. Se trataba de medidas indispensables para enfrentar un mundo adverso. En esa inteligencia ya en el año 2010 pensaba su renuncia que presenta en el 2013 “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
II. Francisco, el Gran Reformador
Para Bergoglio en el centro están los universales del corazón, del sentimiento, de la misericordia, respecto de cada hombre concreto.
La unidad del bien, la verdad y la belleza
Señala el camino y pone el acento en el encuentro del hombre concreto con Dios mediante los ejercicios espirituales y el discernimiento; enseña que en las acciones del cristiano hay que buscar la unidad del bien, la verdad y la belleza sin caer en el desequilibrio de esos valores, como sería la paz a costa de represión (EG 217-237) o la belleza a costa del bien.
Un llamado a la conversión
Pide al laicado la tarea cotidiana de un proceso de conversión personal cuando el hombre se encuentra alejado de los valores en el plano personal, comunitario o institucional.
Y nos pide asimismo educarnos como seres “en salida” superando el ensimismamiento, y logrando, por la vía del diálogo evitar “la oposición de los contrarios” (dialéctica “amigo-enemigo”) en favor de los polos complementarios.
¡Dialogar con Cristo!
Nos dice que profundicemos nuestra experiencia de Jesús crucificado y resucitado. Que dialoguemos con Él: Cristo-pobre, Cristo Rey, Cristo en mujer violada y asesinada, Cristo-náufrago, migrante, desocupado, torturado. ¿Qué hubiera pensado, qué hubiera hecho? ¿Podemos seguir su ejemplo, podemos crear alternativas transformadoras, más cristianas y más humanas?
Crear un futuro esperanzador para la juventud
“Esta es, la juventud del Papa” es una frase que en los últimos años ha sido coreada por multitudes en diversas lenguas desde la JMJ de Río del 22 al 28 de julio de 2013 al último encuentro con la juventud de Japón en la Sophía University el pasado 26 de noviembre. “Hagan lío”, “Vuestro futuro es hoy”, “Dejen que el Señor les hable”. Y los invita a trabajar en la búsqueda de un nuevo orden en lo económico, educativo, social, cultural y religioso.
Cuidar la casa común
“Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella…Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2.7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da aliento y su agua nos vivifica y restaura” (p.2 de E. Laudato sí).
Un nuevo orden basado en la participación y el realismo
Enfrentar los retos de construir un nuevo orden comunitario basado en la participación del pueblo que excluya la deformación de la realidad distorsionada por cristales ideológicos.
Para ver la vida diaria de los pobres, la desigualdad abismal entre las naciones y entre los hombres, poner la periferia en el centro; para recuperar la credibilidad de la iglesia no ocultar la realidad por más cruda que sea, pero no con falsas denuncias, sino, con la verdad. Con la verdad, día a día, el Santo Padre -en los hechos- va separando la maleza del trigo y va cortando por donde hay que cortar.