El día después

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El presidente de los EEUU, Donald Trump (REUTERS)
El presidente de los EEUU, Donald Trump (REUTERS)

Noviembre 4 de 2020. Donald Trump acaba de ganar la contienda electoral y permanecerá en el cargo durante otros cuatro años.

Este escenario puede o no suceder. No soy ni politólogo ni futurólogo. No tengo las calificaciones necesarias para hacer una predicción creíble sobre este asunto.

Pero lo que sí puedo predecir con confianza es que si el presidente Trump gana la reelección, el 4 de noviembre de 2020, no solo será la hora de la verdad para el Partido Demócrata, sino también para los principales medios de comunicación.

Desde la elección de Donald Trump como el 45º presidente de los Estados Unidos, estos medios han dedicado una gran cantidad de recursos para generar noticias sobre la administración. La cobertura resultante ha sido mayormente negativa. Sin embargo, el resultado económico para los principales medios de comunicación ha sido bastante positivo, al menos en algunos casos.

La corporación del New York Times, por ejemplo, ha visto el valor de sus acciones triplicarse de USD 10.95 por acción el 4 de noviembre de 2016 a USD 32.86 por acción el 16 de diciembre de 2019. Esto es casi seis veces el rendimiento del índice S&P 500 durante el mismo período, a pesar de su notable 53% de crecimiento compuesto en esos tres años.

Pero, ¿qué pasaría no con el poder económico sino político de los medios? ¿Qué podría decir la posible reelección de Donald Trump sobre los límites de las organizaciones periodísticas para influir en la opinión pública en la política contemporánea?

Finalmente, ¿qué pasaría con la teoría acerca de los medios? ¿Qué diría este escenario sobre la vitalidad de nociones como el poder de los medios de comunicación para establecer la agenda, la existencia de efectos mínimos e ideas de este calibre, que han sido la base de la investigación académica durante generaciones?

Estas y otras nociones vinculadas a las mismas se basan en una visión de los posibles efectos de los medios centrada en la información. Pero, ¿cuánto de esto es sostenible en una coyuntura histórica y cultural en la que parece que las personas cada vez más construyen el sentido sobre las noticias con sus corazones primero y sus mentes después?

¿Será el 4 de noviembre de 2020 la hora de la verdad para el Partido Demócrata, el periodismo tradicional y la teoría de los medios? Quizás no deberíamos esperar hasta entonces para comenzar a responder esta pregunta. Quizás el hecho mismo de que el escenario con el que abrí este texto sea plausible en la actualidad debería darnos un motivo para hacer una pausa, reflexionar y comenzar a encontrar respuestas ahora. Mejor temprano que tarde.

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