Próximo a cumplir Jair Bolsonaro un año en el poder el 1 de enero, la presencia militar en su gobierno sigue siendo muy importante. Ante todo, cabe recordar que es capitán retirado paracaidista y su vicepresidente es el general Hamilton Mourao. Es decir que los dos provienen del Ejército. Entre ambos hay diferencias en el enfoque internacional. El Presidente, al igual que su canciller (Araujo) y el Ministro de Economía (Guedes), es partidario de un definido alineamiento con los Estados Unidos. El Vicepresidente, por el contrario, tiene una visión más acorde con la tradición brasileña, en virtud de la cual Brasil debe tener como prioridad preservar sus intereses nacionales. La visión militar acompaña el giro hacia Washington, pero no quiere anular las otras relaciones exteriores estratégicas. En el segundo trimestre del año Mourao viajó a China y logró restablecer la relación con la potencia asiática que se había deteriorado a raíz del drástico giro hacia los Estados Unidos. Consiguió imponer su punto de vista en el Planalto, tendiente a mantener buenas relaciones con Washington y Beijing al mismo tiempo. La aceptación por parte del gobierno brasileño de abrir la licitación para la tecnología 5G de China es una evidencia en esta dirección. También tienen visiones diferentes respecto al Mercosur. Mientras el Presidente está dispuesto a poner en riesgo el Mercosur -opinión que comparten el Canciller y el ministro de Economía- el Vicepresidente -de acuerdo a la opinión prevaleciente en las Fuerzas Armadas- es partidario de mantener la alianza estratégica con la Argentina más allá del cambio de gobierno.
El gabinete de Bolsonaro mantiene, al cumplirse un año de gobierno, una fuerte presencia militar. El ministro de Seguridad Institucional es el general Augusto Heleno, con experiencia en las fuerzas multinacionales de paz. Tiene a su cargo la visión de seguridad, al estilo del Consejo de Seguridad de los Estados Unidos. El secretario de Asuntos Estratégicos es el general Maynard Santa Rosa, de prestigio en el Ejército. El Portavoz de la Presidencia es el general Octavio do Rego Barros, que tiene a su cargo la comunicación oficial, para lo cual debe sortear el problema que le suelen representar los tres hijos del Presidente. El Ministerio de Defensa está a cargo del general Fernando Azevedo da Silva, considerado el militar con más condiciones políticas, quien cumplió funciones junto a Collor de Mello y Dilma Rousseff. A cargo del Ministerio de Ciencia y Tecnología está el teniente coronel retirado de Fuerza Aérea, Marcos Pontes, quien fue el primer astronauta brasileño. El ministro de Minas y Energía es el almirante Benito Costa Lima.
Otro ministro militar era el general Alberto Santa Cruz, secretario relevado por el Presidente por diferencias con su círculo el 12 de junio. Los militares son el “ala moderada” del gobierno, como lo fueron con Trump en sus primeros dos años de gobierno. Santa Cruz, desde un cargo con mucho peso en el entorno presidencial, chocó tanto con los tres hijos del Presidente como también con su “ideólogo”, Olavo de Carvalho. Cuestionó las expresiones extremistas de ellos en las redes sociales. Su actitud fue presentada como “falta de lealtad” por parte de sus contradictores, que lograron convencer de ello al Presidente, quien finalmente lo reemplazó. Para ocupar su cargo, el Presidente eligió al mayor retirado de la Policía Militar, Jorge Antonio de Oliveira Filho. Tiene una larga relación con Bolsonaro en los años que fue diputado, colaborando con él y también con el hijo que es legislador en Río de Janeiro. Representa ahora la “mano dura” policial en el gabinete. Es así como la diferencia ideológica entre las Fuerzas Armadas dentro del gobierno de Bolsonaro se da con los ministros de Relaciones Exteriores y Economía en el Gabinete y con los hijos de Bolsonaro y su ideólogo en su círculo personal. En ambos casos, los militares juegan el rol de ala “moderada” del gobierno.
Pero la presencia militar en el gobierno se extiende a otras carteras, que ocupan civiles que han tenido funciones en las Fuerzas Armadas y todo esto proyecta la influencia del Jefe del Ejército. El ministro de Infraestructura es Tarciso Gomes de Freitas. Es un Ingeniero Civil graduado en el Instituto Militar de Ingeniería. A cargo del Ministerio de Salud está Luis Mandetta, quien fue médico del Hospital Militar con grado de Teniente y después directivo del mismo. A cargo de Educación, está Ricardo Vélez Rodríguez, quien ha sido Profesor de la Escuela de Estado Mayor del Ejército. El capitán retirado del Ejército José María Segarra está a cargo de la Contraloría General de Gobierno, que tiene rango de ministerio.
Son militares o han cumplido funciones en las Fuerzas Armadas, 11 de los 21 ministros, sumado a ellos el proveniente de la Policía Militar, además del Presidente y el Vicepresidente. Detrás de este hecho singular en democracia, se encuentra la estrategia que desarrolló el general Eduardo Vilas Boas, jefe del Ejército hasta la asunción de Bolsonaro. Durante este periodo, el Ejército en particular y las Fuerzas Armadas en general asumieron funciones crecientes en materia de seguridad públicas y también de influencia política durante la crisis en la cual tuvo lugar la destitución de Dilma Rousseff y la prisión de Lula, que le impidió ser candidato. Vilas Boas introdujo como jefe del Ejército el uso de Twitter, un instrumento que le permitió una fluida comunicación con todos sus subordinados en momentos de tensión. Enfermo, en los últimos meses comandaba el Ejército desde una silla de ruedas. Su sucesor al frente del Ejército es el general Edison Leal Pujol, designado por Bolsonaro en base al asesoramiento del jefe saliente. Sigue la línea de su antecesor y busca que los excesos del Presidente no afecten la imagen del Ejército.
La presencia del vicepresidente de Brasil, General Hamilton Mourao, en la asunción de Alberto Fernández, más que una decisión presidencial, pero al mismo tiempo una iniciativa impulsada desde el Ejército. Es que esta Fuerza tiene una visión pro-argentina por dos causas: el interés por el desarrollo estratégico de Argentina en temas sensibles como el nuclear y el satelital y la prioridad estratégica de largo plazo de su región sur, último destino de Mourao antes de pasar a retiro en 2018.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría