Por primera vez en Israel, se celebrarán dos elecciones generales en un mismo año. Y por décima vez en esta joven democracia de 71 años, se convocan elecciones anticipadas.
Estas cifras y estas circunstancias llevan al epítome el concepto que algunos analistas manejan a la hora de referirse al sistema político del país como "hiperdemocrático".
Las próximas elecciones a la Knéset (parlamento israelí) se convocaron de una manera sin precedentes en la historia del país: el parlamento anterior, el vigésimo primero, elegido el 9 de abril de 2019, se autodisolvió tan solo dos meses después de su formación después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu no lograse formar gobierno.
La explicación formal de la temprana disolución de la Knesset fue la incapacidad de la coalición de obtener una mayoría que avanzase la legislación que autorizaría una solución al eterno problema de la conscripción militar de los judíos ortodoxos.
Avidor Lieberman, cabeza del partido Israel Nuestro Hogar, se opuso a cualquier compromiso que hiciera pasar esa ley, y eso desembocó en la convocatoria electoral del 17 de septiembre.
Y todo apunta a que Lieberman seguirá siendo la clave de la gobernabilidad en esta ocasión también.
Según el resultado de las pasadas elecciones, y lo que viene sucediendo en los últimos años, es que los israelíes dan prioridad a su seguridad por encima de su calidad de vida al votar a partidos del bloque de la derecha.
Y por mucho que la ciudadanía de Israel se identifique con Europa y el modo de vida europeo, el contexto geográfico del Medio Oriente determina cuestiones tan fundamentales como los miedos más básicos y la búsqueda de soluciones más inmediatas.
La incertidumbre en esta ocasión es grande.
Los últimos sondeos sugieren que ni el Likud de Netanyahu ni el partido de nueva formación liderado por el ex general Benny Gantz, Azul y Blanco, conseguirán suficientes votos para obtener una mayoría de 61 escaños en el parlamento de 120 legisladores.
El resultado final dependerá de los partidos pequeños y de las recomendaciones al presidente de la nación sobre quién debería ser el próximo primer ministro.
A principios del verano israelí se crearon las nuevas uniones de partidos, a diferencia de las elecciones pasadas, en las que un atomizado panorama político tampoco debió de ayudar a la formación de gobierno. En esta ocasión se presentan menos partidos y más coaliciones, las encuestas señalan estabilidad en los bloques de derecha e izquierda.
Y la gran preocupación es la participación electoral en este ambiente hiperdemocrático e hiperelectoralizado.
Las pasadas elecciones un 68% de los convocados a urnas ejercieron su derecho al voto. En estas elecciones se teme que esa cifra pueda bajar aún más, siendo los sectores más activos el de los haredim, religiosos, y la extrema derecha.
Y este pequeño país que afronta tantos retos, en el interior pero sin duda en el exterior, necesita una ciudadanía involucrada en su futuro.
La autora es fundadora y directora ejecutiva de Fuente Latina.