Guatemala es un verdadero escaparate de corporativismo. La economía está dirigida por unos 15 jugadores que determinan las condiciones del mercado. Los partidos políticos se organizan en torno a la idea de que la tesorería pública es la recompensa electoral. La radio y los canales de televisión están monopolizados por un solo grupo económico poderoso que decide qué noticias se difundirán y qué entretenimiento prevalecerá en el país. El ejército está parcialmente penetrado por poderosos intereses económicos y, en parte, por el crimen organizado. Y las decisiones judiciales pueden hacerse a pedido, si el precio es el correcto.
En esta etapa, se están preparando las elecciones presidenciales para septiembre y el marco institucional ya se está manipulando para otorgarle la presidencia a una persona que se sienta cómoda con este estado de cosas, y evidentemente, dos líderes mujeres parecen haberse perdido el partido. Thelma Aldana, ex fiscal que construyó con éxito un caso contra el ex presidente Otto Pérez Molina e inició investigaciones dirigidas contra el actual presidente Jimmy Morales por motivos de corrupción, ahora es objeto de una orden de arresto por parte de las autoridades guatemaltecas.
Paradójicamente, en una tierra donde ningún funcionario público parece entender que el estado no es un botín, Aldana ha sido acusada de contratar ilegalmente empleados en su oficina. Aldana, quien se encontraba en el extranjero y había obtenido un registro de su candidatura ante el tribunal electoral, planea regresar y postularse, dado que la ley guatemalteca protege a los candidatos de la persecución.
Otra candidata rechazada fue Zury Ríos Sosa, hija de Efraín Ríos Montt, quien fue un dictador horroroso cuyo gobierno exterminó a segmentos de la población maya mientras mataba a los líderes izquierdistas por docenas. El artículo 186 de la Constitución de Guatemala establece que los familiares de los líderes golpistas no pueden ser elegidos presidente o vicepresidente, y eso incluye a Ríos Sosa. Su padre lideró un golpe de estado en 1982 para conducir uno de los regímenes más represivos en el país centroamericano.
Ríos Sosa ha amenazado con hacer públicos los archivos de su padre, donde muchos de la élite guatemalteca están acusados de corrupción o violaciones de los derechos humanos. Ríos Sosa, por supuesto, también es muy inconveniente para la élite de Guatemala, ya que perderían el control del país en dos dimensiones. Primero porque no podrán ejercer presión sobre ella para comprometer las políticas públicas a su favor, dado que probablemente tenga suficiente información sobre cada actor para enviarlo a la cárcel.
En segundo lugar, dada su independencia de los partidos políticos, los militares y la comunidad empresarial, ella podría mandar a una sociedad cívica desilusionada a que se movilice contra las EMR (Élites Moralmente Repugnantes).
Si alguna de estas dos mujeres rompe el muro de aislamiento, probablemente Guatemala podría comenzar a limpiar sus políticas, instituciones y el futuro para seguir los pasos de la única estrella democrática en la región, Costa Rica.
*Este artículo fue publicado originalmente en LAHT.com. Beatrice Rangel es Presidenta y CEO de AMLA Consulting Group, que brinda oportunidades de crecimiento y asociación en los mercados de Estados Unidos e hispanos. Anteriormente, fue jefa de gabinete del presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, y estratega en jefe del Grupo de Empresas Cisneros.