El dilema del ajuste fiscal

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En medio de una crisis que se expresa en masivas salidas de activos argentinos, con caída de los precios de las acciones, aumento del riesgo país y disparada del precio del dólar, el Gobierno necesita llevar calma a los mercados financieros y al FMI, dando una fuerte señal que asegure la capacidad de pago de la Argentina en el futuro próximo para reducir, al menos temporalmente, la percepción de riesgo de default.

En busca de este objetivo, el ministro Nicolás Dujovne se encuentra trabajando con su equipo contrarreloj en una propuesta de ajuste para anunciar el lunes, que resulte creíble, y logre calmar las tensiones cambiarias y reducir el ya preocupante nivel de riesgo país. Para conseguir este objetivo deberá obtener algún consenso político con sectores de la oposición, en particular con los gobernadores, de manera que el mercado interprete que el ajuste resulta viable.

Si se realiza un anuncio unilateral, sin ningún tipo de acuerdo político, la reacción del mercado puede conducir a una crisis difícil de controlar. Por otra parte, la propuesta de ajuste no debería poner foco solo por el lado del gasto, sino realizar modificaciones en la estructura tributaria que apunte a recuperar los ingresos fiscales. En el marco de la recesión en la que se encuentra la economía, que se irá profundizando fuertemente en los próximos meses, la recaudación resultará dañada.

El ministro Dujovne ya dejó entrever las mayores exigencias de parte del FMI, al anunciar días atrás que la meta de déficit primario de 1,3% de PBI pasa a ser un techo

Asimismo, las actuales tasas de interés de referencia en 60%, ratificadas hasta fin de año, en el marco de un mercado interno deprimido, generarán un comportamiento de financiamiento contra el fisco que redundará también en menor recaudación. Todo esto indica que si el anuncio pone el foco solo por el lado del gasto, en lugar de tener en cuenta que aquellos sectores que resultaron los grandes beneficiados de estos últimos dos años deberán aportar a esta situación, se empujará a la economía a un círculo vicioso de dinámica recesiva imposible de controlar.

Por otro lado, la devaluación de los últimos meses incrementó fuertemente la carga de la deuda, dado que las obligaciones contraídas en los últimos dos años fueron mayormente en dólares. A su vez, el constante incremento en las tasas de interés, como consecuencia de la pérdida de confianza, genera también un aumento de la carga de la deuda por intereses crecientes frente a una necesidad de refinanciamiento constante.

Esto implica un creciente déficit financiero, dado el crecimiento de los intereses de la deuda.

El ministro ya dejó entrever las mayores exigencias de parte del FMI, al anunciar días atrás que la meta de déficit primario de 1,3% de PBI pasa a ser un techo. Es muy probable que, en el marco de la crisis actual, el FMI le exija al Gobierno una meta de déficit cero para el año próximo. Este objetivo, en el marco del contexto recesivo descrito, implica un ajuste muy fuerte si solo se lo encara por el lado del gasto.

A su vez, el constante incremento en las tasas de interés, como consecuencia de la pérdida de confianza, genera también un aumento de la carga de la deuda por intereses crecientes frente a una necesidad de refinanciamiento constante.

Las consecuencias de un programa de estas características no sería soportado por la economía argentina, y conduciría a una creciente conflictividad social. En este sentido, los anuncios del lunes deberán incluir una recomposición de la estructura de retenciones a las exportaciones, que fueron eliminadas o reducidas en el inicio de la gestión actual.

Además, esto permitiría controlar el traslado de la devaluación a los precios de los alimentos, que vienen creciendo por encima del nivel general de precios e impactando muy fuertemente sobre el poder adquisitivo de los sectores de menores ingresos. La Argentina debería recuperar rápidamente la senda del crecimiento y la generación de empleo, para esto deberá estabilizarse el frente financiero lo antes posible, ordenar la macroeconomía y abordar un programa económico creíble orientado al mediano plazo.

En este sentido, las señales que se transmitan el lunes resultarán clave. Si el Gobierno insiste en abordar un ajuste de manera unilateral, y solo por el lado del gasto, podría precipitarse una crisis mayor aún, de consecuencias dramáticas.

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