Mientras hay sujetos que se prestan a conculcar los derechos de sus pares, hay ciudadanos que arriesgan su libertad, y hasta la vida, para defender los derechos de todos, aun siendo conscientes de que tal vez solo recibirán agravios, como le escribiera José Martí al generalísimo Máximo Gómez: "No tengo más remuneración que ofrecerle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres".
Es una penosa verdad, hasta vergonzante, que en toda sociedad haya un número importante de sujetos que se prestan a servir de verdugos y Cuba, desgraciadamente, ha sido fecunda en eso de dar individuos perversos que reprimen a sus semejantes sin piedad, con el agravante de que si en algún momento llegaran a renegar de sus pillajes, difícilmente reconocerían arrepentidos sus errores.
Por suerte ante tanta ignominia, ante tanta gente que se muestra indiferente ante la pérdida de sus derechos y los abusos que sufren los otros hay quienes- otra frase del Apóstol- que "cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres".
Ese sobrado decoro está entre esos hombres y mujeres que recientemente organizaron la marcha de los girasoles. Ellos a pesar de la represión constante respondieron al llamado de la Unión Patriótica de Cuba, UNPACU, y Cuba Decide, salieron a las calles a reclamar sus derechos y del resto de la ciudadanía, sin importar que la mayoría de la población, por temor o por un número de sin razones, se muestren indiferentes a las crueldades del tirano.
En Cuba, es importante reiterarlo, la oposición ha recurrido a diversas estrategias de lucha. La política y armada, otras variantes han sido la defensa de los derechos humanos y la acción cívica, a la que se incorporó, tanto en presidio como fuera de la cárcel, la huelga de hambre, una peligrosa herramienta de lucha que amenaza seriamente la vida de quienes la asumen y deja invariablemente serias secuelas en la salud de quienes las realizan.
Han sido muchos los huelguistas que entregaron su vida en la defensa de sus convicciones, entre ellos, el líder estudiantil Pedro Luis Boitel y el obrero Orlando Zapata Tamayo. Dos hombres que no coincidieron en sus espacios vitales, de generación y formación distinta, pero con el común denominador que es preferible morir, antes que vivir de rodillas.
Boitel y Zapata Tamayo murieron en la prisión política donde se han realizado numerosas huelgas de hambre. No obstante, también las ciudades y pueblos de la Isla han sido escenarios de huelgas de hambre en las cuales los activistas han arriesgado su vida.
El presente cubano sigue siendo tan horrendo como el pasado. En el centro de la isla, Santa Clara, otro hombre ha puesto en peligro su vida.
Guillermo del Sol Pérez, realiza una huelga de hambre desde el 13 de agosto reclamando que la dictadura termine con la prohibición de salida del país a los activistas de la sociedad civil.
Sol Pérez es un periodista independiente, con problemas de salud, diabético e hipertenso. Aun así, el director de la agencia independiente de noticias Santa Clara Visión inició con su huelga de hambre la campaña #Ni1ReguladoMas.
"Los regulados". La dictadura castrista ha sido muy hábil en crear su propio vocabulario: son ciudadanos que tienen sus documentos de viaje actualizado, visa, pasajes y todo lo que se requiere para abandonar el país temporalmente, no obstante, sin que pese sobre ellos algún tipo de restricción legal, la dictadura les niega el derecho a viajar, una práctica que también se aplica a muchos cubanos que residen en el extranjero a los que se le niega el derecho de ir a sus país.
En consecuencia, personalidades y organizaciones, al interior de la Isla, están desarrollando una cruzada para que los organismos internacionales, incluida Naciones Unidas, se pronuncien contra las constantes y arbitrarias prohibiciones de salida a los activistas. La gestión promovida, entre otros, por Moisés Leonardo Rodríguez de la Corriente Martiana, demanda una acción urgente a favor del cese de una práctica que pone en peligro la vida del ciudadano Guillermo del Sol Pérez.