En Venezuela, la historia parece repetirse.
Ha habido numerosos movimientos sociales y protestas masivas durante la existencia del presente régimen en Venezuela que ahora inicia su 21er año. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la oposición nunca ha triunfado en quitar al régimen del poder o incluso cambiar su naturaleza.
Los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han recurrido al uso de múltiples tácticas para sobrevivir. Estas incluyen ganar tiempo en diálogos inútiles, fraude electoral, intimidación a la oposición, violencia paramilitar y de otros tipos, y por supuesto, una alianza fuerte con los militares. En todos los casos, las protestas populares se fueron desvaneciendo y la oposición volvió a sus absurdas peleas internas. Maduro cuenta con que este tipo de escenario se repita en esta ronda de protestas también.
Los militares constituyen el apoyo más importante del régimen de Maduro. Contrario a las expectativas, excepto algunos casos, no ha habido mayores deserciones de oficiales de las fuerzas armadas hasta ahora con la excepción de un par de oficiales de alto rango. De hecho, en este momento, los soldados venezolanos están bloqueando el paso de la ayuda humanitaria por la frontera colombo-venezolana. El gobierno y la élite militar prefieren ver al pueblo morir de hambre que enfrentar el fiasco público de un escenario en que la comunidad internacional salve al pueblo de Venezuela del hambre y la calamidad física. Sin embargo, esta actitud propicia que se ahonde la crisis de legitimidad del régimen.
Lo que urge ahora es romper la alianza militar con el régimen de Maduro. La clave es aplicar presión sobre la élite militar pero particularmente sobre el Secretario de Defensa y ex jefe de las Fuerzas Armadas de Venezuela, Vladimir Padrino López. Este hombre es el activo más preciado del régimen Venezolano.
Curiosamente en diciembre del 2015 Padrino López persuadió a Maduro a aceptar los resultados electorales de la Asamblea Nacional de Venezuela, que le dieron una clara victoria a la oposición. Esa acción hizo de Padrino un héroe, quien fue venerado por sectores importantes de la oposición y de críticos del régimen. Esto pese a que este general participó del lado de Chávez durante su intento de golpe de estado contra el gobierno constitucional de Venezuela en febrero de 1992, apoyó a Chávez durante durante el intento de golpe en su contra en abril de 2002, y dirigió la represión contra las protestas populares que sacudieron a Venezuela en el 2014.
Efectivamente, muchos de aquellos que lo veían como parte maligna del aparato chavista, lo veían a partir de diciembre del 2015 como una esperanza para la maltrecha democracia venezolana y como una persona razonable que entendía donde residía la verdadera voluntad popular.
Pero fue a partir de ese momento que Maduro, entendiendo la potencial amenaza que Padrino podría representar al régimen, procedió a cooptar al general. Así, en julio del 2016 Maduro nombró a Padrino Ministro de Defensa y lo puso a cargo de todo el gabinete y ademas de la distribución de alimentos. Padrino López se convirtió no solo en el jefe de las Fuerzas Armadas, sino también fue puesto a cargo del aparato administrativo más crucial del gobierno. Fue la persona más importante del país en la tarea de manejar la seria crisis de hambre y escasez que los venezolanos enfrentan hasta ahora.
Mientras los Estados Unidos aumentan las sanciones contra el régimen de Maduro incluyendo individuos claves asociados al gobierno, Padrino López no ha sido sancionado precisamente porque ha sido visto como un héroe que propició la victoria de la oposición en la Asamblea Nacional. Para confirmar esta presunción, el Washington Post en su edición del 9 de enero pasado citó a una fuente de inteligencia de los Estados Unidos según la cual Padrino le había solicitado a Maduro que presente su renuncia. Sin embargo, ese informe parece haber sido engañoso.
Padrino aún no ha sido sancionado. Padrino y los militares probablemente no abandonarán a Maduro.
Es por eso que este es el momento para aplicar sanciones completas a Padrino López. Estas sanciones no deben ser solamente económicas, sino que deben venir acompañados de ultimatos y de advertencias como la posibilidad de que le general y sus cómplices sean juzgados en un tribunal internacional por crímenes de lesa humanidad. La presión sobre Padrino no puede ser suave o basada solo en la persuasión. Debe ir acompañada de algo que realmente lo atemorice.
Cabe recordar que este general está a cargo de un estado mafioso asociado con el tráfico de drogas, violaciones de derechos humanos y elementos forajidos que socavan la seguridad nacional de toda la región.
Con la comunidad de países latinoamericanos y europeos apoyando a la oposición, con un movimiento de masas unificado en torno a un líder, y una administración estadounidense determinada a eliminar al régimen despótico venezolano, este momento histórico no debe echarse a perder como sucedió con protestas anteriores.
Es cierto que algunos oficiales militares han desertado, pero esto no es una indicación de que habrá algún movimiento en el ejército. Muchos oficiales están descontentos con la situación, pero el ejército, después de todo, es una organización jerárquica y estos oficiales no se atreverían a rebelarse. La clave del cambio depende de la voluntad de los niveles más altos, tal como lo fue en Filipinas en 1986. En Filipinas, tan pronto como el Secretario de Defensa y el Jefe de Estado Mayor del Ejército desertaron, el gobierno del dictador Ferdinand Marcos se derrumbó.
Este es el momento de imponer fuertes sanciones económicas y de otro tipo a Padrino y a sus secuaces de la cúpula militar, sin excepciones.
Las tácticas de persuasión suave ya están agotadas.